lunes, octubre 31, 2011

Fallece en Bogotá Cecilia Matos

Falleció Cecilia Matos, compañera de vida de Carlos Andrés Pérez

Cecilia Matos había sido trasladada a Bogotá para tratarse un cáncer de hígado.

  EL UNIVERSAL
lunes 31 de octubre de 2011  09:22 AM
Caracas.- La compañera de vida del ex presidente Carlos Andrés Pérez, Cecilia Matos, falleció en la madrugada de este lunes en Bogotá. Matos había sido diagnosticada hace pocas semanas de cáncer de hígado en estado avanzado. 

Según una fuente allegada a Matos, que pidió no revelar su nombre, días después de que los restos de Carlos Andrés Pérez fuesen sepultados en Venezuela viajó a Costa Rica, donde le fue diagnosticado el cáncer. Días después se trasladó a Bogotá para ser tratada. 



Fallece en Bogotá  Cecilia Matos
31-Oct 09:52 am|El-Nacional.com
La información fue confirmada por Héctor Cedillo, exsecretario de Carlos Andrés Pérez, quién anunció además que en dos días será trasladada a los Estados Unidos para su sepultura


La ex compañera sentimental del presidente Carlos Andrés Pérez, Cecilia Matos, falleció a primeras horas de este lunes en Bogotá, Colombia, tras sufrir complicaciones hepáticas.

La información fue confirmada a Globovisión por Héctor Cedillo, exsecretario de Carlos Andrés Pérez, quién anunció además que en dos días será trasladada a los Estados Unidos para su sepultura.



Talleres de Creación UCAB

miércoles, octubre 26, 2011

Palabra de Bismark


Nunca se miente tanto, como:
Antes de las elecciones; durante la guerra y después de la cacería.
Otto von Bismark (1815-1898)




lunes, octubre 24, 2011

HOY ES EL DÍA DE LA UCAB




HACE 58 AÑOS SE CREÓ LA UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO, DIOS BENDIGA A LA UCAB Y A LOS UCABISTAS POR SIEMPRE


http://www.ucab.edu.ve/



Diógenes y las camisas voladoras




Para seguir comprendiendo el 18 de octubre de 1945
en el elenco nuestro antiguo alumno y amigo José Miguel Dao


viernes, octubre 21, 2011

Blues Traveler - Hook

Madonna - American Pie - Music

La 'primavera árabe' abate su tercera ficha

ANÁLISIS: La caída del régimen libio - La reacción internacional
La 'primavera árabe' abate su tercera ficha


JAVIER VALENZUELA 21/10/2011


La primavera árabe acaba de derribar su tercera ficha de dominó. En enero, el tunecino Ben Ali huyó a Arabia Saudí con las maletas llenas; en febrero, el egipcio Mubarak fue detenido por sus soldados y ahora está siendo juzgado; ayer, el libio Gadafi, fiel hasta el final a su personaje, fue abatido en su feudo natal de Sirte. ¿Quién dijo que la primavera árabe estaba acabada? En menos de un año ha derrocado a tres tiranos del norte de África, ha colocado al sirio El Asad y al yemení Saleh en la posición de fieras acorraladas y ha impulsado reformas democráticas en Marruecos. Impresionante.


Ya sabemos que a Túnez, Egipto y, aún más, Libia les queda una ingente tarea. No les va a resultar nada fácil construir Estados con derechos y libertades aceptables, progresar en temas como la igualdad de las mujeres, la protección de las minorías o la neutralidad del Estado en materia religiosa, integrar a los islamistas en la democracia, poner coto a la corrupción y establecer unos mínimos de justicia social. Y eso en un contexto económico regional y global muy negativo. El vaso no está lleno, por supuesto. Pero si se piensa que, hace menos de un año, estaba completamente vacío -al menos para los demócratas, tal vez no para los partidarios de la realpolitik y los negocios petroleros-, hay sólidas razones para el alborozo.


