Diótima
Toda la noche el mar estuvo rondando el lecho de los amantes
Después de mucho huir
los amantes se disponían despaciosamente al gozo
dejando atrás por un instante montañas y ciudades
Los amantes se miraban a los ojos y reían
ebrios de ansiedades y de miedos
Los brazos se desprendían de los amantes
como peces inéditos en un mar nunca antes visto
y los labios eran insistentes embarcaciones
que surcaban el horizonte de los cuerpos
hasta quedarse en las profundidades de los mares más obscuros
El cansancio permitía leves treguas a los amantes
Sólo se escuchaba el mar a lo lejos
el zumbido del ventilador
y retazos de alguna película antigua
Toda la sed vino a concentrarse
en la medianoche de los amantes
Sus almas atormentadas
anhelaban la brisa fresca de los almendros
pero el lecho ardía como un bosque de pinos
y los amantes corrían desesperados
como dos ciervos heridos
en busca del cortafuegos del día
Fue el posadero quien vino a salvarlos
Llamó a la puerta en la alta madrugada
mientras el mar empezaba a retirarse
y un barco pirata anunciaba su inminente partida
Ella musitó entredormida:"Vamos, se hace tarde"
Él sólo alcanzó a decir:"Quiero hundirme en tus labios
como en el río Leteo
y olvidarme para siempre"
Gonzalo Fragui
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