EN VENEZUELA, MILES DE PERSONAS LA ESTÁN PASANDO MUY MAL POR CAUSA DE LAS LLUVIAS TORRENCIALES, QUE HAN CAÍDO EN TODO EL TERRITORIO NACIONAL.
SERÍA DE GRAN AYUDA ESTIMADO LECTOR, QUE PUDIESES ELEVAR UNA PLEGARIA POR TODAS LAS PERSONAS QUE HAN PERDIDO SU HOGAR, SUS PERTENENCIAS, UN FAMILIAR O HAN SIDO DESPLAZADOS.
DESDE LA PRESENTE PÁGINA LLEGUE A TODOS ELLOS UNA MUESTRA DE SOLIDARIDAD EN LOS PRESENTES MOMENTOS.
Las 22 Academias de la Lengua aprueban el nuevo reglamento consensuado
29.11.10 - 01:37 -
CÉSAR COMBARROS. ICAL GUADALAJARA (MÉXICO).
El director de la Academia Mexicana de la Lengua, José Moreno de Alba, anunció ayer en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México), la aprobación «por unanimidad» de la primera 'Ortografía de la Lengua Española' «gestada desde sus líneas básicas por un proceso de reflexión común». «Es la primera 'Ortografía' hecha por todos y para todos. Es una nueva edición de la 'Ortografía' de la lengua española nacida desde la unidad para la unidad», subrayó.
En representación de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), integrada por las 22 academias, hizo pública su «satisfacción tanto por el hecho de haber sido finalizada una de sus obras más emblemáticas como por el proceso seguido en su concepción y elaboración. «La Asale diseñó el proyecto, siguió paso a paso todos los estadios de su elaboración y aprobó el texto básico en reuniones que se celebraron a uno y otro lado del Atlántico, en lugares tan significativos para la escritura de la lengua como Santiago de Chile y San Millán de la Cogolla», explicó.
En presencia de la consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, María José Salgueiro, y de los 22 representantes de las academias de la lengua española que refrendaron el documento con su firma, Moreno de Alba recordó que la ortografía más reciente antes de la aprobada databa de 1999: «Era un breve texto que establecía las reglas básicas, y era preciso preparar una nueva versión, que no modificara esa doctrina, sino que la expresara con mayor detalle, y sobre todo de forma razonada».
En su opinión, «la nueva 'Ortografía' tiene las ventajas de la política panhispánica que han seguido las academias en sus obras y ahora, por primera vez, se publicará un verdadero tratado en el que se explican temas como el peso de la oralidad en la escritura, los orígenes de la escritura alfabética, las funciones de la ortografía, el origen y evolución de los sistemas ortográficos, la importancia social de la ortografía... Todo ello además de la propia ortografía del español».
Precisión y claridad
Para el anfitrión del encuentro, otra característica de este nuevo tratado es su exhaustividad. «No se modifican las reglas ni se añaden reglas, sino que se detallan con toda exactitud para facilitar la escritura a los hablantes que desean escribir la nuestra con corrección y propiedad», explicó. Como ejemplo, se refirió a que «todos aprendimos en la escuela que los nombres propios de lugar se escriben con mayúscula, si bien resulta muy difícil la precisa delimitación del nombre propio; hay quien escribe Océano Pacífico u océano Pacífico. En esta nueva ortografía se establece, con toda precisión, cuál de estas denominaciones compuestas debe ir en mayúscula y cuál en minúscula».
La nueva ortografía «está llena de este tipo de detalles», y «no supondrá hacer más complicadas las cosas, sino exactamente lo contrario. La precisión de las reglas es la mejor manera de simplificar la ortografía. Eso es lo que pretende el nuevo tratado, resolver las reglas que resultan de dudosa aplicación».
Cuestionado sobre la polémica suscitada en medios de comunicación y redes sociales después de que los académicos dieran a conocer algunos adelantos hace unas semanas tras su encuentro en San Millán de la Cogolla, el presidente de la academia mexicana apuntó que «quizás» se equivocaron al «dar ejemplos de asuntos que estábamos discutiendo, no asuntos que habíamos resuelto». «Se difundieron algunas ideas equivocadas por culpa nuestra, ya que no dimos de manera adecuada la información».
En lo que respecta a la denominación de las letras que integran el alfabeto, la decisión adoptada por los académicos, «tras muchas deliberaciones», ha sido la de «proponer unificar los nombres de las letras en los casos en que hay diversidad de denominaciones». De esa forma, «tras consultar las costumbres de todo el mundo hispánico y hacia dónde iban, notamos cierto predominio para llamar a la 'b' 'be' y a la 'v' 'uve', pero también hay amplias regiones, países enteros, donde hay una tradición respetable para llamarlas de otra manera (b grande, larga, chica o corta)».
Por ello, en breve harán público un cuadro con las letras del alfabeto y con los nombres que las academias proponen a las hispanohablantes para que se empleen. «Inmediatamente después se aclara textualmente en la propia ortografía, que aquellas regiones zonas o hablantes que tienen el hábito de denominarlas de forma diferente lo podrán hacer sin problemas. Estamos tratando de uniformar, no de imponer, pero se nos ha solicitado por parte de distintos ministerios de Educación que propongamos, para evitar dudas en los maestros», explicó, antes de asegurar que las academias «pretenden fortalecer la unidad de la lengua, pero nunca con violencia, dando coscorrones a quien no lo hace. Es una propuesta sensata que nace de la observación de las costumbres de los hablantes».
En ese sentido, propondrán llamar a la 'y' 'ye' en lugar de 'i griega', ya que «esa parece ser la denominación preferida en otros ámbitos como la ciencia, las matemáticas, el álgebra, donde ya se llama ye. La denominación 'i griega' es muy respetable, tiene tradición centenaria, y si hay alguien que sea conservador de las tradiciones esos somos los académicos, así que si en algún lugar se prefiere esa denominación será válida».
Entre las funciones de las academias, Moreno de Alba destacó que la nueva ortografía que ayer vio luz verde «delimitará lo que es el nombre propio». «Vamos a definirlo, vamos a ponerlo de acuerdo, para que nombres compuestos de varias palabras se sepan escribir». Eso es precisión.
Siete consejos, tomados de experiencias ajenas, para asegurar tu smartphone
Ya dejó de ser sorpresa: cada día, algún amigo o conocido llama a decir que le robaron su Blackberry, que lo borren del Messenger y que le manden por correo el PIN. De hecho, en el apartado de robo de celulares, el Blackberry es la joya de la corona: los últimos números conocidos, de enero 2010, reflejaban 23 mil atracos del smartphone mensuales, sólo en Caracas. Es por eso y, basado en historias que he recopilado durante las últimas semanas, que me atrevo a presentar una breve guía para que el suyo sobreviva.
