viernes, diciembre 31, 2010
Las uvas del tiempo
LAS UVAS DEL TIEMPO
Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca...
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujeres ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.
Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una pérdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compás de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.
Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.
¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.
Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor la proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.
¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!
¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.
Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.
Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.
Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus talas blancas,
sordas a la canción de las abejas...
Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.
Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce aninomia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la Gloria que me dejaba en ella!
Y esta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.
¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la verdad que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.
¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...
Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.
Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.
Andrés Eloy Blanco
jueves, diciembre 30, 2010
DEFENSA DE LA ALEGRÍA
DEFENSA DE LA ALEGRÍA
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
Mario Benedetti
miércoles, diciembre 29, 2010
martes, diciembre 28, 2010
“De eso no se habla” en la empresa
“De eso no se habla” en la empresa
26/07/2010
América Economía
Rodolfo Rivarola
¿Por qué nos callamos cuando es necesario hablar? ¿Por qué hablamos más con quienes nos dirán lo que deseamos oír? ¿Por qué es más fácil hablar en los pasillos que en las salas de reuniones? Los problemas difíciles suelen ser cómplices de nuestros silencios, de nuestros sesgados favoritismos y de nuestros secretos. Nos cuesta conversar de temas difíciles, no lo hemos aprendido bien y no nos han dado mucho ejemplo de cómo hacerlo en forma efectiva.
Datos importantísimos que llegan tarde o fuera de contexto, criterios de alto valor que se pierden quienes deciden, información precisa mal leída: son solo algunos síntomas de cómo se dialoga en las empresas.
En los niveles ejecutivos de las organizaciones se diseñan las estrategias de crecimiento y se discuten las soluciones a los difíciles problemas que enfrentan. Buenos resultados y fracasos dependerán de la efectividad de dichos diálogos o de sus defectos. ¿Por qué las personas se quedan con información relevante? Dentro de las múltiples causas, me voy a enfocar en dos: los temas y las lealtades.
¿Hay tabúes en las organizaciones? Por supuesto, son los temas de los que no se habla. Muchos tienen que ver con los jefes, con los dueños, con los de otras áreas, de otros países u otras edades; con ellas y con ellos, con los de head quarters o con los de la filial local, etc.
Desde un argentino trabajando en Brasil hasta una europea estudiando en Argentina o un colombiano -nacido en Chile- como CEO de la filial argentina de una empresa española. Todos ellos conocen los frenos que hay para que les llegue la mejor información, esa en las que todos piensan, pero pocos manifiestan.
Aunque suene duro, no criticamos a nuestros jefes o jefas como deberíamos. No es frecuente ver personas en posición de autoridad que lo facilitan, buscando que les digamos en qué pueden mejorar. Pero carecemos de perseverancia e inventiva para hacer llegar estos comentarios difíciles, privándoles de una información indispensable para dirigir bien.Desde la matricialidad de un organigrama hasta la diversidad cultural o de género, son temas que frenan o restringen el flujo de información. Los temas complejos despiertan prejuicios y suscitan conflicto entre los involucrados. Poder hablar de ellos requerirá suspender nuestros prejuicios y revisarlos. Es una ardua tarea pues éstos suelen estar arraigados como parte de nuestra identidad. Cuestionarlos supondrá una posible pérdida y el solo pensar en soltar nos lleva a aferrarnos más aún a nuestros supuestos. Como si esto fuera poco, el mismo proceso lo estará viviendo nuestro interlocutor. ¿Qué hacer entonces?
Primero, estar alertas a los temas difíciles y detectarlos temprano. En esto, el factor emocional es un importante indicador. Si hay algún tema que nos hace sentir enojados, molestos o inseguros, es hora de prestar atención.
Segundo, tratar de identificar los supuestos que subyacen a nuestros juicios y hacerlos conscientes. Para esto es bueno conversar con un confidente: alguna persona que no esté involucrada y que pueda hablarnos con franqueza. El propósito será poder separar nuestro prejuicio de la situación específica y analizarlo con mayor objetividad.
Tercero, mirar con la perspectiva de los demás involucrados, tratando de entender los prejuicios y posibles pérdidas que están viviendo. Para esto es bueno acercarnos a personas que puedan entender mejor a nuestros interlocutores. Ellos podrán enriquecer nuestra idea sobre la perspectiva de los demás.
Por último, luego de haber recorrido los pasos anteriores, tendremos una mirada mucho más enriquecida de la situación como para poder abordar el diálogo difícil.
Los temas difíciles conspiran con el silencio, pero no es el único factor: también las mal entendidas lealtades nos callan. Frases como “no es frecuente escuchar una crítica constructiva de nuestros reportes directos”, o “si ella es de los nuestros, no la voy a dejar expuesta frente al jefe”, circulan las mentes de muchas personas en niveles directivos.
El tan frecuente ‘políticamente correcto’ es un criterio usado con exceso. No estoy en desacuerdo con los buenos modos ni con el timming para decir lo que es difícil, pero muchas veces se cae en el silencio absoluto. Una noción mal entendida de las lealtades puede inhibirnos. Lealtades con quienes piensan como nosotros, con nuestros jefes o en definitiva, con nosotros mismos.