Las caídas de Ben Ali y Mubarak confirmaron a Gadafi en su idea de que el mejor modo de seguir en el poder era usar la máxima brutalidad. Respondió, pues, con sangre y fuego al comienzo de la rebelión libia, en febrero. Afortunadamente, cuando los rebeldes de Bengasi estaban a punto de ser masacrados, la comunidad internacional, liderada por París y Londres, supo reaccionar. Lo que estaba en juego no era solo el porvenir de Libia, sino el de toda la primavera árabe. Si Gadafi hubiera triunfado, el viento del combate por la libertad y la dignidad en el mundo árabe podrían haberse extinguido. La intervención internacional en Libia es un éxito al lado de la ilegal, contraproducente y desastrosa invasión de Irak.


Los triunfantes rebeldes libios van a tener que superar las contradicciones de todo tipo -ideológicas, políticas, personales, locales, tribales, de visión del papel de la religión en el Estado...- existentes en su seno. De lo que se trata es, ni más ni menos, que de construir desde prácticamente cero un país y convertirlo, además, en una democracia presentable. Libia tiene una identidad nacional reciente y escasa; a su lado, Marruecos, Túnez y Egipto son naciones viejas y relativamente cohesionadas.


Y a la primavera árabe también le queda un largo, retorcido y doloroso recorrido. Normal: lo iniciado en el norte de África y Oriente Próximo en 2011 es un nuevo ciclo histórico, algo que durará años, que tendrá avances, pausas y retrocesos, que conocerá victorias y derrotas. Porque no es la existencia de líderes y vanguardias leninistas lo que caracteriza a las revoluciones, sino la encarnación de ideas transformadoras en combativos movimientos populares. Ayer, la lucha de los árabes por su condición de ciudadanos se cobró su tercera pieza de caza mayor. El sirio El Asad tiene ahora muchas papeletas para ser la cuarta.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/primavera/arabe/abate/tercera/ficha/elpepiint/20111021elpepiint_8/Tes

Palabra de Epicuro

"No estropees lo que tienes deseando lo 


que no tienes; pero recuerda que lo que 


ahora tienes estuvo alguna vez 


dentro de las cosas que solamente 


deseabas" 


Epicuro




http://es.wikipedia.org/wiki/Epicuro

Aire - Cafres

miércoles, octubre 19, 2011

¿Golpe de Estado o revolución?


¿Golpe de Estado o revolución?      
Domingo Alberto Rangel

Lunes 03 de Octubre de 2011 09:48
La utilidad/pertinencia del gobierno bolivariano para los intereses norteamericanos y criollos que dominan nuestra economía es tan evidente que solo falta gravarla en las rocas de las montañas para que oriente el juicio de la posteridad. En 1992, cuando irrumpió Chávez a la cabeza de un puñado de golpistas, la crisis reinante en la economía nacional empezaba a abrir perspectivas revolucionarias en los confines más remotos del firmamento político. El país se dirigía hacia gravísimos choques entre el orden, encarnado por un Carlos Andrés Pérez que estaba como el tango fané y descangañado" y los estratos oprimidos de la sociedad venezolana. Si el año 1992 transcurre desenvolviendo sólo la agitación callejera, con un programa de agitación social resuelto hacia el cual se dirigían los destacamentos de un movimiento popular recobrado o que empezaba a recobrarse, el país habría visto en las postrimerías de 1992 una verdadera revolución popular. 

El golpe de Chávez, al crear entusiasmos en los militares golpistas, ninguno de los cuales era revolucionario y por el contrario tenían muchos fascistas, lo pervirtió todo. Empezamos a marchar tras el espectro del golpismo que fue, es y seguirá siendo un fraude histórico. Basta abrir el "dossier" del golpismo, desde el 18 de octubre de 1945, hasta hoy para convencerse, con un poco de raciocinio y mucho de honestidad que el golpismo o sea la coyunda entre civiles y militares para abortar, desviar o soslayar un choque frontal entre los barrios de la periferia de Caracas y otras ciudades y las camarillas reaccionarias de los cuerpos armados de la nación. El golpe era como un referee que suspende un match de boxeo cuando empieza a hacerse evidente que uno de los contendores caerá o perderá por nocaut. La suspensión de la pelea se haría para evitarles una situación tenebrosa al que ya sea candidato a oír, tendido en el piso del ring la cuenta fatídica.
 