01. ¿BLUETOOTH? APAGADO
Una colega se paró, hace algunos días, en el semáforo de Los Dos Caminos. Escuchaba Calamaro en su carro cuando, repentinamente, un motorizado golpeó su vidrio. “El Blackberry”, gritó. Ella se encogió de hombros, mostró la cartera -sin ningún teléfono a la vista- y puso cara de contrariedad. El motorizado volveó a golpear el vidrio, ahora con su celular en la mano. El viejo Nokia 5200 mostraba una señal de Bluetooth full. No había más carros a la vista. Ella sacó su Storm de la guantera y lo entregó sin chistar.
Cualquier aparato de tercera generación medianamente decente capta las señales de bluetooh. La cosa empeora si a Usted se le ocurre ponerle su nombre al dispositivo -porque es más fácil saber que es suyo. ¿El consejo? Apague su bluetooth si no está utilizándolo. Además se va a ahorrar un poconón de batería.
02. EL TELÉFONO DE REPUESTO
Una de las soluciones para “engañar” a los ladrones es llevar en el bolso/caretra/koala, un teléfono de repuesto. Trate que no sea un cacharro StarTac de 1999 ni un ZTE de 30 bolívares. El teléfono que tenía antes del Blackberry seguro servirá. Si llegan a robarlo, sáquelo y asegúrese de decirle al ladrón que este es el teléfono que le quedó después de que le “robaron” su Blackberry. Gracias a ese engaño, más de una persona respira tranquila cuando camina por el centro de Caracas.
03. EN EL CARRO ¿APAGADO O EN SILENCIO?
En realidad, cualquiera de las dos opciones es buena -siempre y cuando no atienda la llamada en el medio de la Cota Mil. A principios de año, un amigo respondió una llamada e inmediatamente se vio rodeado de una pandilla de motorizados. Ellos ni siquiera tuvieron que golpear el vidrio, el ingeniero diligente abrió y entregó tanto el aparato como su reloj.
Además, el hecho de no atender el teléfono es una cuestión ciudadana: muchos municipios multan a los conductores que hablan por el celular. A menos que la llamada sea urgente -o muuuy sorpresiva- absténgase de usar el aparato en el carro. ¡Ah! y no lo guarde en un lugar visible, para hacerlo más difícil a los amigos de lo ajeno (esto también aplica para la gente que camina).
04. ¿GEOLOCALIZACIÓN? NO, GRACIAS
Foursquare y Twitter son dos de las aplicaciones que utilizan la maravilla del GPS. En el caso de Ubertwitter, está predifinido para que, dentro de cada tuit, lance un vínculo con sus coordenadas que cualquiera puede ver desde una computadora. Es por eso que debe evitarse A TODA COSTA revelar donde se encuentra, no le pase como a esa persona que puso: “I just became a major of Buenaventura Plaza in FourSquare” y a la media hora no tenía celular, o a los que terminan sus trinos en “http://myloc.me/ekdf” y salen sin celular -o sin carro.
En el Ubertwitter, busque en sus opciones desde el menú y seleccione ‘location’. En la primera página del asistente que se refiera a localización, desactive las 2 opciones y pulse “next”. Si además desea borrar su localización en su perfil de twitter, seleccione ‘my profile’ desde el menú y “clear/reset the location field”. Por ultimo, borre todos los tweets que contengan los enlaces de myloc.me
05. ¿EL PIN EN FACEBOOK?
Se ha vuelto costumbre -muy venezolana- promocionar el PIN en Facebook al segundo que uno prende por primera vez el celular. Si bien la red social es simétrica y, -en teoría- sólo aceptas a tus amigos, siempre hay una persona al acecho. El hecho de que un contacto abra el mensaje en su teléfono y otro lo vea ya es una violación a la “privacidad” y podría implicar que cualquiera tenga acceso a su celular.
06. ¿QUIERE OIR MÚSICA? COMPRESE UN IPOD
Extrañamente, los ladrones no se sienten tan atraídos por este tipo de aparatos, especialmente en su versión Shuffle. Además, el hecho de tener un cable pegado entre sus oídos y el celular 1) Le priva del sentido del oído para poder escuchar a algún maleante acercarse y 2) hacen que el aparato sea fácilmente localizable. En el hecho probable de un atraco, el iPod le puede servir de barrera entre los ladrones y su Blackberry – y es más barato- porque podrían sentirse satisfechos con el botín.
07. SEA CUIDADOSO
Cuando vaya por la calle, tenga una visión completa de lo que está sucediendo a su alrededor. Conozco de casos de personas a las que un motorizados les ha arrebatado literalmente de la mano el Blackberry. No lo saque en el Metro, ni en una unidad de transporte público y limite la duración de las llamadas si va caminando. Los Blackberry, además de teléfonos, son herramientas de trabajo -y bastante costosas. Aprecie la suya, cuídela para que la exprima hasta el final
Las 22 Academias de la Lengua aprueban hoy la nueva edición de la Ortografía
28/11/2010 - 7:34
Guadalajara (México), 28 nov (EFE).- Las 22 Academias de la Lengua Española aprueban hoy, salvo sorpresas de última hora, la nueva edición de la Ortografía, algunas de cuyas novedades ya se conocen aunque es posible que la redacción final de ciertas propuestas se suavice, dada la polémica que suscitaron.
La decisión de las Academias se hará pública tras la reunión que mantendrán hoy, en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, los directores y presidentes de las instituciones encargadas de velar por la unidad del español.
A primeros de este mes, y en la localidad riojana de San Millán de la Cogolla (norte de España), la Comisión Interacadémica que durante años ha preparado la nueva Ortografía aprobó el texto básico de esta obra de referencia para los hispanohablantes, que será mucho más amplia y razonada que la edición de 1999.
No se han tocado las reglas ortográficas de siempre, muy asentadas entre los hispanohablantes, pero sí se han introducido novedades que, aunque pequeñas, han levantado revuelo entre la gente de a pie e incluso entre los escritores y algunos académicos.
Polémico resulta en España que en ese texto básico se proponga denominar "ye" a la "i griega", y en algunos países de América tampoco ha sentado muy bien que tengan que dejar de llamar "be alta" y "be baja", "be larga" y "be corta" a la "b" y la "v".
La "uve doble", "ve doble" o "doble ve", se quedarán en "doble uve" y la "zeta", que también se llama en algunos países "ceta", "ceda" o "zeda", se escribirá "ceta".
Suprimir tildes que uno aprendió de niño no es fácil de asimilar, y por eso la propuesta de quitar las de monosílabos con diptongo ortográfico -"guión", "truhán" o "Sión", entre otros- ha encontrado cierta oposición entre escritores y académicos españoles.
El novelista y académico Antonio Muñoz Molina le decía a EFE hace dos semanas que esta última propuesta no le gustaba nada.
Y no ha caído bien entre los escritores el deseo de las Academias de que se elimine la tilde del adverbio "solo" y de los pronombres demostrativos, incluso en casos de ambigüedad ("voy solo al cine" o "llega esta tarde").
