Implacable lección
08-Oct 06:03 amEl Nacional
Ayer los venezolanos vimos como se defendía un régimen que a todas luces no sólo ha permitido la matanza sistemática en las cárceles, sino que ha hecho de su ineficiencia policial la principal causa de los asesinatos en los barrios
Mientras el Estado enviaba a la principal tribuna de la ONU en derechos humanos -con un despliegue y un gasto multimillonario en dólares- a una representación encabezada por las máximas burócratas del régimen para que lo defendieran de una avalancha de acusaciones por atropellos policiales a la dignidad de los ciudadanos, a la pena de muerte sistemática implantada en las cárceles, a la inseguridad que reina en nuestras calles y a la perversión oficialista del sistema judicial, en el mundo nacía un hecho extraordinario.
Como bien lo recoge un cable de la agencia AFP, con un título inolvidable "Un Nobel de la Paz 100% femenino para África y la primavera árabe", aquí lamentablemente nos dedicamos a pervertir la vigencia de los derechos humanos, no sólo mandando a estas señoras a defender lo indefendible, sino a callarse la boca ante lo que está pasando en Siria y las matanzas que, gracias a Dios, se les ha puesto fin en el norte de África, donde el Gobierno venezolano vergonzosamente ha respaldado la muerte de centenares de ciudadanos que luchan por la libertad.
Ayer los venezolanos vimos como se defendía un régimen que a todas luces no sólo ha permitido la matanza sistemática en las cárceles, sino que ha hecho de su ineficiencia policial la principal causa de los asesinatos en los barrios. Mientras nuestro extraterrestre jefe se queja de los ataques de la oposición, no hace nada para detener la matanza semanal que ocurre en las barriadas. Hace dos días murió un niño de tres años en una balacera al salir de una guardería, pero nuestro mandatario sólo está ocupado de su precaria salud y de cómo sobrevivir a lo inevitable.
Que un niñito muera a las puertas de una guardería en medio de una balacera de malandros, lo convierte en una víctima de un régimen que ha sido incapaz de garantizar la vida y los derechos humanos de los más pobres, de los más desprotegidos y de los que menos tienen en esta tierra de Dios.
Al Presidente, machista al fin, sólo le interesa su propia seguridad. "Me van a matar, viene un magnicidio, se prepara un atentado para acabar con mi vida". Puro embuste, porque está rodeado de escoltas y se mueve en carros blindados. Pero y quién protege al pueblo que sale a la calle a trabajar y es asesinado diariamente de múltiples disparos. Algo increíble porque nadie mata a otro con quince tiros y luego se va como si nada. Tiene que ser gente del oficialismo o muy vinculados a ellos para conseguir tales armas y tantas municiones para poderlas desperdiciar cuando alguien ya está muerto con unos pocos disparos.
Venezuela debe aprender algo muy hermoso: el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a la liberiana Ellen Johnson Sirleaf, a su compatriota Leymah Gbowee y a una figura emblemática de la primavera árabe en Yemen, Tawakkul Karman. ¿Ustedes creen que se lo merece la venezolana presidenta del TSJ, o la defensora del pueblo? ¿Que tal? ¿No da pena?
Como bien lo recoge un cable de la agencia AFP, con un título inolvidable "Un Nobel de la Paz 100% femenino para África y la primavera árabe", aquí lamentablemente nos dedicamos a pervertir la vigencia de los derechos humanos, no sólo mandando a estas señoras a defender lo indefendible, sino a callarse la boca ante lo que está pasando en Siria y las matanzas que, gracias a Dios, se les ha puesto fin en el norte de África, donde el Gobierno venezolano vergonzosamente ha respaldado la muerte de centenares de ciudadanos que luchan por la libertad.
Ayer los venezolanos vimos como se defendía un régimen que a todas luces no sólo ha permitido la matanza sistemática en las cárceles, sino que ha hecho de su ineficiencia policial la principal causa de los asesinatos en los barrios. Mientras nuestro extraterrestre jefe se queja de los ataques de la oposición, no hace nada para detener la matanza semanal que ocurre en las barriadas. Hace dos días murió un niño de tres años en una balacera al salir de una guardería, pero nuestro mandatario sólo está ocupado de su precaria salud y de cómo sobrevivir a lo inevitable.
Que un niñito muera a las puertas de una guardería en medio de una balacera de malandros, lo convierte en una víctima de un régimen que ha sido incapaz de garantizar la vida y los derechos humanos de los más pobres, de los más desprotegidos y de los que menos tienen en esta tierra de Dios.
Al Presidente, machista al fin, sólo le interesa su propia seguridad. "Me van a matar, viene un magnicidio, se prepara un atentado para acabar con mi vida". Puro embuste, porque está rodeado de escoltas y se mueve en carros blindados. Pero y quién protege al pueblo que sale a la calle a trabajar y es asesinado diariamente de múltiples disparos. Algo increíble porque nadie mata a otro con quince tiros y luego se va como si nada. Tiene que ser gente del oficialismo o muy vinculados a ellos para conseguir tales armas y tantas municiones para poderlas desperdiciar cuando alguien ya está muerto con unos pocos disparos.
Venezuela debe aprender algo muy hermoso: el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a la liberiana Ellen Johnson Sirleaf, a su compatriota Leymah Gbowee y a una figura emblemática de la primavera árabe en Yemen, Tawakkul Karman. ¿Ustedes creen que se lo merece la venezolana presidenta del TSJ, o la defensora del pueblo? ¿Que tal? ¿No da pena?
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