No es la primera vez que se hace abortar o se desbarata un gran movimiento popular, hecho con girones calentados en la agitación popular mediante el recurso espurreo del golpe de Estado. El 18 de octubre de 1945 hizo abortar un movimiento sordo como el trueno lejano de los anocheceres que a medianoche ya es borrasca adueñada de todos los cielos. Un año más de agitación popular habría bastado para que una auténtica insurrección, conducida con tino y con firmeza por manos curtidas de experiencia, hubiera sido la culminación de la ruda lucha que para el 18 de octubre apenas estaba en los inicios de su ascenso. Lo mismo pasó en 1992 cuando los militares golpistas encabezados por Hugo Chávez sirvieron de conejillos de Indias a un programa de escamoteo del gran conflicto que apenas empezaba a esbozarse y no había cobrado por consiguiente toda su fuerza devastadora.
 

El 18 de octubre de 1945 y el 4 de febrero de 1992 tienen en común el hecho de haber sido maneras de sabotear, con gran agudeza lo que dejado en libertad para que creciera más, habría terminado enterrando a la vieja sociedad. Al insurgir el 4 de febrero o el 18 de octubre, el golpe cuartelero liquidaba la segura insurrección popular.
 

La insurrección podía haber triunfado o sufrido una derrota meses más tarde, de haberse consumado los golpes de aquellas fechas, pero aún así el golpe resultaba contraproducente por usurpador. Al abreviar la lucha insertando un episodio tan ajeno a los métodos del movimiento revolucionario, impidieron que cuajara la salida revolucionaria. La desviación que asoma el 18 de octubre y se repite el 4 de febrero es un escamoteo perfecto.
 

La tendencia al golpe de Estado se entroniza en la política venezolana con una fuerza aplastante y sin apelación. No hay político que no se convierta en un devoto del golpe. Y no hay para que la fórmula cuaje sin retardos ni dificultades, militar joven que no anhele la participación de ese "kino" de una perversa desviación. Desde el COPEI en la derecha hasta el partido Comunista en la izquierda se convierten en émulos de los adecos, buscando candidatos para una eventual alianza con gente de los cuarteles de la república. El 18 de octubre inaugura una modalidad en la política venezolana que no ha cesado ni ha perdido fuerza hasta ahora, es la obsesión del golpe de Estado. Cada jefe político en la calle sueña con esa lotería que significa la amistad o siquiera el intercambio con algún cabecilla militar. No tener amigos militares es una grave desgracia en la carrera de un cuadro político.
 

Los militares se han ido transformando en árbitros de la suerte de los jefes políticos. Hay dirigentes de partido cuya carrera se ha hecho por la circunstancia de su vínculo de consanguinidad con un alto jefe militar y no estamos aludiendo a Adán Chávez. Lo más grave, tratando de contabilizar como en un libro mercantil de partida doble, los activos y los pasivos que deja esta situación, en el plano más alto de la política, tenemos que la política venezolana es hoy una de las más conservadoras de todo el continente americano. Aunque ello no es obra de la sola influencia militar, pero ella resulta evidente entre las causas de esta tendencia mayúscula hacia la derecha.
 

Frente a esta evolución que a lo largo de más de sesenta años ha convertido al golpe de Estado en el único medio de cambiar el cuadro político del país, hay que ventilar, con desenfado si se quiere para que concite intereses, las diversas vías que pueden, en lo teórico, conducir al cambio de la situación popular. Desarrollar el análisis de los diversos instrumentos existentes para cambiar la situación y ligar cada uno de ellos a un equivalente interés de clase. Historiando el proceso venezolano desde 1945, ubicar a los políticos de la derecha y sus posiciones y por último examinar toda la política internacional y los diversos cambios registrados en la América Latina del último medio siglo ilustraría y enseñaría mucho
 (El Carabobeño, 02/10/2011, Lectura Dominical).-