En las organizaciones, además de las estructuras formales existen las estructuras informales. Las buenas relaciones se construyen entre personas que viven valores similares o entre quienes han atravesado experiencias comunes. Mirando con perspectiva, se los ve como “el club de los de marketing” o “los de ventas deciden todo como un equipo impenetrable” o “a los supervisores no sabemos cómo entrarles”. El fenómeno de pensamiento grupal inhibe la autocrítica y el feedback, siendo un importante freno para el aprendizaje.
Aunque suene duro, no criticamos a nuestros jefes o jefas como deberíamos. No es frecuente ver personas en posición de autoridad que lo facilitan, buscando que les digamos en qué pueden mejorar. Pero carecemos de perseverancia e inventiva para hacer llegar estos comentarios difíciles, privándoles de una información indispensable para dirigir bien. No siempre es cobardía consciente, pero podemos estar cuidando nuestra posición, intentando construir una relación de confianza con raíces superficiales. En definitiva, las falsas lealtades con nuestros cercanos, como con nuestros jefes, puede estar ocultando una lealtad superficial hacia nosotros mismos.
El propio cuidado es importante, pero cuando es el criterio primario que digita nuestras conversaciones, requiere atención. Ni sincericidas ni obsecuentes. Para ello, tener convicción de que diremos lo que hay que decir, pero buscando el modo y tono de decirlo, como también el momento apropiado.
Según el contexto, una pregunta sutil puede lograr mucho más que una aseveración enérgica. Hay muchas formas de decir las cosas, pero la ansiedad restringe nuestras opciones. El propósito de fondo es el aprendizaje y la mejora. Esto debería manifestarse no solo en el contenido a decir, sino también en el modo de decirlo, mas allá de las resistencias que inicialmente podamos encontrarnos. Así, iremos construyendo una reputación de sinceridad y una cultura con espacio para las conversaciones difíciles, gracias a un propósito compartido.
El temor restringe nuestras opciones. Lo mismo sucede con nuestras conversaciones. Prepararse para una conversación difícil ya asegura una parte importante del éxito. De eso sí se habla. Durante la conversación, la mayoría de las veces nuestros temores seran superiores a lo que termina ocurriendo, abriendo así nuevas posibilidades de mejora y enriquecimiento.
Rodolfo Rivarola
Profesor Adjunto de Comportamiento Humano en la Organización en el IAE Business Schooll. Es Master Ejecutivo en Dirección de Empresas de esa escuela de negocios (1999), Master of Education
Harvard University Graduate School of Education, y Licenciado en Psicología Universidad del Salvador (1993). En la actualidad brinda asesoramiento, consultoría y coaching en temas de su especialidad en diversas empresas de España y Latinoamérica (sobre todo en Argentina, España, Chile, Venezuela, Colombia y Costa Rica).
26/07/2010
América Economía
Rodolfo Rivarola
¿Por qué nos callamos cuando es necesario hablar? ¿Por qué hablamos más con quienes nos dirán lo que deseamos oír? ¿Por qué es más fácil hablar en los pasillos que en las salas de reuniones? Los problemas difíciles suelen ser cómplices de nuestros silencios, de nuestros sesgados favoritismos y de nuestros secretos. Nos cuesta conversar de temas difíciles, no lo hemos aprendido bien y no nos han dado mucho ejemplo de cómo hacerlo en forma efectiva.
Datos importantísimos que llegan tarde o fuera de contexto, criterios de alto valor que se pierden quienes deciden, información precisa mal leída: son solo algunos síntomas de cómo se dialoga en las empresas.
En los niveles ejecutivos de las organizaciones se diseñan las estrategias de crecimiento y se discuten las soluciones a los difíciles problemas que enfrentan. Buenos resultados y fracasos dependerán de la efectividad de dichos diálogos o de sus defectos. ¿Por qué las personas se quedan con información relevante? Dentro de las múltiples causas, me voy a enfocar en dos: los temas y las lealtades.
¿Hay tabúes en las organizaciones? Por supuesto, son los temas de los que no se habla. Muchos tienen que ver con los jefes, con los dueños, con los de otras áreas, de otros países u otras edades; con ellas y con ellos, con los de head quarters o con los de la filial local, etc.
Desde un argentino trabajando en Brasil hasta una europea estudiando en Argentina o un colombiano -nacido en Chile- como CEO de la filial argentina de una empresa española. Todos ellos conocen los frenos que hay para que les llegue la mejor información, esa en las que todos piensan, pero pocos manifiestan.
Aunque suene duro, no criticamos a nuestros jefes o jefas como deberíamos. No es frecuente ver personas en posición de autoridad que lo facilitan, buscando que les digamos en qué pueden mejorar. Pero carecemos de perseverancia e inventiva para hacer llegar estos comentarios difíciles, privándoles de una información indispensable para dirigir bien.Desde la matricialidad de un organigrama hasta la diversidad cultural o de género, son temas que frenan o restringen el flujo de información. Los temas complejos despiertan prejuicios y suscitan conflicto entre los involucrados. Poder hablar de ellos requerirá suspender nuestros prejuicios y revisarlos. Es una ardua tarea pues éstos suelen estar arraigados como parte de nuestra identidad. Cuestionarlos supondrá una posible pérdida y el solo pensar en soltar nos lleva a aferrarnos más aún a nuestros supuestos. Como si esto fuera poco, el mismo proceso lo estará viviendo nuestro interlocutor. ¿Qué hacer entonces?
