El largo viaje de
las Lanzas Coloradas
las Lanzas Coloradas
26-Nov 07:50 amJosé Tomás Angola
Qué motiva a Uslar a escribir esta novela? El propio autor en infinidad de entrevistas expone los resortes que operaron en él.Papel Literario lo recuerda a 80 años
En la primavera de 1930, Arturo Uslar Pietri escribió su primera novela: Las lanzas coloradas. Uslar era entonces un joven de 24 años y desde 1929 vivía en el París del surrealismo que tanto le cautivó. Don Arturo se desempeñaba como Secretario del embajador venezolano, que no era otro que César Zumeta, un brillante político positivista, profundo conocedor de la historia nacional y, sin duda, la influencia intelectual más relevante que tuvo Uslar en esos años. Zumeta, como dijera Paz Castillo: "más que un hombre, era un estilo".
Pero el joven Arturo fue igualmente impactado por los afectos que hizo en la capital francesa. No sólo la conocida cofradía con Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier, sino las amistades más accidentales que entabla por su asistencia a las tertulias de Ramón Gómez de la Serna en el Café La Consigne. Allí Uslar conoce al gaditano Rafael Alberti, al guatemalteco Luis Cardoza y Aragón e, incluso, ve pasear las estampas de Dalí y Buñuel.
Pero también es la ciudad que bulle al recibir la traducción al francés del Ulises de Joyce.
Por la labor de Auguste Morel entre 1924 y 1929, bajo la supervisión del gran Valery Larbaud, la historia de Leopold Bloom y Stephen Dedalus es vertida a la lengua de Molière.
La novela del irlandés ya había sido publicada en París, en su idioma original, en 1922 gracias al esfuerzo de Sylvia Beach y la Shakespeare & Co, book shop enclavada entonces en el 12 de la calle Odeón, lugar que Uslar frecuentó y al que se refiere en su libro Las nubes. ¿Habrá leído en esa época la novela de Joyce? No hay pruebas de que lo haya hecho, ni en inglés o francés. Es una simple inferencia pues la primera versión en español del Ulises es publicada en Buenos Aires en 1945, a cargo de José Salas Subirat. Sin embargo, se intuye que la leyó por la sencilla razón de que Las lanzas coloradas es la primera novela venezolana en donde se hace un uso consciente del monólogo interior, en especial en el brillante último capítulo.
O leyó la obra del irlandés o abrevó en las fuentes que la influenciaron: Les lauriers sont coupée de Edouard Dujardin, donde el monólogo interior se descubre para la literatura. La novela de 1888 bien pudo ser lectura del joven Uslar, y no es descabellado suponer que incluso vio alguna vez al viejo maestro francés en algún café. Lo que queda claro es que en Las lanzas coloradas se exponen recursos narrativos que años después serán usados por Rulfo, García Márquez o Vargas Llosa. En la novela abundan técnicas como el racconto, cuando la historia salta hacia el pasado de las familias Fonta y Arcedo, o los profusos flashbacks, más castizamente llamados analepsias, con los que se rememoran sucesos (destacables son los recuerdos de la Carvajala mientras lava el pañuelo con el que limpió las heridas de Presentación Campos). Aunque es Cubagua, la magistral creación de Enrique Bernardo Núñez, la que se señala como la primera novela nativa que se vale de esas técnicas, Las lanzas coloradas aparece impresa unos meses antes, hecho que se suele obviar.
¿Qué motiva a Uslar a escribir esta novela? El propio autor en infinidad de entrevistas expone los resortes que operaron en él.
En 1929 fue espectador maravillado de una película soviética, dirigida por Pudovkin, llamada Tempestad sobre Asia. Ese filme y la proximidad del centenario de la muerte de Bolívar (1930) lo llevan a plantearse la necesidad de hacer algo que potencie dicha conmemoración. Se cartea con Rafael Rivero en Caracas, el popular Tío Nicolás, entonces embarcado en el cine al ser director de los Estudios Ávila. No queda muy claro si fue Rivero el que le pide un guión o si es Uslar el que propone la idea, el asunto es que nuestro autor se enfrasca en la escritura de un libreto de cine sobre la Independencia. Cuando el proyecto no cuaja, Uslar decide convertir el material en novela.
