lunes, marzo 05, 2012

De cómo los jeans conquistaron al mundo





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De cómo los jeans conquistaron el mundo



04-03-2012 02:29 pm
BBC Mundo

Stephanie Hegarty






Cómodos, duraderos, versátiles. Comenzó siendo la vestimenta de la clase obrera del oeste de EE UU, se tornó en un símbolo de rebeldía y terminó siendo la pieza obligada en los armarios del mundo


Es difícil encontrar una prenda tan ampliamente aceptada, usada y amada en el mundo como los jeans. El símbolo clásico del oeste estadounidense ahora es un elemento básico en todos los armarios. ¿Cuál es la razón?

Los usan los vaqueros, sí. Pero también las supermodelos, los agricultores, los presidentes y las amas de casa.

Si le pregunta a cualquier grupo de personas por qué se viste con jeans es probable que obtenga varias respuestas. Para algunos son cómodos, duraderos y fáciles de combinar, mientras que para otros son frescos y hasta sexy. Los pantalones de jean significan distintas cosas para cada persona y puede que allí resida su atractivo.

Se trata de un tema que ha sido poco estudiado, dice el antropólogo Danny Miller, cuyo libro 'Blue Jeans' se publicará el próximo mes.

En todos los países que ha visitado -desde Filipinas hasta Turquía, India y Brasil- Miller se ha detenido un día cualquiera a contar las primeras 100 personas que ve pasar. El resultado de su pequeña encuesta reveló que casi la mitad de la gente vestía pantalones vaqueros.

Los jeans están en todas partes, asegura, con la excepción de extensiones rurales de China y Asia meridional.

La razón de su éxito tiene mucho que ver con su significado cultural además de su diseño.

Nacieron como ropa de trabajo para los trabajadores de granjas y minas del oeste de Estados Unidos a finales siglo XIX.

A un sastre de Nevada llamado Jacob Davis se le pidió que hiciera un par de pantalones resistentes para un leñador local y a él se le ocurrió la idea de reforzar con remaches. Los pantalones terminaron siendo extremadamente duraderos y pronto se generó una enorme demanda.

Davis se dio cuenta del potencial de su producto, pero no tenía el dinero para patentarlo. Así que le escribió a su proveedor de telas, el comerciante de San Francisco, Levi Strauss, en busca de ayuda.

El nacimiento
'El secreto de los pantalones son los remaches que puse en los bolsillos', dijo. 'No puedo hacerlos lo suficientemente rápido. Mis vecinos sienten celos de este éxito'.

Los Levi's, como luego se les conoció a los pantalones patentados, se realizaban en dos tipos de telas: lienzo y mezclilla.

'Muy pronto supieron que la versión hecha de mezclilla era la que iban a vender', dice Pablo Trynka, autor del libro 'Denim: de los cowboys a las pasarelas'. La mezclilla era mucho más cómoda y su tinte índigo le otorgaba un carácter único.

Ese color, al que también se le conoce como añil, no penetra en el hilo del algodón al igual que otros tintes, sino que pinta el exterior de cada hilo. Estas moléculas se desgastan con el tiempo y ello es lo que provoca que el tejido se desvanezca.

'¿Por qué se vendían?', se pregunta Trynka. 'Porque la mezclilla cambiaba de color con el tiempo y de alguna forma reflejaba la vida de la gente'.

Debido a su facilidad para descolorarse, la mezclilla se vendía cruda: sin lavar y sin tratar. A comienzos del siglo XX los trabajadores se dieron cuenta de que podrían encoger sus pantalones para que les quedaran más cómodos.

No sólo eran más duraderos, sino que comenzaron a contar la historia del trabajador y de su oficio.

'Los jeans son la cosa más personal que alguien puede vestir', dice Miller. 'Ellos visten al cuerpo'.

La explosión inicial de la mezclilla en el mundo de la ropa casual, sin embargo, tuvo que ver más con el hecho de que los pantalones vaqueros se habían convertido en un símbolo.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, los jeans se usaban solo en los estados del oeste de Estados Unidos. En el este se relacionaban con imágenes románticas del vaquero -resistente, independiente y estadounidense- pero también con las zonas rurales y la clase obrera.

Los pudientes del este escapaban de su monótona vida suburbana hacia los ranchos en el oeste del país, en donde entonces podían jugar a ser vaqueros y vestir jeans sólo como parte de esa experiencia.

'Representaba un cierto prestigio, una cosa mágica', dice Lynn Downey, historiadora de Levi Strauss & Co. Sin embargo, cuando regresaban a Connecticut o Nueva York, los jeans volvían al armario.