Primero, estar alertas a los temas difíciles y detectarlos temprano. En esto, el factor emocional es un importante indicador. Si hay algún tema que nos hace sentir enojados, molestos o inseguros, es hora de prestar atención.
Segundo, tratar de identificar los supuestos que subyacen a nuestros juicios y hacerlos conscientes. Para esto es bueno conversar con un confidente: alguna persona que no esté involucrada y que pueda hablarnos con franqueza. El propósito será poder separar nuestro prejuicio de la situación específica y analizarlo con mayor objetividad.
Tercero, mirar con la perspectiva de los demás involucrados, tratando de entender los prejuicios y posibles pérdidas que están viviendo. Para esto es bueno acercarnos a personas que puedan entender mejor a nuestros interlocutores. Ellos podrán enriquecer nuestra idea sobre la perspectiva de los demás.
Por último, luego de haber recorrido los pasos anteriores, tendremos una mirada mucho más enriquecida de la situación como para poder abordar el diálogo difícil.
Los temas difíciles conspiran con el silencio, pero no es el único factor: también las mal entendidas lealtades nos callan. Frases como “no es frecuente escuchar una crítica constructiva de nuestros reportes directos”, o “si ella es de los nuestros, no la voy a dejar expuesta frente al jefe”, circulan las mentes de muchas personas en niveles directivos.
El tan frecuente ‘políticamente correcto’ es un criterio usado con exceso. No estoy en desacuerdo con los buenos modos ni con el timming para decir lo que es difícil, pero muchas veces se cae en el silencio absoluto. Una noción mal entendida de las lealtades puede inhibirnos. Lealtades con quienes piensan como nosotros, con nuestros jefes o en definitiva, con nosotros mismos.
En las organizaciones, además de las estructuras formales existen las estructuras informales. Las buenas relaciones se construyen entre personas que viven valores similares o entre quienes han atravesado experiencias comunes. Mirando con perspectiva, se los ve como “el club de los de marketing” o “los de ventas deciden todo como un equipo impenetrable” o “a los supervisores no sabemos cómo entrarles”. El fenómeno de pensamiento grupal inhibe la autocrítica y el feedback, siendo un importante freno para el aprendizaje.
Aunque suene duro, no criticamos a nuestros jefes o jefas como deberíamos. No es frecuente ver personas en posición de autoridad que lo facilitan, buscando que les digamos en qué pueden mejorar. Pero carecemos de perseverancia e inventiva para hacer llegar estos comentarios difíciles, privándoles de una información indispensable para dirigir bien. No siempre es cobardía consciente, pero podemos estar cuidando nuestra posición, intentando construir una relación de confianza con raíces superficiales. En definitiva, las falsas lealtades con nuestros cercanos, como con nuestros jefes, puede estar ocultando una lealtad superficial hacia nosotros mismos.
El propio cuidado es importante, pero cuando es el criterio primario que digita nuestras conversaciones, requiere atención. Ni sincericidas ni obsecuentes. Para ello, tener convicción de que diremos lo que hay que decir, pero buscando el modo y tono de decirlo, como también el momento apropiado.
Según el contexto, una pregunta sutil puede lograr mucho más que una aseveración enérgica. Hay muchas formas de decir las cosas, pero la ansiedad restringe nuestras opciones. El propósito de fondo es el aprendizaje y la mejora. Esto debería manifestarse no solo en el contenido a decir, sino también en el modo de decirlo, mas allá de las resistencias que inicialmente podamos encontrarnos. Así, iremos construyendo una reputación de sinceridad y una cultura con espacio para las conversaciones difíciles, gracias a un propósito compartido.
El temor restringe nuestras opciones. Lo mismo sucede con nuestras conversaciones. Prepararse para una conversación difícil ya asegura una parte importante del éxito. De eso sí se habla. Durante la conversación, la mayoría de las veces nuestros temores seran superiores a lo que termina ocurriendo, abriendo así nuevas posibilidades de mejora y enriquecimiento.
Rodolfo Rivarola
Profesor Adjunto de Comportamiento Humano en la Organización en el IAE Business Schooll. Es Master Ejecutivo en Dirección de Empresas de esa escuela de negocios (1999), Master of Education
Harvard University Graduate School of Education, y Licenciado en Psicología Universidad del Salvador (1993). En la actualidad brinda asesoramiento, consultoría y coaching en temas de su especialidad en diversas empresas de España y Latinoamérica (sobre todo en Argentina, España, Chile, Venezuela, Colombia y Costa Rica).