Estas instituciones llevan años pidiéndolo, pero los novelistas y poetas, acogiéndose al "privilegio del creador", no les hacen demasiado caso. Y el común de los mortales, tampoco.
El poeta Antonio Colinas, por ejemplo, defendía hace unos días, en declaraciones a EFE, ese acento gráfico porque "no es lo mismo el 'solo' de soledad, poéticamente visto, que el de solamente". Y en parecidos términos se expresaba el novelista Juan José Millás.
Varias de estas propuestas han suscitado polémica también en las propias Academias de la Lengua, sobre todo entre algunos creadores, que se consideran "francotiradores del lenguaje" y están acostumbrados a saltarse algunas reglas, según ha podido constatar Efe.
Desde que se aprobó el texto básico de la nueva Ortografía, las Academias han seguido trabajando para perfilar detalles y limar posibles asperezas.
Si hay cambios o no en la redacción final de la Ortografía se sabrá hoy, a partir de las 13:30 hora local, cuando las 22 Academias digan, en un encuentro con la prensa, si han aprobado este importante código de la Lengua.
Si finalmente recibe el visto bueno, la nueva Ortografía, de unas mil páginas, se presentará antes de las Navidades y se pondrá inmediatamente a la venta en todos los países hispanohablantes, publicada por Espasa.
La ministra española de Cultura, Ángeles González-Sinde, que hoy participó en la inauguración de la Feria del Libro de Guadalajara, ve con buenos ojos los cambios porque la nueva Ortografía "es consustancial a la evolución de la lengua".
"Si no hubiera habido cambios en la Ortografía seguiríamos hablando latín como cuando fuimos colonia de los romanos", le decía a un grupo de periodistas la ministra, que ve necesario "revisar cada tanto la Ortografía" para que la comunicación entre los diferentes países hispanohablantes "siga siendo posible".
La revista 'Wine Spectator', una de las más prestigiosas del sector, ha publicado su lista de los Mejores Vinos de 2010.
Esta prestigiosa revista americana, a los que algunos consideran como pionera en el sector, selecciona los 'most exciting wines', basados en catas de vinos procedentes de todas las partes del mundo.
Alcalá de Henares • Actualidad • Uno De Los Nuestros
“En literatura, los hombres han tenido muchas más oportunidades que las mujeres”
Laura Arribas - viernes 26 de noviembre de 2010 a las 20:01 horas
La alcalaína Elvira González-Calero presenta hoy su libro Poesías para niños grandes y niños chicos en el Café El Rincón de los Sentidos (Lope de Figueroa 18).
Lo suyo con la poesía surgió en el mismo momento que aprendió a escribir y ahora, como profesora de educación infantil, la aplica en todas sus asignaturas. Elvira González-Calero asegura que “la poesía es matemática en movimiento y ayuda a conocer los sonidos del lenguaje”. Hoy, a las 18.30 horas, presenta Poesías para niños grandes y niños chicos, la segunda obra que publica y la primera dirigida al público infantil, en el Café El Rincón de los Sentidos (Lope de Figueroa 18). Con ilustraciones de María José Galián, la autora destaca que hay poemas para niños de 3 años que esconden mensajes para el público adulto. “Está dirigido para todo tipo de públicos porque mientras que a un niño pequeño le puede resultar divertido, una persona mayor puede analizar el problema que se expone en el texto, que por lo general afecta a los más pequeños, como puede ser la mala alimentación o el miedo a los monstruos”.
Ana María Matute acaba de ganar el premio Cervantes, ¿se salda así una deuda con las mujeres?
Yo creo que sí porque hay muy pocas mujeres premiadas con el Cervantes. Con ella ya son tres, pero es necesario que se reconozca la labor de la mujer en la literatura porque nosotras no hemos tenido las mismas oportunidades para escribir que los hombres. A lo largo de la historia hay veces que hemos tenido que escondernos y escribir con seudónimos, por lo que ellos van con mucha más ventaja que nosotras.
¿Es más complicado escribir poesía infantil que novelas?
Para escribir poesía hay que tener aptitudes. No todo el que escribe novelas puede escribir poesía, pero el poeta sí puede hacer una novela. Yo considero que el poeta nace y un escritor se puede hacer. En mi caso la poesía es algo que va con mi carácter, mi personalidad. Empecé a hacer poesía con 6 años, cuando aprendí a escribir, y creo que esa necesidad que siente el poeta de transcribir el mundo con palabras es algo único que radica en el interior de cada uno.
Hasta donde ha vivido, dígame la moraleja de su vida.
Caminar, siempre, agarrándome a la poesía en los momentos bajos. Es lo que me ayuda a volver a encontrar el equilibrio, a resolver dolores anclados.
¿Alguien es su casa tiene más cuento que usted?
Mis hijos tienen mucho cuento, te lo aseguro. Empecé a escribir este libro cuando estaba embarazada del primero, hace ya 11 años, y fue quedarme en cinta y sentir la encesidad de escribir para niños. Mis dos hijos se han criado entre versos y son grandes amantes de la poesía.
Hoy presenta su libro en una tetería. ¿Su rincón preferido se parece a un sitio de café y té?
Sí, además es un rincón muy agradable que invita a hacer una presentación. El lugar tiene encanto porque las personas que hay detrás también tienen encanto y uno de mis placeres es tomar un té o una infusión con las personas que quiero.
¿Prefiere leer o escribir?
Las dos cosas. Sin escribir no puedo estar, es una necesidad. Si me pellizca la fibra algo que veo o siento tengo que escribirlo. Pero también me gusta mucho leer. Un buen escritor no puede dejar de leer.
¿Y qué lee una poetisa?
Leo poesía, pero no es lo que más leo. Me encanta la Generación del 27 y hace poco leí Guerra y paz de Tolstoi. Me gusta leer de todo y siempre tengo un libro en las manos. Ahora estoy con El día que Nina Simone dejó de cantar, una obra autobiográfica de la historia del Líbano contada por una mujer.
Premios, lectores, tiempo para leer...¿En cuál de estas tres cosas le gustaría ser millonaria?
En lectores, por supuesto. Me gustaría que lo que escribo le llegue a mucha gente y le haga cosquillas en el corazón. Que le emocione, le dibuje una sonrisa en la cara...en fin, que le sirvan las palabras que me han servido a mí.
El Himno Nacional de la República de Venezuela constituye junto con la Bandera y el Escudo, los Símbolos Patrios del país, y es conocido con el nombre de "Gloria al Bravo Pueblo". Sus orígenes se remontan a la época inicial de la Independencia, sus autores son el médico y poeta Vicente Salias y el músico Juan José Landaeta (hermanos de fraternidad, ya que ambos eran masones), el Gloria al Bravo Pueblo fue una de las canciones que acompañó y entusiasmó a las tropas multinacionales que dirigió El Libertador Simón Bolívar (masón en grado 33) durante las campañas por la liberación de América del colonialismo español, aunque siempre se supo que era un canto de venezolanos, su designación oficial como Himno Nacional de Venezuela, fue hecha por el Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco ( también masón en grado 33), mediante decreto expedido en Caracas el 25 de mayo de 1881.