El derrocamiento de Medina Angarita




Venezuela, sus hombres y sus hechos
El derrocamiento de Medina Angarita

Los Teques, 19 de octubre de 2011




El proceso del Golpe de Estado que se cumplió, tal día como el de hoy, en 1945 y que determino la salida del poder del Presidente Medina Angarita es uno de los hechos que más controversias y posiciones encontradas ha causado en el desarrollo de la historia contemporánea venezolana.-
Los que defienden y legitiman al Golpe de estado del 18 de Octubre de 1945 definen, desde su ángulo filosófico, que se trato de la sustitución de un régimen paternalista, heredero de la concepción personalista del poder por un Estado interventor, de amplia y sólida capacidad democrática y que los sucesos derivados de la actividad golpista, se constituyeron en un puente para acelerar, mediante hondas reformas de carácter y participación popular, el ascenso de las masas desposeídas a la conducción de su propio destino.-
Los que adversan los resultados del proceso insisten en que la precipitación de las fuerzas civiles y militares que protagonizaron el Golpe de Estado aplazaron, destruyéndolo, un tiempo que llegaría, producto de la pacifica renovación de los poderes públicos venezolanos. La ruptura del hilo constitucional aseguran, plantea muchas más dificultades que soluciones y trajo el atraso la posibilidad de progreso y , como directo resultado de sus errores, se instauro una dictadura a la vuelta de tres años.-
Sea cual sea la verdad los hechos se sucedieron con mortífera rapidez. Los disparos se empezaron a oír en la mañana del 18 de Octubre. La insurrección se declaro en acción pese a los esfuerzos del Presidente Medina Angarita en la Escuela Militar dominada por la insurrección, comandados por el Capitán Mario Vargas y donde se ubicó el comando del Movimiento. El Cuartel de Miraflores caía y el Cuartel San Carlos resistía el asedio.-
La asonada se convirtió en Gobierno treinta y seis horas después de haber comenzado. Más de 400 muertos fue el precio inicial. Fue un Golpe de estado típico, reconocido como tal incluso por su líder máximo, Rómulo Betancourt, lo que cambio el hilo constitucional de Venezuela.-
A las 10 de la mañana del 19 de octubre se instalo la Junta de Gobierno, alumbrada la escena con lamparas de kerosene mientras sobre Miraflores caían las balas de los franco tiradores. En esas condiciones se firmó el Acta Constitutiva del nuevo Gobierno presidido por Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Luis Beltran Prieto Gonzalo Barrios y los oficiales Mayor Carlos Delgado Chalbaud y Capitán Ejercito Mario Ricardo Vargas. Edmundo Fernández fue el séptimo miembro de la Junta que sustituyo a Medina Angarita.-
No se puede dudar que se estaba haciendo Historia. Se esta iniciando un largo proceso nacido de una acción militar. Fue, aunque muchos insisten en negarlo, la culminación de un proceso político que, por más de diez años, había dirigido la dirigencia y militancia de base de A D que alzaba las banderas de la participación del pueblo organizado en el ejercicio del Poder político nacional. En la creencia de esa teoría propuso, organizó y dirigió consignas y sus trabajos con vehemencia y decisión hasta lograr sus objetivos.