RIP TEENA MARIE
RIP TEENA MARIE
(March 5, 1956 – December 26, 2010)
I Need Your Lovin' (12' version)
STILL IN LOVE WITH YOU, LIVE PERFORMANCE (2004)
lunes, diciembre 27, 2010
Acerca de la Libertad
TODO EL PODER DE CSNY
Crosby, Stills and Nash - Almost Cut My Hair - Madison Square Garden, NYC - 2009/10/29 & 30
Crosby Stills Nash & Young - Almost Cut My Hair (Live at Chicago Stadium1974)
domingo, diciembre 26, 2010
Sacral Nirvana
BUDDHA BAR III
SACRAL NIRVANA
Zen & Buddha Bar Music
Zen & Buddha Bar Music
DAVID GUETTA / BOB SINCLAIR
DAVID GUETTA / BOB SINCLAIR
WORLD HOLD ON
(2010)
WORLD HOLD ON
BOB SINCLAIR
WORLD HOLD ON
(2006)
(2006)
Come on Eileen
SAVE FERRIS
COME ON EILEEN
(1997)
Don't Drop Your Pants
King Changó
Don't Drop Your Pants (1996)
CONFESIÓN
CONFESIÓN
KING CHANGỘ
MARACAY, VENEZUELA
19-12-2010
HORA: 05 AM
MELTING POT/ TORERO
KING CHANGỘ
MELTING POT/ TORERO
MARACAY, VENEZUELA
17-12-2010
VENEZUELAN IN NEW YORK
VENEZUELAN IN NEW YORK
KING CHANGỘ
EN DIRECTO
TEATRO BAR
18-12-2010
18-12-2010
KING CHANGỘ
KING CHANGỘ
TEATRO BAR
EN DIRECTO
VENEZUELA
18-12-2010
18-12-2010
Palabra de JFK
"La democracia es una forma superior de gobierno, porque se basa en el respeto del hombre como ser racional."
JFK
Videos históricos
Jingle electoral de la campaña de Carlos Andrés Pérez 1973
PRIMER PLANO CON EL PRESIDENTE CARLOS ANDRES PEREZ MAYO 1993
Carlos Andrés Pérez campaña de 1973
Carlos Andrés Pérez en campaña electoral 1973
Muere Carlos Andrés Pérez, emblema de la Venezuela petrolera más boyante
Muere Carlos Andrés Pérez, emblema de la Venezuela petrolera más boyante
Un ataque cardiaco pone fin a la vida del ex presidente a los 88 años en Miami
MAYE PRIMERA
Caracas 26/12/2010
Controvertido y visionario, pero sobre todo carismático, Carlos Andrés Pérez Rodríguez, presidente de Venezuela durante dos ejercicios (1974-79 y 1989-93), murió ayer en Miami de un ataque al corazón. El mismo día había sido trasladado por sus familiares al Mercy Hospital de la ciudad de Miami. "Fue algo de repente, se despertó con muy buen ánimo, estuvo hablando con nosotros, muy elocuente, y pues nada, es la vida: se le comenzó a ir el aire y de un momento para otro falleció", ha dicho una de sus hijas, María Francia Pérez, al confirmar la noticia a través de la televisora venezolana Globovisión.
Sólo dos cosas pidió Pérez a su esposa antes de morir: que no incineraran su cuerpo y tampoco lo enterraran en Venezuela hasta que saliera Hugo Chávez del poder. La familia del ex mandatario ha anunciado que las honras fúnebres se harán en el sur de Florida y que hasta que no haya un cambio político en su país no descansará en Venezuela. Hoy se harán públicos los detalles del funeral.
Carlos Andrés Pérez Rodríguez tenía 88 años y convalecía desde hacía dos lustros de un episodio cardiovascular que a comienzos de esta década le paralizó la mano, el brazo y la pierna derecha. Había nacido el 27 de octubre de 1922 en Rubio, pueblo de la cordillera andina perteneciente al Estado de Táchira, en el seno de una familia modesta. Su padre era cafetalero y él, el undécimo de 12 hijos.
Político precoz, CAP, como se le conocía, ingresó a los 16 años en el Partido Democrático Nacional, creado en 1937 por Rómulo Betancourt, y del que luego surgiría el socialdemócrata Acción Democrática, donde militaría toda su vida. Al acceder Betancourt a la presidencia, Pérez entró en su secretaría particular. Un año después, en 1946, fue elegido diputado. Tenía 24 años.
Los vaivenes de la política venezolana le hicieron conocer la cárcel y el exilio. Expulsado del país en 1949, peregrinó por Colombia, Panamá, Cuba y Costa Rica hasta que en 1952 retornó a Caracas y creó células de resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Cuando Betancourt, su principal mentor, volvió a la presidencia, CAP entró en el Gobierno. En 1973 fue candidato de Acción Democrática a las elecciones presidenciales, que ganó por un amplio margen.
Emblema del petrodólar
Carlos Andrés Pérez pasará a la historia como emblema de la Venezuela petrolera más boyante. Su primer mandato lo hizo en la cresta de la ola gracias a la bonanza económica, cuando la llamada Venezuela saudí se codeaba en los foros de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) como lo que era, y lo que es: uno de los mayores productores de oro negro del mundo. El planeta aún se dolía de la crisis energética de los setenta, y la aparición estelar de Venezuela en la escena internacional supuso su consagración como estadista. El flujo de petrodólares que llegaban al país se tradujo en la realización de grandes obras, como el complejo hidroeléctrico del Guri. Pérez nacionalizó la explotación del hierro y del petróleo en 1976 y fundó la empresa estatal Petróleos de Venezuela.