Se han realizado muchas versiones de la canción más noble, pura, combativa, excelsa y grande de los venezolanos, aquí van dos de sus versiones más polémicas
Muchas veces me he visto obligado a contestar a la pregunta de por qué escribo Al principio, cuando era muy joven y tímido, utilizaba la breve respuesta que daba André Gide a esa pregunta y contestaba: «Escribo para que me lean.»
Si bien es cierto que escribo para que me lean, con el tiempo he aprendido a completar con otras verdades mi sincera respuesta a la pregunta de por qué escribo. Ahora, cuando me hacen la inefable pregunta, explico que me hice escritor porque 1) quería ser libre, no deseaba ir a una oficina cada mañana, 2) porque vi a Mastroianni en La noche de Antonioni; en esa película -que se estrenó en Barcelona cuando tenía yo dieciséis años- Mastroianni era escritor y tenía una mujer (nada menos que Jeanne Moreau) estupenda: las dos cosas que yo más anhelaba ser y tener
Casarse con una Jeanne Moreau no es fácil, tampoco lo es ser realmente un escritor. Por aquellos días, yo tenía una vaga idea de que no era sencillo ni una cosa ni la otra, pero no sabia hasta qué punto eran dos cosas muy complicadas, sobre todo la de ser escritor
Yo vi La noche y empecé a adorar la imagen pública de esos seres a los que llamaban escritores. Me gustaron, en un primer momento, Boris Vian, Albert Camus, Scott Fitzgerald y André Malraux. Los cuatro por su fotogenia, no por lo que hubieran escrito. Cuando mi padre me preguntó qué carrera pensaba estudiar -é1 tenía la callada ilusión de que yo quisiera ser abogado-, le dije que pensaba ser como Malraux. Recuerdo la cara de estupor de mi padre, y también recuerdo lo que entonces me dijo: «Ser Malraux no es una carrera, eso no se estudia en la universidad.»
Hoy sé muy bien por qué deseaba ser como Malraux. Porque ese escritor, además de tener una expresión de hombre curtido, se había construido una leyenda de aventurero y de hombre no reñido con la vida, esa vida que yo tenía por delante y a la que no quería renunciar Lo que en esos días yo no sabía era que para ser escritor había que escribir, y además escribir como mínimo muy bien, algo para lo que hay que armarse de valor y, sobre todo, de una paciencia infinita, esa paciencia que supo describir muy bien Oscar Wilde: «Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas, y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla.»
Todo esto lo explicó muy bien Truman Capote en su célebre prólogo a Música para camaleones cuando dijo que un día comenzó a escribir sin saber que se había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo: «Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y escribir mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal.»
Así pues, yo en esos días no sabía que para ser escritor había que escribir, y además había que escribir como mínimo muy bien. Pero es que, por no saber, ni sabía que era preciso renunciar a una notable porción de vida si se quería realmente escribir Por no saber, ni sabía que escribir, en la mayoría de los casos, significa entrar a formar parte de una familia de topos que viven en unas galerías interiores trabajando día y noche. Por no saber, ni sabía que iba a acabar siendo escritor, pero un tipo de escritor alejado de la figura de Malraux, pues me esperaban aventuras, pero más del lado de la literatura que de la vida.
Pero escribir vale la pena, no conozco nada más atractivo que la actividad de escribir, aunque al mismo tiempo haya que pagar cierto tributo por ese placer. Porque es un placer y es -como decía Danilo Kis- elevación: «La literatura es elevación. No inspiración, les ruego. Elevación. Epifanía joyceana. Es el instante en que se tiene la impresión de que, en toda la nulidad del hombre y de la vida, hay de todos modos unos cuantos momentos privilegiados, que hay que aprovechar. Es un don de Dios o del diablo, poco importa, pero un don supremo.»
Hoy en día, con el auge de la nueva narrativa española, se dan entre nosotros dos tipos de escritores jóvenes, de escritores principiantes: por una parte, están los que no ignoran que se trata de un oficio duro y paciente, un oficio en el que se avanza en tinieblas y le obliga a uno a jugarse la vida, a arriesgar (como decía Michel Leiris) la vida como lo hace un torero; por otra parte, están los que ven en la literatura una carrera y buscan el dinero y la fama como primer objetivo de su trabajo.
No tengo alma de predicador y, además, no quiero desanimar ni a unos ni a otros, de modo que citaré de nuevo a Oscar Wilde, citaré ese consejo que le dio a un joven al que le habían dicho que debía comenzar desde abajo: «No, empieza desde la cumbre y siéntate arriba.» Gabriel Ferrater lo dijo de otra forma: «Un escritor es como un artillero. Está condenado, lo sabemos todos, a caer un poco más abajo de su meta. Por ejemplo, si yo pretendo ser Musil y caigo un poco más abajo, pues ya es bastante más arriba. Pero si pretendo ser como un autor de cuarta fila...»
Un escritor debe tener la máxima ambición y saber que lo importante no es la fama o el ser escritor sino escribir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores los lleva por el camino de la amargura, como muy bien se aprecia en frases como esta de Marguerite Duras: «Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.»
Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras. Es algo terrible pero que recomiendo a todo el mundo, porque escribir es corregir la vida -aunque sólo corrijamos una sola coma al día-, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica (debido a su carácter de horrenda, el tributo que debemos pagar para escribir y renunciar a parte de la vida auténtica no es pues tan duro como podría pensarse) o bien, como decía Italo Svevo, es lo mejor que podemos hacer en esta vida y, precisamente por ser lo mejor, deberíamos desear que lo hiciera todo el mundo: «Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y a estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá escrito. Y el recogimiento ocupará la mayor parte del tiempo que será así arrebatado a la horrible vida verdadera. Y si una parte de la humanidad se rebelase y se negase a leer las lucubraciones de los demás, mucho mejor. Cada uno se leería a sí mismo.»
Leyendo a los otros o a nosotros mismos, poco margen veo yo para estallidos bélicos y mucho en cambio para la capacidad de un hombre para respetar los derechos de otro hombre, y viceversa. Nada menos agresivo que un hombre que baja la vista para leer un libro que tiene en sus manos. Habría que partir a la búsqueda de ese recogimiento universal. Se me dirá que se trata de una utopía, pero sólo en el futuro todo es posible.
Cada cual tiene sus razones: para éste, el arte es un escape; para aquél, un modo de conquistar. Pero cabe huir a una ermita, a la locura, a la muerte y cabe conquistar con las armas. ¿Por qué precisamente escribir, hacer por escrito esas evasiones y esas conquistas? Es que, detrás de los diversos propósitos de los autores, hay una elección más profunda e inmediata, común a todos. Vamos a intentar una elucidación de esta elección y veremos si no es ella misma lo que induce a reclamar a los escritores que se comprometan.