Pieza solidaria
Cuando se empezaron a usar como ropa casual, representaban un símbolo de rebeldía: el espíritu capturado por Marlon Brando en la película de 1953 '¡Salvaje!' y por James Dean, dos años después en 'Rebelde sin causa'.

'Si eras un muchacho de 15 años en 1953, querías ser Marlon Brando', dice Downey.

'Los diseñadores de vestuario de Hollywood vistieron a todos los chicos malos con jeans'.

Dean y Brando vestían vaqueros incluso fuera de la pantalla. Ambos representaban una contracultura subversiva: a los jóvenes soldados que acababan de regresar de la guerra y recorrían EE.UU. en motocicletas, en lugar de mudarse a los suburbios y tener hijos.

'Ellos revolucionaron el sistema estadounidense porque no estaban conformes y lo hicieron vistiendo jeans', asegura Downey.

Tanto así, que los pantalones fueron prohibidos en las escuelas de costa a costa. Una decisión que solo aumentó el fervor de los adolescentes por los jeans.

Fuera de Estados Unidos la tendencia también comenzaba a volverse popular. Muchos de los soldados en Europa y Japón durante la guerra pertenecían a la clase trabajadora de los estados occidentales. Cuando no iban de uniforme, vestían con orgullo sus pantalones vaqueros como si se tratara de un símbolo de su hogar.

Los pantalones representaban el modo de vida estadounidense, más relajado y más feliz, por el que los europeos sentían curiosidad.

Durante la década de los 60, los jeans también se habían extendido a la clase media estadounidense. Los estudiantes universitarios empezaron a usarlos durante sus protestas como una muestra de solidaridad con la clase obrera, que resultaron los más afectados por la guerra y la discriminación racial.

Sin embargo, los pantalones vaqueros no eran sólo un símbolo de democratización. También pusieron a diferentes clases sociales en el mismo campo de juego. Se trataba de una pieza asequible y resistente, que lucía bien, como nueva, y que además no necesitaba ser planchada o lavada con frecuencia. Se adherían al cuerpo, como si se tratara de una ropa fina y hecha a la medida. Una característica que se volvió especialmente importante para las mujeres, que entonces -al igual que ahora- le prestaban mucha atención a las medidas.

Un reflejo
Esta versatilidad, la capacidad de adaptarse a todos, es el secreto de la supervivencia de los jeans como pieza básica.

En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cada subcultura juvenil -los rockeros con sus jeans ajustados, los hippies con sus pantalones campana o los punks con vaqueros rotos o desgastados- ha puesto su sello en los jeans.

'Era un uniforme individual -una contradicción- pero que aún funciona hoy en día', explica Paul Trynka. 'Los jeans todavía tienen un sello individual aunque se compren en tiendas'.

En su libro, Miller sostiene que se han vuelto tan corrientes que ahora son un símbolo de lo común, una prenda de vestir que la gente usa para sentirse cómoda y encajar.

'Los jeans se han convertido en una pieza fundamental y neutral. Si quieres demostrar que eres relajado o si quieres relajarte, te pones los pantalones vaqueros', dice Miller.

Pero Trynka cree que aún encierran un símbolo de juventud, por su facilidad y naturalidad, que aleja a los jeans de ciertas personas.

'Una vez George W. Bush y Tony Blair salieron a la calle en jeans, luego de una cumbre. Quisieron transmitir que eran gente normal, pero la verdad es que lucían un poco idiotas'.

Muchos puristas incluso se sintieron ofendidos por el aspecto inmaculado de los pantalones de los mandatarios, pues muchos evitan lavar sus jeans durante tanto tiempo como sea posible. Sin embargo, el tejido tiene una capacidad aún inexplicable para mantenerse limpio.

El año pasado, un estudiante de microbiología de la Universidad de Alberta, Josh Le, vistió el mismo par de jeans durante 15 meses sin lavarlos, para luego medir su contenido bacteriano.

Hizo el experimento dos semanas después de lavarlos y encontró que el contenido bacteriano seguía siendo el mismo.

'Esto demuestra que, en este caso al menos, el crecimiento de bacterias no es mayor si los pantalones vaqueros no se lavan con regularidad', señala Rachel McQueen, profesora de ciencias textiles, que trabajó en el informal experimento científico.

Pero aunque la gente use distintos tipos de jeans, los estilos más tradicionales siguen siendo los más populares.

'Son simples, para nada complicados', dice Downey al describir los clásicos Levi's 501. 'Son solo mezclilla, hilos y remaches'.

El jean sin adornos sigue siendo especial, explica Trynka.

'No se trata solo de un material en tres dimensiones, es de cuatro dimensiones, ya que cambia con el tiempo también. El eterno atractivo de los pantalones vaqueros es que nos reflejan y también reflejan las vidas que hemos experimentado en ellos'.


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