Presidente de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos y número dos de la Internacional Socialista, su segundo Gobierno, en cambio, estuvo marcado por la crisis económica, los intentos de golpe de Estado y por los escándalos de corrupción. A pocos días de su toma de posesión, en febrero de 1989, se produjo el caracazo: un estallido social contra el paquete de medidas económicas que Pérez pretendía implementar, en el que murieron cientos de venezolanos como consecuencia de la represión policial y militar. En febrero y en noviembre de 1992, un grupo de militares golpistas liderado por el teniente coronel Hugo Chávez intentó, sin éxito, sacarlo del poder. Luego, en marzo de 1993, la Corte Suprema de Justicia lo destituyó de la Presidencia por la malversación de una partida presupuestaria secreta de 250 millones de bolívares (unos 17 millones de dólares al cambio de entonces), que fue entregada por Pérez a la presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro. En 1996 fue condenado a 2 años y 4 meses de arresto domiciliario por el delito de "malversación genérica".
Un postrero intento de regresar a la vida pública, en 1998, resultó efímero: fue elegido senador y fundó el partido Apertura, integrado en su mayoría por disidentes de Acción Democrática. Pero el uniformado que seis años antes le había puesto contra las cuerdas llegó esa vez para quedarse. Hugo Chávez accedía a la presidencia en 1999 y procedió a la disolución del Congreso que antecedió a la instalación de la Asamblea Constituyente de 1999. CAP emprendía otra vez camino del exilio.
Residió primero en República Dominicana y luego en Estados Unidos. En 2001 el presidente Hugo Chávez solicitó su extradición para juzgarle por nuevos cargos de corrupción, pero su petición no fue atendida. Pérez, quien durante sus últimos años de vida vivió en la ciudad de Miami, fue un crítico permanente de la gestión de Chávez. "Estuvo preocupado por la situación política de su país, que fue por lo que él vivió y luchó hasta el último momento; estuvo con la inquietud por su país y por el rumbo que está tomando Venezuela", comentó ayer su hija María Francia.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Muere/Carlos/Andres/Perez/emblema/Venezuela/petrolera/boyante/elpepuint/20101225elpepuint_19/Tes
Un ataque cardiaco pone fin a la vida del ex presidente a los 88 años en Miami
MAYE PRIMERA
Caracas 26/12/2010
Controvertido y visionario, pero sobre todo carismático, Carlos Andrés Pérez Rodríguez, presidente de Venezuela durante dos ejercicios (1974-79 y 1989-93), murió ayer en Miami de un ataque al corazón. El mismo día había sido trasladado por sus familiares al Mercy Hospital de la ciudad de Miami. "Fue algo de repente, se despertó con muy buen ánimo, estuvo hablando con nosotros, muy elocuente, y pues nada, es la vida: se le comenzó a ir el aire y de un momento para otro falleció", ha dicho una de sus hijas, María Francia Pérez, al confirmar la noticia a través de la televisora venezolana Globovisión.
Sólo dos cosas pidió Pérez a su esposa antes de morir: que no incineraran su cuerpo y tampoco lo enterraran en Venezuela hasta que saliera Hugo Chávez del poder. La familia del ex mandatario ha anunciado que las honras fúnebres se harán en el sur de Florida y que hasta que no haya un cambio político en su país no descansará en Venezuela. Hoy se harán públicos los detalles del funeral.
Carlos Andrés Pérez Rodríguez tenía 88 años y convalecía desde hacía dos lustros de un episodio cardiovascular que a comienzos de esta década le paralizó la mano, el brazo y la pierna derecha. Había nacido el 27 de octubre de 1922 en Rubio, pueblo de la cordillera andina perteneciente al Estado de Táchira, en el seno de una familia modesta. Su padre era cafetalero y él, el undécimo de 12 hijos.
Político precoz, CAP, como se le conocía, ingresó a los 16 años en el Partido Democrático Nacional, creado en 1937 por Rómulo Betancourt, y del que luego surgiría el socialdemócrata Acción Democrática, donde militaría toda su vida. Al acceder Betancourt a la presidencia, Pérez entró en su secretaría particular. Un año después, en 1946, fue elegido diputado. Tenía 24 años.
Los vaivenes de la política venezolana le hicieron conocer la cárcel y el exilio. Expulsado del país en 1949, peregrinó por Colombia, Panamá, Cuba y Costa Rica hasta que en 1952 retornó a Caracas y creó células de resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Cuando Betancourt, su principal mentor, volvió a la presidencia, CAP entró en el Gobierno. En 1973 fue candidato de Acción Democrática a las elecciones presidenciales, que ganó por un amplio margen.