Cada una de nuestras percepciones va acompañada de la conciencia de que la realidad humana es "reveladora", es decir, de que "hay" ser gracias a ella o, mejor aún, que el hombre es el medio por el que las cosas se manifiestan; es nuestra presencia en el mundo lo que multiplica las relaciones; somos nosotros los que ponemos en relación este árbol con ese trozo de cielo; gracias a nosotros, esa estrella, muerta hace milenios, ese cuarto de luna y ese río se revelan en la unidad de un paisaje; es la velocidad de nuestro automóvil o nuestro avión lo que organiza las grandes masas terrestres; con cada uno de nuestros actos, el mundo nos revela un rostro nuevo. Pero, si sabemos que somos los detectores del ser, sabemos también que no somos sus productores. Si le volvemos la espalda, ese paisaje quedará sumido en su permanencia oscura. Quedará sumido por lo menos; no hay nadie tan loco que crea que el paisaje se reducirá a la nada. Seremos nosotros los que nos reduciremos a la nada y la tierra continuará en su letargo hasta que otra conciencia venga a despertarla. De este modo, a nuestra certidumbre interior de ser "reveladores" se une la de ser inesenciales en relación con la cosa revelada.
Uno de los principales motivos de la creación artística es indudablemente la necesidad de sentirnos esenciales en relación con el mundo. Este aspecto de los campos o del mar y esta expresión del rostro por mí revelados, cuando los fijo en un cuadro o un escrito, estrechando las relaciones, introduciendo el orden donde no lo había, imponiendo la unidad de espíritu a la diversidad de la cosa, tienen para mi conciencia el valor de una producción, es decir, hacen que me sienta esencial en relación con mi creación. Pero esta vez, lo que se me escapa es el objeto creado: no puedo revelar y producir a la vez. La creación pasa a lo inesencial en relación con la actividad creadora. Por de pronto, aunque parezca a los demás algo definitivo, el objeto creado siempre se nos muestra como provisional: siempre podemos cambiar esta línea, este color, esta palabra. El objeto creado no se impone jamás. Un aprendiz de pintor preguntaba a su maestro: ,,¿Cuándo debo estimar que mi cuadro está acabado?" Y el maestro contestó: "Cuando puedas contemplarlo con sorpresa, diciéndote: "¡Soy yo quien ha hecho esto!" Lo que equivale a decir: nunca. Pues esto equivaldría a contemplar la propia obra con ojos ajenos y a revelar lo que se ha creado.
Pero es manifiesto que cuanto más conciencia tenemos de nuestra actividad creadora menos tenemos de la cosa creada. Cuando se trata de una vasija o un cajón que fabricamos conforme a las normas tradicionales y con útiles cuyo empleo está codificado, es el famoso "se" de Heidegger lo que trabaja por medio de nuestras manos. En este caso, el resultado puede parecernos lo bastante extraño a nosotros como para conservar a nuestros ojos su objetividad. Pero, si producimos nosotros mismos las normas de la producción, las medidas y los criterios y si nuestro impulso creador viene de lo más profundo del corazón, no cabe nunca encontrar en la obra otra cosa que nosotros mismos: somos nosotros quienes hemos inventado las leyes con las que juzgamos esa obra; vemos en ella nuestra historia, nuestro amor, nuestra alegría; aunque la contemplemos sin volverla a tocar, nunca nos entrega esa alegría o ese amor, porque somos nosotros quienes ponernos esas cosas en ella; los resultados que hemos obtenido sobre el lienzo o sobre el papel no nos parecen nunca objetivos, pues conocemos demasiado bien los procedimientos de los que son los efectos. Estos procedimientos continúan siendo un hallazgo subjetivo: son nosotros mismos, nuestra inspiración, nuestra astucia, y, cuando tratamos de percibir nuestra obra, todavía la creamos, repetimos mentalmente las operaciones que la han producido y cada uno de los aspectos se nos manifiesta como un resultado. Así, en la percepción, el objeto se manifiesta como esencial y el sujeto como inesencial; éste busca la esencialidad en la creación y la obtiene, pero entonces el objeto se convierte en inesencial.
En parte alguna se hace esta dialéctica más evidente que en el arte de escribir. El objeto literario es un trompo extraño que sólo existe en movimiento. Para que surja, hace falta un acto concreto que se denomina la lectura y, por otro lado, sólo dura lo que la lectura dure. Fuera de esto, no hay más que trazos negros sobre el papel. Ahora bien, el escritor no puede leer lo que escribe, mientras que el zapatero puede usar los zapatos que acaba de hacer, si son de su número, y el arquitecto puede vivir en la casa que ha construido. Al leer, se prevé, se está a la espera. Se prevé el final de la frase, la frase siguiente, la siguiente página; se espera que se confirmen o se desmientan las previsiones; la. lectura se compone de una multitud de hipótesis, de sueños y despertares, de esperanzas y decepciones; los lectores se hallan siempre más adelante de la frase que leen, en un porvenir solamente probable que se derrumba en parte y se consolida en otra parte a medida que se avanza, en un porvenir que retrocede de página a página y forma el horizonte móvil del objeto literario. Sin espera, sin porvenir, sin ignorancia, no hay objetividad. Ahora bien, la operación de escribir supone una cuasi-lectura implícita que hace la verdadera lectura imposible. Cuando las palabras se forman bajo la pluma, el autor las ve, sin duda, pero no las ve como el lector, pues las conoce antes de escribirlas; su mirada no tiene por función despertar rozando las palabras dormidas que están a la espera de ser leídas, sino de controlar el trazado de los signos; es una misión puramente reguladora, en suma, y la vista nada enseña en este caso, salvo los menudos errores de la mano. El escritor no prevé ni conjetura: proyecta.
Con frecuencia, se espera; espera, como se dice, la inspiración. Pero no se espera a sí mismo como se espera a los demás; si vacila, sabe que el porvenir no está labrado, que es él mismo quien tiene que labrarlo, y, si ignora todavía qué va a ser de su héroe, es sencillamente que todavía no ha pensado en ello, que no lo ha decidido; entonces, el futuro es una página en blanco, mientras que el futuro del lector son doscientas paginas llenas de palabras que le separan del fin. Así, el escritor no hace más que volver a encontrar en todas partes su saber, su voluntad, sus proyectos; es decir, vuelve a encontrarse a sí mismo; no tiene jamás contacto con su propia subjetividad y el objeto que crea está fuera de alcance: no lo crea para él. Si se relee, es ya demasiado tarde; su frase no será jamás a sus ojos completamente una cosa. El escritor va hasta los límites de lo subjetivo, pero no los franquea: aprecia el efecto de un rasgo, de una máxima, de un adjetivo bien colocado, pero se trata del efecto sobre los demás; puede estimarlo, pero no volverlo a sentir. Proust nunca ha descubierto la homosexualidad de Charlus, porque la tenía decidida antes de iniciar su libro. Y si la obra adquiere un día para su autor cierto aspecto de subjetividad, es que han transcurrido los años y que el autor ha olvidado lo escrito, no tiene ya en ello arte ni parte y no sería ya indudablemente capaz de escribirlo. Tal vez es el caso de Rousseau volviendo a leer El contrato social al final de su vida.