Juan De Dios Sánchez /Cronista de Baruta



http://www.diariolaregion.net/seccion.asp?pid=29&sid=1562&notid=116528



Material para comprender el 18 de octubre de 1945




















martes, octubre 18, 2011

El 18 de octubre de 1945




18 de octubre 1948  Los adecos al bate del poder (SIC)*

18 Octubre, 2011




El 16 de octubre de 1945 se realizó la última y decisiva reunión en la cual se acordó tomar la iniciativa insurreccional. A dicha reunión asistieron el mayor Delgado Chalbaud, los capitanes Mario Vargas y Horacio López Conde, los tenientes Edito Ramírez y Francisco Gutiérrez, quienes concluyeron que “estábamos descubiertos”. López Conde fue en busca de Rómulo Betancourt, con quien volvió a la reunión: “Rómulo se había opuesto desde un principio a la idea de ‘revolución’, pues tenía la creencia de que ‘los golpes de Estado despiertan rencillas y futuras sublevaciones’. Pero aquella noche estábamos decididos a todo y la urgencia de un cambio se imponía de cualquiera manera. Ante la peligrosa noticia que se tremolaba como bandera de nuestro Congresillo, nos dijo: ‘no queda más remedio sino dar el golpe en esta misma semana’ ”. (La Verdad Inédita.)
En la noche del 17 de octubre, Acción Democrática convocó una reunión pública en el Nuevo Circo de Caracas, dentro de un ambiente caldeado. Rómulo Gallegos, enérgico, reafirmó consignas democráticas y clausuró Betancourt con un discurso de una hora, claro y sentencioso: “Se plantea que nuestra proposición significa un golpe de Estado pacífico. Nosotros admitimos que aspiramos a un golpe de Estado pacífico, es decir, que procuramos encontrarle una salida evolutiva a la compleja situación política del país. Pero esta aspiración evolutiva se frustrará si quienes gobiernan continúan en su actitud de insólito desdén a la opinión”.
Los tiros comenzaron al promediar la mañana del 18 de octubre. El Presidente Medina, conocedor de nombres y detalles del plan conspirativo por una delación de última hora, había ordenado en la madrugada medidas de emergencia, detenciones de oficiales, acuartelamiento general, preparación de tropas para combatir. Pero ya era tarde. Fusiles y ametralladoras sonaban en el Cuartel San Carlos. Se peleaba.
AD suministraba grupos militantes del Partido a los cuarteles contribuyendo a echar por tierra a un régimen anacrónico que negaba al pueblo la libertad del sufragio y manejaba a la nación como pertenencia privada de una camarilla personalista. La sangre de más de 400 militares y civiles se vertió en la fulminante contienda. 36 horas después de iniciada, ya se organizaba en Miraflores la Junta Revolucionaria de Gobierno. Dijo Betancourt: “El Gobierno de facto nació de un golpe de Estado típico y no de una bravía insurgencia popular. Lo que tenía de negativo tal circunstancia no necesita ser subrayado”.
Había la indeclinable decisión de que el Gobierno provisional le diera al país un viraje revolucionario. Se instaló en la noche del 19 de octubre en el Palacio Presidencial, con balas de francotiradores cayendo sobre el feo caserón crespero.
Se firmó el acta constitutiva de la Junta, presidida por Betanocurt e integrada por Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Gonzalo Barrios, los militares Carlos Delgado Chalbaud y Mario Vargas, y Edmundo Fernández. Los militares del golpe cedieron los puestos de mando a los civiles, quienes gobernaron dejando la impronta del ideario profesado por Acción Democrática, resultado de la fe en el pueblo organizado, de la decisión para nuclear al sector de oficiales del Ejército de mentalidad democrática y de la confianza en que Venezuela sí podía ser gobernada por hombres sin uniforme, dispuestos a respetar la magistratura civil.
En la primera declaración oficial de los objetivos de la Revolución se afirmó que el Gobierno provisional tendría como “misión inmediata la de convocar al país a elecciones generales, para que mediante el sistema de sufragio directo, universal y secreto” pudieran “los venezolanos elegir sus representantes, darse la Constitución que anhelaban y escoger el futuro Presidente de la República”.
Se anunciaba que los ex Presidentes López Contreras y Medina Angarita, detenidos junto con algunos de sus más destacados colaboradores políticos y militares, “no sufrían ni sufrirían vejamen en sus personas ni atropellos de ninguna naturaleza”. Y se anunciaba que de inmediato se adoptarían medidas encaminadas a moralizar la administración pública, “a abaratar el costo de la vida y a elevar las condiciones económicas y sociales en que vive el pueblo”. Ahí se dijo: “En esta hora, la nueva Venezuela afirma su voluntad de hacer historia”.