Emblema del petrodólar
Carlos Andrés Pérez pasará a la historia como emblema de la Venezuela petrolera más boyante. Su primer mandato lo hizo en la cresta de la ola gracias a la bonanza económica, cuando la llamada Venezuela saudí se codeaba en los foros de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) como lo que era, y lo que es: uno de los mayores productores de oro negro del mundo. El planeta aún se dolía de la crisis energética de los setenta, y la aparición estelar de Venezuela en la escena internacional supuso su consagración como estadista. El flujo de petrodólares que llegaban al país se tradujo en la realización de grandes obras, como el complejo hidroeléctrico del Guri. Pérez nacionalizó la explotación del hierro y del petróleo en 1976 y fundó la empresa estatal Petróleos de Venezuela.
Presidente de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos y número dos de la Internacional Socialista, su segundo Gobierno, en cambio, estuvo marcado por la crisis económica, los intentos de golpe de Estado y por los escándalos de corrupción. A pocos días de su toma de posesión, en febrero de 1989, se produjo el caracazo: un estallido social contra el paquete de medidas económicas que Pérez pretendía implementar, en el que murieron cientos de venezolanos como consecuencia de la represión policial y militar. En febrero y en noviembre de 1992, un grupo de militares golpistas liderado por el teniente coronel Hugo Chávez intentó, sin éxito, sacarlo del poder. Luego, en marzo de 1993, la Corte Suprema de Justicia lo destituyó de la Presidencia por la malversación de una partida presupuestaria secreta de 250 millones de bolívares (unos 17 millones de dólares al cambio de entonces), que fue entregada por Pérez a la presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro. En 1996 fue condenado a 2 años y 4 meses de arresto domiciliario por el delito de "malversación genérica".
Un postrero intento de regresar a la vida pública, en 1998, resultó efímero: fue elegido senador y fundó el partido Apertura, integrado en su mayoría por disidentes de Acción Democrática. Pero el uniformado que seis años antes le había puesto contra las cuerdas llegó esa vez para quedarse. Hugo Chávez accedía a la presidencia en 1999 y procedió a la disolución del Congreso que antecedió a la instalación de la Asamblea Constituyente de 1999. CAP emprendía otra vez camino del exilio.
Residió primero en República Dominicana y luego en Estados Unidos. En 2001 el presidente Hugo Chávez solicitó su extradición para juzgarle por nuevos cargos de corrupción, pero su petición no fue atendida. Pérez, quien durante sus últimos años de vida vivió en la ciudad de Miami, fue un crítico permanente de la gestión de Chávez. "Estuvo preocupado por la situación política de su país, que fue por lo que él vivió y luchó hasta el último momento; estuvo con la inquietud por su país y por el rumbo que está tomando Venezuela", comentó ayer su hija María Francia.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Muere/Carlos/Andres/Perez/emblema/Venezuela/petrolera/boyante/elpepuint/20101225elpepuint_19/Tes
sábado, diciembre 25, 2010
Falleció Carlos Andrés Pérez
Carlos Andrés¨Pérez durante su segundo mandato
Al lado del entonces presidente Rómulo Betancourt
Con el presidente Jimmy Carter
Con el presidente George H.W.Bush
Con el presidente Alan García (su compadre) y con el presidente Jaime Lusinchi
Con el expresidente Rómulo Betancourt
Antes de la entrega del mando por parte del presidente Rafael Caldera
Junto al presidente César Gaviria Trujillo
Con Jimmy Carter en Miraflores
En la Corte Suprema de Justicia durante el juicio de 1993
Con Henry Kissinger en Miraflores
Junto al expresidente Luis Herrera Campins
Condecorando a Renny Ottolina
Foto oficial de su primer mandato
Junto a los reyes de España: Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia
Durante su segundo mandato
http://www.eluniversal.com/2010/12/25/pol_video_carlos-andres-perez_25A4897293.shtml
http://www.el-nacional.com/www/site/p_contenido.php?q=nodo/173487
(Algunas fotos cortesía de El Universal web)
La rebelión de los náufragos o la culpa de todos
Andrés Corelli: “La rebelión de los náufragos” o la culpa de todos
Inevitablemente, leyendo el reciente y extraordinario libro, por lo bien escrito y documentado de Mirtha Rivero “La rebelión de los Náufragos” volvemos a la conclusión de que Carlos Andrés Pérez, que recientemente cumpliera 88 años, no sólo fue un controversial, visionario y emblemático Presidente que pretendió la modernización del país, su sistema político y económico sino una víctima fatal de la miopía del liderazgo de entonces, de un factoring político que le cobro un cúmulo de facturas no prescritas que fueron emitidas desde el año 1945, entre otros, por el inefable escritor Uslar Pietri, que se convirtió en el presidente y ductor de esa oscura sociedad en comandita denominada “Los Notables” cuyo aporte de constitución fueron añejos odios y rencores antiadecos y antiperecesistas, éstos últimos cosechados desde el propio partido, de su partido, del partido de gobierno, de la AD ortodoxa y viejoguardista.