Es esa la razón por la que Las lanzas coloradas posee un trepidante ritmo cinematográfico, pleno de metáforas que recuerdan su procedencia fílmica, de descripciones poderosamente plásticas y coloridas, más para sugerir planos y ángulos que para hacer literatura. Sin embargo, allí radica uno de los valores que la hacen imperecedera. Uslar Pietri le lee el manuscrito a Asturias y Carpentier en tenidas en el Café Falstaff de Montparnasse. Hay por cierto un guiño en la obra que ocurre cuando se narra una conversación entre el capitán David y la ingenua Inés Fonta. El inglés le pregunta a la dama si conoce a Shakespeare y ella en su ignorancia provinciana dice que no. Entonces el romántico extranjero le habla, no de Hamlet u Otelo, sino de John Falstaff, el personaje obeso y ladino que motiva todo un pasaje de ensueño sobre los silfos. Pocas veces se ha destacado este fragmento, que tiene mucho de boutade para con sus cofrades del Café Falstaff. Con respecto a este personaje, el capitán George David, existen muchas teorías que ubican al hannoveriano Johann von Uslar, el primer antepasado de Uslar en Venezuela, como modelo. Pero pocos reparan en el uso que hace el autor del poeta romántico por excelencia, Lord Byron.
No por nada lo bautiza George, como al bardo, y es interesante recordar entonces, como posible dato anecdótico que inspira a Uslar, que el velero de Byron se llamaba Bolívar. El apellido que don Arturo le endilga al inglés es David, que en hebreo significa "el amado", un rey bíblico reconocido por apasionado. Esta estrategia de nombrar a sus personajes con símbolos será una constante en la novelística de Uslar. En enero de 1931 nuestro autor viaja a Madrid. Lleva una carta de recomendación de Miguel Ángel Asturias para la Editorial Zeus, empresa animada por fervientes socialistas, y eso logra que se edite su novela en abril de aquel año.
Las lanzas coloradas es considera en Madrid para el mismo premio que catapultara a Doña Bárbara: El Libro del Mes. Aunque no obtiene el galardón, como erróneamente se asegura en muchas fuentes, ese hecho instaló la obra entre la crítica española.
La novela lentamente se abre paso. En 1932 es traducida al alemán y editada por Verlag der Bücherkreis. En 1933 Jean Cassou la traduce al francés convirtiéndose en la primera novela de un venezolano publicada en Gallimard. Aunque no suele ser referenciado así en la bibliografía de Uslar, en 1932 la editorial chilena Zig-Zag imprime, en la modalidad de magazine, la segunda edición en español de la obra, bajo el No.56 de la Revista Literaria Zig-Zag y con un prólogo de Mariano Picón Salas, entonces exiliado en Santiago. La novela aparece firmada sólo con los apellidos de su autor, Uslar Pietri, sin su nombre de pila, y con el subtítulo de "novela venezolana". Como segunda edición en español se acostumbra citar el volumen que imprime la misma editorial en 1940 ya en formato libro. Pero la verdadera consagración ocurre con la Editorial Losada de Buenos Aires, cuando en 1949 la suma a su catálogo, siendo considerada desde entonces como una importante novela latinoamericana del siglo XX.
Las lanzas coloradas es, sin dudarlo, una de las obras más poderosas de las letras hispanoamericanas. Precursora de todo lo que significó el mal llamado Boom, y se puede sostener que en la narrativa iberoamericana no hubo nada que se le comparase en su tiempo. Como dato para corroborarlo, sólo en 1934 Vicente Huidobro publica su novela-filme Cagliostro, una obra en la que el padre del Creacionismo le propone a los escritores hispanos la mezcla de la literatura y el cine como forma de impulsar la narrativa, inyectándole técnicas que sólo serían populares un par de décadas después. Tres años antes Uslar Pietri ya lo había hecho. Quizá el libro corrió con el injusto prejuicio internacional del que sólo Gallegos y su Doña Bárbara pudieron escaparse: era una novela firmada por un venezolano, y entonces como ahora, se supone que los venezolanos no sabemos escribir novelas.
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