No es verdad, pues, que se escriba para sí mismo: sería el mayor de los fracasos; al proyectar las emociones sobre el papel, apenas se lograría procurarles una lánguida prolongación. El acto creador no es más que un momento incompleto y abstracto de la producción de una obra; si el autor fuera el único hombre existente, por mucho que escribiera, jamás su obra vería la luz como objeto; no habría más remedio que dejar la pluma o desesperarse. Pero la operación de escribir supone la de leer como su correlativo dialéctico y estos dos actos conexos necesitan dos agentes distintos. Lo que hará surgir ese objeto concreto e imaginario, que es la obra del espíritu, será el esfuerzo conjugado del autor y del lector. Sólo hay arte por y para los demás.
Si yo supiera el secreto para escribir poemas geniales, no lo compartiría con nadie. No existen secretos para escribir un poema perfecto. Valery decía que un poema no se termina, sólo se abandona. Lo que sí creo es que se puede enseñar a la gente a quitarse de la cabeza todos esos tópicos que tanto daño hacen a la poesía: la inspiración, la emoción, la sensibilidad.
¿Y qué hay que meterse en la cabeza para componer un poema?
La poesía es un género de ficción que tiene sus reglas y sus métodos. Un poema tiene que tener un tema, una estructura, una voz, una combinación de sonidos y silencios determinada para que funcione. Porque si no la tiene, el lector se da cuenta, aunque no sepa nada de poesía. Es como el que no sabe de música pero está escuchando una orquesta y nota que el violín desafina. Esas cosas sí se pueden enseñar. Las otras no. Si las supiera...
¿Un principiante concentra todos esos defectos?
Cuando empezamos a escribir, todos confiamos demasiado en nuestros sentimientos, nuestras historias, nuestras ganas de contar cosas y que nos oigan. Si algo le sobra a la literatura es la primera persona, hay un exceso de primera persona que me irrita mucho. Pero cuando empiezas a escribir piensas que eres el material más importante para un poema. Hay que aprender que no.
¿Se puede enseñar a reconocer si un poema es bueno?
Sí. Eso de lo que los juicios de valor no existen lo han inventado los malos poetas o los malos críticos. Se puede reconocer porque un poema tiene algo de puramente mecánico, de taller. No puede tener asonancias, no puede tener consonancias no buscadas. Si quieres crear sensaciones en el lector, tiene que adaptarse lo que se cuenta con el ritmo del poema. No es lo mismo un poema de palabras cortas, que vaya rápido, o el de El río de Octavio Paz, que es un poema sobre la grandeza de la Naturaleza y la pequeñez de las personas. Para escribir ese poema, adopta un ritmo de versículos que si lo lees como está escrito, te ahogas, te sientes pequeñito, quebradizo y frágil. Claro, yo estoy hablando desde el punto de vista del escritor. Igual un publicista piensa que puede vender cualquier cosa, pero sólo se vende durante un tiempo. La gente no es tonta. La idea que se tiene de que se puede engañar todo el tiempo a todo el mundo no es cierta. La gente puede leer a Dan Brown, pero no toda la gente.
¿Pero cómo se sabe qué descartar y qué no?
Es el trabajo más difícil. Las dos cosas más importantes son encontrar una voz propia pero también desconfiar de ella, porque si uno se acomoda, repite, repite y repite.
Defiende la escritura de la poesía que explica las cosas, y desecha la que confunde y encierra al lector en una jaula. Pero, ¿no hay más poesía confusa que clara?
Siempre ha habido más poesía mala que buena. La Generación del 27 no eran Cernuda, Alberti y Lorca, había muchos más, peores, que el tiempo ha ido destilando. Un buen poema siempre revela un secreto, te aclara algo. No me interesa la poesía de la cotidianidad, ni la que confunde al lector poniendo una sucesión de palabras de cinco o seis sílabas. Poeta en Nueva York es un libro oscuro, pero es la más clara denuncia del capitalismo que he leído jamás.
Procura, entonces, una desmitificación de la poesía.
Al contrario. Creo que desmitificarla es querer que todo valga, que todo sirva, que cualquier cosa por el mero hecho de escribirse y de publicarse vale. Yo le tengo un respeto enorme a la escritura. Cuando empecé a escribir a los 17 años decía una frase de la que todo el mundo se reía: "Nunca escribas nada que un día te avergonzases de enseñarle a Dylan". La gente se reía. Publiqué mis primeros libros y la gente se seguía riendo. Pero seguí publicando libros, algunas novelas se empezaron a traducir por aquí y por allá, también en Estados Unidos e Inglaterra. Cuando Dylan vino a tocar a San Sebastián en 1999, por fin me acerqué a él y le di un par de novelas mías traducidas al inglés: al final si valió la pena pensar que no podía escribir nada que me avergonzase de enseñar un día a Bob Dylan. Por eso a mí me gusta mucho tener mitos. Es bueno pensar: no escribas una novela que te avergonzara enseñarle a John Cheever. Es bueno sentir que escribes con Cernuda o T.S. Elliot en tu hombro.
Tomado de: http://www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2006/05/19/
“La poesía es trabajo, mucho trabajo, corrección tras corrección, días enteros en una sola frase. La poesía es obsesión y un ejercicio de cincelar hasta la asfixia (...) Me aterran esos poetas que se creen rey Midas y publican todo lo que escriben o excretan"
Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada.
En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la palabra que debe descubrir el poeta.
La poesía es el vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida. Ella se desarrolla en el alba primera del mundo. Su precisión no consiste en denominar las cosas, sino en no alejarse del alba.
Su vocabulario es infinito porque ella no cree en la certeza de todas sus posibles combinaciones. Y su rol es convertir las probabilidades en certeza. Su valor está marcado por la distancia que va de lo que vemos a lo que imaginamos. Para ella no hay pasado ni futuro.
El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir. Yo tengo derecho a querer ver una flor que anda o un rebaño de ovejas atravesando el arco iris, y el que quiera negarme este derecho o limitar el campo de mis visiones debe ser considerado un simple inepto.
El poeta hace cambiar de vida a las cosas de la Naturaleza, saca con su red todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra de repente rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados.
El valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla. Esto es lo que el vulgo no puede comprender porque no quiere aceptar que el poeta trate de expresar sólo lo inexpresable. Lo otro queda para los vecinos de la ciudad. El lector corriente no se da cuenta de que el mundo rebasa fuera del valor de las palabras, que queda siempre un más allá de la vista humana, un campo inmenso lejos de las fórmulas del tráfico diario.
La Poesía es un desafío a la Razón, el único desafío que la razón puede aceptar, pues una crea su realidad en el mundo que ES y la otra en el que ESTÁ SIENDO.