La mayoría de los venezolanos, de todos los estratos sociales, saludó jubilosamente el advenimiento de octubre. Estudiantes, maestros, profesionales, campesinos, representantes de los organismos económicos, sindicatos, campesinos y obreros festejaron la victoria. Hombres civiles –muchos de los cuales no eran adecos pero tenían la confianza pública- fueron a todos lo cargos administrativos, exceptuando Defensa (Delgado Chalbaud) y Comunicaciones (Mario Vargas). La prensa liberal y democrática del mundo saludó con alborozo el establecimiento de un Gobierno de raíz popular. Todo el universo comunista, nacional e internacional, fue hostil a la Revolución, con un resentimiento sectario frente al Partido que los había derrotado constantemente en la conciencia del pueblo.
La reacción regimentada de los comunistas frente a la insurgencia popular venezolana no era producto de la miopía política. La consigna venía desde la propia Meca y fue impartida a los fieles creyentes con rigor dogmático, reflejando el pensamiento del areópago stalinista: “Todo lo sucedido en Venezuela huele a petróleo”, y mentía descaradamente: “Desde 1943 el Gobierno de Medina intentó obligar a las empresas extranjeras a modificar los términos de las concesiones y de los contratos, que eran indudablemente desfavorables para Venezuela”.
Sin decirlo expresamente, los soviéticos establecían una evidente conexión entre el estallido del 18 de octubre y la política petrolera del Gobierno derrocado. Resultaban así los adecos poco menos que instrumentos de los rencores del cártel de los petróleos y, por supuesto, jamás podrían “representar una tendencia más democrática que el Gobierno anterior”.
La posición asumida por las Cancillerías fue expectante. En Washington y Londres, capitales económicas de la Venezuela petrolera, la inesperada noticia de le Revolución arrebató reposados sueños burocráticos, pero doce días después del 18 de octubre, ya la mayor parte de los gobiernos habían restablecido relaciones con Venezuela, declarando muchos que lo hacían por considerar que la opinión pública nacional respaldaba al nuevo régimen.
La historia ha venido demostrando que la Revolución venezolana del 18 de octubre de 1945 fue culminación de un proceso histórico indetenible. Y que sin la audaz actitud adeca de conducirla y canalizarla, siempre hubiese estallado, pero con las solas características del motín cuartelario. La conducta de los hombres de Acción Democrática que actuaron en la gestación del 18 de octubre, responde a diversas interrogantes formuladas a través del tiempo.
Dijo Rómulo Batancourt: “Pero falta por decir que si el origen mismo de ese golpe de Estado es materia controvertible, tal debate resultaría escarceo académico, y hasta teológico, ante el hecho cumplido de la democratización institucional, del saneamiento inexorable de las prácticas administrativas y de la política petrolera enérgicamente nacionalista, realizados por el Gobierno que de aquél nació”. (Venezuela, Política y Petróleo.)
La historia tiene comprobado que las conmociones sociales de auténtica raíz revolucionaria, sea cual fuere su signo ideológico, se comportan siempre en sus inicios con extrema tolerancia hacia los vencidos. Así sucedió en 1945. Aunque los ex Presidentes López y Medina, y una veintena de sus colaboradores más destacados, fueron extrañados del país, el resto de sus copartícipes disfrutó de absoluta libertad dentro del país y lanzaron una ofensiva enconada e implacable contra un estilo de Gobierno lesivo a sus muy personales intereses.
Periódicos amamantados en la ubre gomecista, corresponsales de un pasado siempre vivo en la memoria de quienes los hacían, atados por intereses económicos y políticos a los sectores desplazados del poder, disfrutaron de plena libertad para emprender una campaña sin cuartel contra el nuevo orden de cosas. Eran “los que se humillan en las cadenas y se insolentan en los motines”.
El pueblo, que no entiende muchos de gestos caballerescos, arrugaba el ceño. Su descontento se hizo ostensible cuando se anunció que los jerarcas de los regímenes posgomecistas habían salido del país, sin ser juzgados previamente por su conducta como gobernantes en estrados judiciales.
El Ministro de Relaciones Interiores, Valmore Rodríguez, debió entonces acudir ante los micrófonos de la Radioemisora Nacional a explicar a la opinión pública, en nombre del Gobierno, que no era por debilidad del régimen revolucionario que así se procedía, sino por confianza en su estabilidad.
Otra factor condicionaba también la conducta adeca. Querían limpiar la obra en trance de iniciarse de toda traza de retaliación personal. Habían llegado al poder con un bagaje de ideas concretas de política y administración, macerado a través de años de meditación y estudio, y estaban deseosos de echarlas a andar. Por eso fue que se pusieron a la faena creadora desde el momento mismo de entrar a Miraflores. Y esas son las raíces que seguiremos extrayendo…