Una sociedad donde participaron como accionistas viejos dirigentes frustados cuya amargura por perder el tren de la figuración y de acceso al poder hizo de CAP el comodín de sus odios, lideres políticos que fueron desplazados por la lucha interna de una partido que oscilo entre el sectarismo de un gobierno extremadamente adeco y mediocre, que llevo a “arrastrar los pies” ante la historia que los avasallaba y que no estuvo a la altura de enfrentar con liderazgo responsable los cambios que exigía el país para hacer frente a los reclamos de una sociedad cómoda y “free rider” acostumbrada a recibir sin mérito alguno la redistribución petrolera como mana que brotaba del cielo, tal cual el pasaje bíblico contenido en las Santas Escrituras.
Una clase dirigente anquilosada y reaccionaria a los cambios políticos propulsados por CAP en su campaña y en su gobierno, que pretendieron gozar de una renta vitalicia por el solo hecho de haber sufrido cárcel, ostracismo y persecución (lo cual hay que agradecer eternamente, reconocer su rol vital y esencial contra la dictadura perezjimenista, que contrasta con el que desempeñan tanto firifiri que hace política mediática, que no ha oído tres tiros y sufrido cárcel y persecución cuando ya están rellenando el formato de perseguido políticos en Miami o paseando por las tierras incas su condición de sufridos refugiados).
Un sociedad de cómplices notables que no les importó hacer naufragar el país, las instituciones democráticas y el régimen de libertades que sobre ellas se construyó, tan sólo por ver satisfecho su deseo de venganza, alimentado en la crítica sin sentido, en el anclaje del retroceso histórico y del freno a la modernización de una todavía incipiente democracia, pero con un acusado envejecimiento, muda ante los cambios operados en el mundo, mocha para hacer frente a los enemigos de siempre enquistados en un radicalismo ultrozo y trasnochado que permeó los cuarteles y alimentó el militarismo retrogrado de siempre, que frustraron generaciones de políticos con preparación y formación suficiente para convertirse en agentes del cambio pacifico y no traumático, con propuestas serias capaces de enrumbar al país por el sendero del desarrollo y hacer frente a los peligros inminentes que atentaban contra la democracia (pobreza, corrupción, un modelo económico desvencijado, un Estado paquidérmico ineficiente, una sociedad parasitaria y adicta a la perversa droga de la renta petrolera, que vio, favoreció, disfruto y se beneficio de la corrupción para luego bajo los estertores propios de los efectos posteriores de la alucinación prostituirse en el afán de seguir drogándose con la renta petrolera, como de meretriz adicta someterse así a los deseos y perversidad de un explotador y trata de blancas, lo que política y electoralmente se tradujo en la entrega al Teniente Coronel de Sabaneta, hoy aspirante a sustituir el “Barbazas del Caribe” en su monomanía fija y enfermiza de sumir a Venezuela en un “corralón” de miseria, atraso y corrupción so pretexto de instaurar un socialismo del siglo XXI como transición inevitable al comunismo.
Una sociedad en comandita por acciones de odios y rencores donde participaron empresarios, dueños de medios, políticos, intelectuales, jerarcas de la Iglesia, algunos perseguidos y aplastados por el régimen que recorren cual lloronas de cuentos de terror de los llanos escenerarios diversos reclamando sus derechos pisoteados y dignidad mancillada, que en la época de Pérez y en su deseos de figuración, cobro o pase de factura poco les importó someter al país a una postración antihistórica, en encallejonarlo como de reses que llevan al matadero se tratara, a una aventura militarista y populista que hoy la regimenta y hunde en pobreza, frustración y oprobio a la nación.
Fueron los mismos accionistas que llevaron como directores de la sociedad a tipos de la calaña de José Vicente Rangel, de empresarios inescrupulosos – afortunadamente los menos-, de facinerosos disfrazados de políticos de avanzada, de aventureros en busca de poder y riqueza fácil, de los eternos frustrados y resentidos de la izquierda totalitaria, quienes empuñando la daga de la traición los entregaron al circo de la historia, en que Venezuela se ha convertido.
Todos ellos alentaron, incluso antes a la asunción de Pérez al poder en su segunda oportunidad, los sucesos del caracazo, de las intentonas golpistas de, 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Todos ellos en alianza perversa y revanchista y resentida entregaron al país en bandeja de plata a este dictadorzuelo afrodescendiente, no por el la tez de su piel pues no somos racistas, sino por la manera de proceder y conducirse en el poder cual dictador africano. Todos ellos, a pesar que hoy lloran y se quejan contribuyeron a su llegada al poder, coadyuvaron a su consolidación y entronización. Élites que, como afirma Moisés Naím en el libro de Mirtha Rivera, probaron ser muy miopes: por estar defendiendo migajas perdieron la torta.
No obstante, también fuimos culpables quienes por omisión no hicimos nada por frenar el desmadre que se avecinaba; por mantenernos dentro de las cómodas burbujas creadas para que evitar el tema de lo público, por reaccionar como alérgicos a los ácaros frente a la dirigencia político pues los asuntos propios del Estado nos aborrecía.
Fuimos culpables de la doble moral, por convertirnos en usufructuarios de una súbita riqueza que como ente social malgastamos, disfrutamos sin importarnos de donde y cómo provenía, que nos erigimos en niños ricos malcriados y prepotentes convirtiéndonos en formadores de una venezolanidad artificiosa, irresponsable, caprichosa y banal.