La Poesía está antes del principio del hombre y después del fin del hombre. Ella es el lenguaje del Paraíso y el lenguaje del Juicio Final, ella ordeña las ubres de la eternidad, ella es intangible como el tabú del cielo.
La Poesía es el lenguaje de la Creación. Por eso sólo los que llevan el recuerdo de aquel tiempo, sólo los que no han olvidado los vagidos del parto universal ni los acentos del mundo en su formación, son poetas. Las células del poeta están amasadas en el primer dolor y guardan el ritmo del primer espasmo. En la garganta del poeta el universo busca su voz, una voz inmortal.
El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación. El que no haya sentido el drama que se juega entre la cosa y la palabra, no podrá comprenderme.
El poeta conoce el eco de los llamados de las cosas a las palabras, ve los lazos sutiles que se tienden las cosas entre sí, oye las voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables. Hace darse la mano a vocablos enemigos desde el principio del mundo, los agrupa y los obliga a marchar en su rebaño por rebeldes que sean, descubre las alusiones más misteriosas del verbo y las condensa en un plano superior, las entreteje en su discurso, en donde lo arbitrario pasa a tomar un rol encantatorio. Allí todo cobra nueva fuerza y así puede penetrar en la carne y dar fiebre al alma. Allí coge ese temblor ardiente de la palabra interna que abre el cerebro del lector y le da alas y lo transporta a un plano superior, lo eleva de rango. Entonces se apoderan del alma la fascinación misteriosa y la tremenda majestad.
Las palabras tienen un genio recóndito, un pasado mágico que sólo el poeta sabe descubrir, porque él siempre vuelve a la fuente.
El lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional fijado de antemano.
Toda poesía válida tiende al último límite de la imaginación. Y no sólo de la imaginación, sino del espíritu mismo, porque la poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es, a su vez, la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda. Al llegar a ese lindero final el encadenamiento habitual de los fenómenos rompe su lógica, y al otro lado, en donde empiezan las tierras del poeta, la cadena se rehace en una lógica nueva.
El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia.
Allí ha plantado el árbol de sus ojos y desde allí contempla el mundo, desde allí os habla y os descubre los secretos del mundo.
Hay en su garganta un incendio inextinguible.
Hay además ese balanceo de mar entre dos estrellas.
Y hay ese Fiat Lux que lleva clavado en su lengua.
"La poesía da para todos los ojos que quieran mirarla, para todos los oídos atentos a escucharla, porque es un dialogo personal entre el poema y tú. Aunque un millón de lectores lean el mismo libro, el poeta siempre estará hablándote a ti, a tus propias emociones, a tus secretos inconfesados, y tú le responderás con tu voz interior, que es la verdadera, la que saldrá a la luz, para tu propia sorpresa. En realidad, es todo lo que hay que saber para acercarse a la poesía"
Texto tomado de "Como acercarse a...la poesía" Ethel Krauze
El poema es el puente que une dos extremos ignorados. Pero es también esos extremos. El poema es una venturosa incursión por lo ignorado...Algo inmortal, nacido de criaturas mortales. T. S Eliot
Hay una cierta extraña manera de hablar, que a veces usada por el ser humano, asombraría a cualquier visitante ultraterrestre. Se trata de un especialísimo lenguaje que, cuando es utilizado con sabiduría y precisión, asusta a los ánimos cobardes y complace soberanamente a las almas delicadas y valientes.
Es un lenguaje en el cual podemos decir, tranquilamente, que hay soles negros, catedrales arrodilladas, mares de diamante, casas que vuelan, catástrofes de olvido, acantilados de odio, fuegos fríos, glaciares de tristeza; y en fin, todas las locuras que el ingenio humano sea capaz de concebir cuando se encuentra bajo el dominio de sus propios fantasmas. Se trata del lenguaje de la poesía.
Los astros han querido, obedeciendo a una poética infinita, que el tiempo terrestre, el tiempo humano, se divida en horas, meses, años. Los hombres han recogido ese requerimiento celeste y así le dan categoría mágica, ritual, al fin de mes, al fin de año. Aparte del interés, digámoslo así, crematístico que tienen esos rituales humanos, hay el interés no menos definido de la Fiesta, latente en todo terrícola. Dionisíacas, Fastos, Nefastos, Idus, Navidad, Año Nuevo, Carnavales, etc., son fiestas dedicadas a la exaltación del tiempo. Del Tiempo en sí mismo, como ingrediente básico de las células. En suma, todo aquello que en una parte de la historia se ha llamado religión y que quizás es preferible llamar la condición política de la materia. Pues por más apegados a la práctica que estemos, dentro de nuestra misteriosa materia hierve el afán de lo desconocido, el tortísimo deseo de crear, la condición poética que nos dispara hacia todo lo mago, ritual, fantástico y milagroso. Ya oigo a una multitud de fanáticos diciendo: "¡El milagro no existe! ¡El milagro no existe!"; pero esos fanáticos me recuerdan la anécdota según la cual Baudelaire, como un amigo le preguntase por qué razón se había ido airado de cierta discusión de café, respondió lo siguiente: "¡Claro que me voy! ¿Cómo se puede discutir con una persona que no cree en los milagros?". Esto es: cómo se puede considerar plenamente humano a un individuo en cuya materia no exista apenas un átomo de fuerza poética, un átomo de absurdo, una porción de magia?
La poesía ha sido el quebradero de cabeza de muchos filósofos. Desde Platón hasta Heidegger, los filósofos han intentado llegar a una definición de la poesía. Pero a pesar de sus geniales especulaciones (geniales, la mayoría de las veces, en la misma medida en que son genuinamente poéticas) casi siempre han incurrido en una contradicción: Tratar de dar una definición intemporal -¡definitiva!- de algo que es temporal. Se podrá argüir que, por más diferencias fundamentales que existan entre la poesía homérica, por ejemplo, y la de la era espacial, siempre se tratará de una esencia intemporal: la poesía. El argumento es de rancia estirpe socrática; pero Sócrates, como bien lo decía Nietzsche en su Origen de la Tragedia, a pesar de haberle rendido grandes servicios a la humanidad, había insuflado en ésta sus peores vicios intelectuales. La poesía, como el hombre mismo, es tiempo, pero además es palabra en el tiempo (A. Machado); y al ser palabra en el tiempo, es imposible definírsela por otra vía que no sea la palabra poética misma. Pero no palabras ad usum poetarum (esta expresión es del profesor García Bacca) ni tampoco palabras para uso de técnico en filosofía, sino palabras: poesía.
Con esto quería decir que la condición poética de la materia humana es indefinible, o mejor, su única definición son los hombres mismos, definiciones de carne y hueso, y que por tanto resulta inútil o imposible tratar de definir celebraciones como el fin de año, porque pertenecen a los movimientos poéticos-temporales de la vida humana.