http://www.noticierodigital.com/2011/10/18-de-octubre-1948-los-adecos-al-bate-del-poder/


 *Nota: No entendemos por qué razón aparece en el título la fecha cambiada, asumimos que es un error de los técnicos encargados por noticiero digital al transcribir en html.

El 18 de octubre de 1945






El 18 de octubre de 1945/José Alberto Medina Molero




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Hace exactamente 66 años se produjo un hecho histórico-político que cambió el curso del país en 180 grados: el golpe de Estado contra el gobierno constitucional del general Isaías Medina Angarita. Una extraordinaria y por demás curiosa combinación de elementos se dieron cita para que se gestase esta asonada que trajo tantas vertientes a la historia nacional: la testarudez de Medina, el afán continuista de López Contreras, la impaciente ambición de Betancourt, lo taimadamente astuto de Pérez Jiménez, la súbita locura del doctor Diógenes Escalante, virtual presidente en ciernes y la tímidamente osada actitud del comandante Delgado Chalbaud se mezclaron para desencadenar este suceso que luego de casi siete décadas no está del todo claro.


El doctor Simón Alberto Consalvi, en un reciente artículo sobre las revoluciones, citaba un pensamiento impactantemente lucido de Octavio Paz: “muy pocas veces la historia es racional; todo aquel que la haya frecuentado sabe que siempre hay que contar con un elemento imprevisible y destructor: la pasión de los hombres, su ambición y su locura”. La conspiración militar, como tal, venía cocinándose a fuego lento desde tiempos previos al fatídico mes de agosto de 1945, ocasión en la que el más inesperado de los males de la mente afectaron la salida consensual de la designación del doctor Escalante como Presidente de la República, llamado, por cierto (al menos era parte de los acuerdos no escritos), a reformar la Constitución para así permitir la elección directa, universal y secreta del primer mandatario nacional. En ese mes de borrascas se desata toda una sarta de acontecimientos que coronaron la violenta salida. Precisamente, lo intempestivo de la enfermedad de Escalante, así como a la escogencia, sin consenso ni consultas con el resto de las fuerzas políticas por parte del presidente Medina Angarita, de su ministro de Agricultura y Cría, Ángel Biagini, para reemplazar al enloquecido y malogrado candidato de consenso fueron tomadas por el grupo conspirativo como perfectas excusas para proceder con el movimiento armado, al cual se había invitado a un cenáculo de AD, representado por Betancourt (secretario general), Leoni, Prieto y Gonzalo Barrios (miembros del CEN). Todo esto estaba entroncado con la obstinada pretensión del general y ex presidente Eleazar López Contreras de regresar a Miraflores, profiriendo amenazas veladas como aquella según la cual “él no tenía su uniforme de campaña de general en jefe para guardarlo como reliquia histórica, sino para usarlo en caso de que fuera necesario”. Para AD, partido relativamente pequeño para ese entonces, era extremadamente importante controlar el gobierno, ello se evidenciará en el crecimiento hiperbólico logrado por esa agrupación política en los tres años que concluyen con una nueva asonada en noviembre de 1948. Golpe dado por sus socios de 1945.Ésta del 18 de octubre fue una lamentable tragicomedia de enredos y apetencias, de ausencia de diálogo y negociación política, que quizás (nunca es seguro) hubiese conjurado la situación en desarrollo. Con la fuerza de los acontecimientos aparecen dos militares jóvenes complotados: Marcos Pérez Jiménez, quien organizará más adelante algunas elaboradas estrategias para quedarse con el poder total, y Carlos Delgado Chalbaud, un oficial asimilado, culto, profesional de la ingeniería, extranjero en su propia patria, irresoluto, pero con destellos de audacia, mezcla aciaga que le llevará cinco años más tarde a una irremediable cita con la muerte.A la distancia, estos acontecimientos, como los importantes que se recogen en la historia nacional y universal, pueden brindarnos enseñanzas prácticas, mostrarnos lecciones que nos ayuden en el armonioso desarrollo político de esta patria en la que debe prevalecer el diálogo y no la confrontación estéril y fratricida que impulse a situaciones límites, en suma: una democracia ejercida por verdaderos demócratas. Una democracia genuina y constructiva.


