domingo, junio 08, 2008

L´amante de Natasha Tiniacos

Natasha Tiniacos






L’amante


(poema cinematográfico pensado para ocho milímetros que ya filmaron otros)


Su meñique.

Su meñique sobre ella que aún huele a lolly pop de uva.

Se acerca como una bestia compasiva con su presa

acaso al principio,

porque al embestir somete su mano como lo que es,

pues,

como un salvaje

y la sostiene.



Ella mira por la ventana,

se concentra en los transeúntes,

en sus sandalias,

sus paraguas rojos,

sus bolsas cargadas de hortalizas.

No responde a la invitación de cinco dedos,

no sabe cómo,

aunque si hay algo irremediablemente claro

y vivo,

sobre ese asiento trasero,

es su cuerpo endureciéndose

e inclinándose al otro.



El carro se sacude sobre el camino de piedra.

Se detiene después de la curva.

Ella, tierna, se baja.



Al tiempo piensa en la mirada de sable

que la invadió en el trasbordador

y ve en su mano

la vena de su infancia,

rota.



Sale corriendo.

Corre sin detenerse.



Va por una calle angosta

acelerada,

cubierta en sudor,

sin poder disimular la curiosidad

detrás del vestido que tejió su madre

en lino ordinario

para que sus tetillas develaran el secreto.



Se tropieza con los caminantes

con los niños que salen del colegio

con los vendedores que arrastran sus carretas

tan semejantes

a ella que empuja ese pedazo de algo

incontrolable, nuevo,

eso que llaman,

algunos (creo),

virgen.



Llega a la habitación blanca,

vacía, casi.

La puerta se abre

Entra.

Las cortinas se baten violentamente.

Él aparece con un atuendo impecable,

contenido en su traje amarillo,

es un pájaro triste.

Sus músculos.

Sus brazos en primer plano.
Sus brazos tan definidos como tomates secos.

Su cuello como las horas difíciles.



Y es húmeda.

Su lengua es húmeda

y la envuelve como un aguacero.

Sus papilas saborean sus costillas y sus muslos.

Ella se encarama. La carga.

Es su niña.

Su niña ahora sí desvestida,

muñeca de glúteos descubiertos y blanquísimos.



Él susurra en su idioma fluido.

Sin traducción.

No importa ese ruido,

en la cama

toda lengua es animal muerto.



Ella se pinta la boca por primera vez para besar su espalda,

para dejar pista de su ruina

porque al descender

al abismo furioso de su pelvis

no tendrá puta idea

de cómo volver.



Estallan sobre el piso como figurillas de cristal Swarovski.

Afuera,

también;

una lluvia terrible.



Natasha Tiniacos


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