La poesía es algo perpetuamente perfectible; su meta es siempre eso: más allá de la poesía misma. A un poema siempre lo podemos imaginar mejor, más perfecto. Por eso no se lo puede detener en una definición, sin riesgo de asesinato. Como tampoco se puede detener el tiempo.
"Tiempo y poesía", s.f. Copia al carbón en arhivos del autor. (N. de la C.)
De Teoría poética. Caracas: Editorial Equinoccio, 2008. Complación, prólogo y cronología Edda Armas.
Ludovico Silva. (Caracas, 1937-1988). Poeta, ensayista, columnista, profesor. Licenciado en Filosofía. Publicó los poemarios: Tenebra (1964), ¡Boom! (1966), Cuaderno de la noche (1968), In vino veritas (1977), Cadáveres de circunstancias (1979), Piedras y campanas (1979), La soledad de Orfeo. Cantata (1979), El ángel devorado (1986), Crucifixión del vino (1986), Opera poética, 1965-1982 (1988). Su obra ensayística obtuvo varios reconocimientos entre ellos el Premio CONAC de Ensayo Mariano Picón Salas en 1979 y en 1986.
La poesía La poesía nos sorprende, nos arrebata los instantes propios para hacerlos públicos, eternos.
Ella, que despiadadamente se apodera de nosotros, hasta hacer emerger a la palabra desde las entrañas de los siglos, la poesía que nos recuerda el milagro de estar vivos.
HOY HE QUERIDO PUBLICAR UN VIEJO ARTÍCULO DEL BLOG DE MI AMIGA LA POETA VENEZOLANA NATASHA TINIACOS
DOMINGO, SEPTIEMBRE 09, 2007
Otras reflexiones de interés
Podría culpárseme por tanto merodeo en torno a la poesía cuando más bien debería dedicarme a escribirla, pero considero que ese paseo por la poética de otros es necesaria y útil. Nunca he asistido a curso alguno sobre escritura creativa y tampoco tengo un grupo de amigos con quienes hablar sobre poesía propia y ajena; la lectura ha sido siempre mi taller. Hace poco sí descubrí las gracias de contar con un lector que me corrige. Sin embargo, en mi escritorio hay espacio para una sola persona. Sentada ahí, entonces, leo las reflexiones de Wallace Stevens, Ralph Waldo Emerson, Mary Oliver et al y al poco tiempo noto mi escritorio expandirse.
Tan grata compañía me motiva a afirmar que es un buen ejercicio vadear los ríos de otros para descubrir, al final y sin decepcionarnos, que compartimos la misma orilla. Por eso retomo la intención de la nota “Él ángel necesario” para traducir unas citas de Emerson y otra de Oliver.
Dice el primero:
Las mentes más elevadas del mundo nunca han dejado de explorar el doble sentido, o, debo decir, el cuádruple, quíntuple o múltiple sentido de cada hecho sensual.
El poeta es quien dice, nombra y representa la belleza. Es un soberano y se para en el centro. Para el mundo no está pintado o adornado, pero desde el comienzo es bello; y Dios no ha hecho algunas cosas bellas, sino la Belleza es la creadora del universo.
Sabemos que el secreto del mundo es profundo, pero quién o qué debe ser nuestro intérprete, no lo sabemos. Un paseo por la montaña, un nuevo rostro, una nueva persona, puede poner la llave en nuestras manos.
El poema es una confesión de fe.
Y la segunda:
Los atletas cuidan su cuerpo. Los escritores, similarmente, cuidan la sensibilidad que alberga la posibilidad de poemas. El alimento está en los libros, otras artes, historia, filosofías, en la santidad y el júbilo. También en el honesto trabajo práctico; mi intención no es tener una preferencia por la vida académica. Y están en el mundo, entre la gente y animales, y árboles, si uno aprecia genuinamente los árboles. Una mente que está viva y es inquieta, compasiva, curiosa, enojada, llena de música, llena de sentimiento, es una mente llena de posible poesía. La poesía es una fuerza esperanzadora. Y requiere visión, fe– para usar en un término antiguo. Sí, efectivamente. Para los poemas no son las palabras, después de todo, sino fuego para el que tiene frío, cuerdas guindando para el desaparecido, algunas veces tan necesario como pan en los bolsillos del hambriento.
Emerson, Ralph W. Essays and Poems. New York: Barnes & Noble Books, 2004.
Oliver, Mary. A Poetry Handbook. New York: Harcourt, 1994.
Lic. en Educación (UCAB,1997) Especialista en Gerencia de RRHH y RRII (UCAB,2005) Diplomado en Gerencia Integral de Franquicias (UNIMET,2012) Programa de Emprendedores (IESA,2012) Diplomado en Gerencia de Marketing Digital (UCV,2018) Diplomado en Gerencia de Social Media (UCV,2019)
Ha sido alumno de Miguel Marcotrigiano (2003-04/05) Carlos Brito (05/06) y de Armando Rojas Guardia (2010/11/12/13/14/15/16/17), Estuvo en taller de poesía con Natasha Tiniacos (2013) y Rafael Cadenas (2015) Asistió a taller de poesía con Igor Barreto (2015/16/17) es integrante del Liceo Poético de Benidorm (2011), en Alicante, España, del cual es Delegado Cultural en Venezuela (2012).
Es fundador de la Asociación de Egresados de la Universidad Católica "Andrés Bello"
(2002) de la cual ha sido su vicepresidente (2005/07).
Publicó un libro en el sello de la editorial La Casa Tomada, titulado "Subterráneo" (2006)
algunos de sus textos aparecen en "La imagen, el verbo" Antología del taller de poesía de la UCAB, UCAB (2006), "Voces en Azul" Antología del Liceo Poético de Benidorm, Alicante, España. (2012),102 Poetas Jamming, Oscar Todtmann Editores (2014) World Poetry Almanac (2018)
Algunos de nuestros textos los puedes encontrar en:
Ediciones UCAB (2006)
Algunos de nuestros textos los puedes encontrar en Voces en Azul.
Editorial Germania, Alicante, España (2012)
Algunos de nuestros textos los puedes encontrar en Sorbo de Letras
Revista Electrónica (dale click a la imagen)
Algunos de nuestros textos los puedes encontrar en 102 Poetas Jamming
Oscar Todtmann Editores (2014)
"Ser Poeta del Mundo es ser un guerrero, o una guerrera, que cabalga por las llanuras de la existencia humana, como lo hizo desde la noche de los tiempos, en busca de la perfección y del crecimiento lícito de la vida, mientras se vive con los ropajes y las condiciones que tenemos para hacerlo. Es por eso que no seremos pasivos ante los crímenes que se cometen día a día en nombre de la libertad, levantaremos nuestra voz como un rayo de luz y haremos temblar al cobarde, porque la palabra la convertiremos en la mejor arma que el asesino haya conocido a lo largo y ancho de la historia.” [Artículo 5, del manifiesto universal de poetas]