Jamedina11@gmail.com


Isaías Medina Angarita


Isaías Medina Angarita

RAFAEL EDUARDO ABREU |  EL UNIVERSAL
miércoles 5 de octubre de 2011  03:26 PM
El pasado 15 de septiembre se conmemoró un año más de la desaparición física del llamado "Soldado de la libertad", el general Isaías Medina Angarita. Este destacado tachirense egresado de las primeras promociones de la Academia Militar de Venezuela y cuyo gobierno estuvo caracterizado por un amplio compás de libertades ciudadanas, fue el impulsor del Plan de Modernización de la Caracas de los años 40, edificando el complejo urbanístico "El Silencio", de la mano de Carlos Raúl Villanueva y Francisco Narváez, obra que aún constituye un icono arquitectónico en pleno centro de la capital.


 Cabe destacar que, durante su gestión gubernamental se desarrolló un clima político de respeto y tolerancia evidenciado en una libertad de expresión sin ningún tipo de restricción, como nunca vista en el período de la llamada "hegemonía andina", la cual se inició con el caudillo de Capacho, Cipriano Castro, seguido de los veintisiete interminables años del benemérito Juan Vicente Gómez y, pasando por el período López Contrerista hasta 1945.


 Con Medina, se crea la Organización de Bienestar Estudiantil OBE -pionera en el país-; se inicia el proceso de cedulación en Venezuela -cuya Institución en la actualidad lleva por nombre Saime-; se concede el voto a la mujer venezolana para elegir concejales, se ponen en vigencia legal tres instrumentos normativos fundamentales para el desarrollo económico, político, social y soberano de la nación como lo fueron la Ley del Impuesto Sobre la Renta la cual le dio fortaleza a la estructura impositiva del Estado; la Ley de Hidrocarburos -para muchos una piedra en el zapato para las trasnacionales que explotaban el "oro negro" en suelo venezolano-; y, la Ley de Reforma Agraria amplia y abiertamente discutida con los diferentes sectores. De igual forma, se crea el Instituto Central de los Seguros Sociales -organismo que posteriormente fue convertido en un barril sin fondo por gobiernos de raigambre adeca y copeyana-; y una política exterior a la altura de los grandes acontecimientos bélicos que azotaban la geografía mundial, llegando a ser el primer presidente venezolano en emprender una gira internacional hacia los países bolivarianos, con un recibimiento caluroso y afectuoso por parte de estos últimos.


 Todo esto sin contar las innumerables obras públicas iniciadas y terminadas en su mayoría tales como embalses, acueductos, carreteras, centros asistenciales (Maternidad Concepción Palacios), centros de enseñanza pedagógica (liceos Andrés Bello y Fermín Toro), la División de Malariología, el Archivo Nacional Histórico, la donación del edificio del Colegio de Ingenieros, la plaza La Concordia y la patriótica recuperación de la Isla de Patos que estuvo por muchos años ilegítimamente bajo bandera británica.


 Ahora bien, vale la pena formular la interrogante del autor venezolano Carlos Alarico en su obra "El Poder Andino": ¿Qué pudo haber pasado para que Medina hubiera tenido como premio a sus esfuerzos el derrocamiento, la cárcel, un juicio por peculado y el destierro? Sobre la base de este planteamiento es preciso recordar las palabras de la escritora nacional Nora Bustamante:"lamentablemente los políticos, funcionarios y militares de la época no estuvieron a la altura del compromiso de reconocer los méritos de un Presidente democrático y abierto a todas las tendencias, porque solo escogieron el camino más acomodaticio y menos noble, el del silencio." A mi modo de ver las cosas, sencillamente se impuso la unidad básica de la historia política venezolana y lo que siempre la ha caracterizado, la intriga palaciega, liderizada por un grupo de políticos oportunistas entre ellos Rómulo Betancourt, quienes al mismo tiempo que apoyaban al candidato de Medina (Diógenes Escalante) conspiraban con el grupo castrense que dio el golpe aquel nefasto 18 de octubre de 1945, que no fue otra cosa que un fraude histórico que daba suntuosa inauguración a una modalidad en Venezuela, la cual no ha cesado ni ha perdido fuerza hasta ahora: La obsesión del golpe de Estado. 
Abogado y Juez Penal