Homenaje a EUGENIO MONTEJO a un mes de su partida
Un Poeta nunca muere, sigue viviendo en cada uno de sus poemas. Entonces, por qué enterrar a nuestros Escritores como si no hubiesen existido, como si sus vidas no nos hubiesen marcado, como si no fuesen hacedores de la historia. Se nos murió Hanni Ossott, Elizabeth Schön y guardamos silencio. Se nos murió Adriano González León y callamos. Hace dos semanas se nos murió Eugenio Montejo. No podemos quedarnos indiferentes, que el minuto de silencio sea un poema. Si lo sientes profundamente, si sus versos resuenan y tocan tu humanidad, si lo recuerdas,
te invitamos a homenajearlo, a un mes de su partida.
El lunes 7 de julio, en el transcurso del día, estés donde estés, en Caracas, en el interior o el exterior de Venezuela, solo o acompañado, haz un alto y lee en voz alta un poema de Montejo. Si puedes, forma un grupo y lee en público, acércate a un espacio abierto, a un café literario, a una galería de arte, a una librería. También pide a los profesores de las universidades, de los colegios, que dediquen en su clase un espacio al poeta. Llama a las emisoras de radio que conozcas y pide a los locutores que se sumen a esta iniciativa. Te sugerimos elijas el poema de Montejo que más te guste. Si no tienes a mano uno, puedes disponer del poema transcrito abajo. Seamos un MICRÓFONO ABIERTO para la poesía.
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Autores Venezolanos
Astrid Lander e Isabel Cecilia González
LA POESÍA
La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
-ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.
Del poemario Adiós al Siglo XX (1992)
EUGENIO MONTEJO
La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
-ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.
Del poemario Adiós al Siglo XX (1992)
EUGENIO MONTEJO
1 comentario:
Excelente poema y poeta...
Un abrazo
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