Fuimos culpables de criticar y no aportar, fuimos cómplices de que la salida perniciosa y traumática de un Presidente elegido democráticamente, pero que lo sacamos a través de un fórceps institucional que hoy nos tare de cabeza. Hoy pagamos todos por nuestros errores como colectivo por habernos entregado a los cánticos reivindicativos y populistas de un enfermo del poder, que nos ha enfermado a todos y que se ha convertido en una pandemia para el mundo libre y democrático.
Somos culpables de permitir por nuestra abulia que la democracia se derrumbara, dimos martillos y herramientas a unos golpistas incompetentes para arribar al poder por las armas pero eficaces para secuestrarlo por las vías democráticas y demoler sus bases de sustentación a fin de que sacarán a relucir viejos esquemas y pretensiones militaristas salpicadas de aforismos, frases huecas panfletarias y recetas mal calcadas de moldes fracasados y obsoletos, que se han eternizado en el poder mediante la mentira, la manipulación y barrer a la disidencia democrática.
Fuimos culpables que a nuestra generación, los nacidos en los años 60 y 70, se nos sacaran de juego, que se nos impidiera acceder a los espacios de poder, de construir un liderazgo renovado y cultor de la optimización de la gerencia pública como ha sucedido, por ejemplo, en el vecino y hermano país: Colombia.
Fuimos culpables por inocentes, por pendejos irredentos de la llegada de Chávez. Lo peor que lo seguimos siendo, por omisión permitimos que este país siga dividido, postrado y en la cola de Latinoamérica. No sabemos poner freno, sino que nos frenen. No somos actores del cambio sino títeres para el retroceso; la carroña para que los buitres depredadores alimenten sus ansías de poder. Estamos como zombies deambulando en franco descomposición por las calles de la historia, como cadáveres insepultos que se empecina en transitar por el boulevard del fracaso y la ignominia como si once años no fueran suficientes.
No quiero ser exponente de una suerte de postura del negativismo sociológico, que se me acuse de practicar el pesimismo militante que desconoce las fuerzas o poderes creadores y libertarios del pueblo venezolano. No pretendo regodearme en la inclinación militarista y en la tendencia cuartelaria de nuestro país, ni resignarme a vivir en pseudemocracia.
Lo que quiero es desahogar mi culpa, llamar la atención sobre lo acontecido en los últimos quince años en el país y tratar de encarar el futuro a partir de los errores del paso reciente.
Mientras tanto, embebido y absorto en la lectura del extraordinario libro de Mirtha Rivero, un “riguroso trabajo de investigación periodística que analiza la trama de acontecimientos que condujeron al juicio político que produjo la separación de Pérez de la Presidencia de la República aquel 20 de mayo de 1993” , seguiré con el ánimo y la frente el alto, y más convencido de que la “hoguera de vanidades” de Caldera, Escobar Salóm, la ortodoxia de AD, los sanguijuela empresarial que vio afectada sus intereses, la rabieta de los próceres del gomecismo y medinismo, el acervo hereditario de odios y vanidades de pocos, nos llevo al infierno que muchos estamos viviendo.
Ojala que al terminar la lectura de “ La rebelión de los náufragos”, no me de por escribir el “Vivencias de venezolano naufrago” por estos quince años de gobiernos calderista y chavista que han hecho de mi existencia una vida ciudadana en la deriva. Y que perdone el Gabo por asaltar “copionamente” y con carencia de creatividad el titulo de una de sus mágicas obras.
http://lapatilla.com/site/2010/10/31/andres-corelli-la-rebelion-de-los-naufragos-o-la-culpa-de-todos/
Inevitablemente, leyendo el reciente y extraordinario libro, por lo bien escrito y documentado de Mirtha Rivero “La rebelión de los Náufragos” volvemos a la conclusión de que Carlos Andrés Pérez, que recientemente cumpliera 88 años, no sólo fue un controversial, visionario y emblemático Presidente que pretendió la modernización del país, su sistema político y económico sino una víctima fatal de la miopía del liderazgo de entonces, de un factoring político que le cobro un cúmulo de facturas no prescritas que fueron emitidas desde el año 1945, entre otros, por el inefable escritor Uslar Pietri, que se convirtió en el presidente y ductor de esa oscura sociedad en comandita denominada “Los Notables” cuyo aporte de constitución fueron añejos odios y rencores antiadecos y antiperecesistas, éstos últimos cosechados desde el propio partido, de su partido, del partido de gobierno, de la AD ortodoxa y viejoguardista.
Una sociedad donde participaron como accionistas viejos dirigentes frustados cuya amargura por perder el tren de la figuración y de acceso al poder hizo de CAP el comodín de sus odios, lideres políticos que fueron desplazados por la lucha interna de una partido que oscilo entre el sectarismo de un gobierno extremadamente adeco y mediocre, que llevo a “arrastrar los pies” ante la historia que los avasallaba y que no estuvo a la altura de enfrentar con liderazgo responsable los cambios que exigía el país para hacer frente a los reclamos de una sociedad cómoda y “free rider” acostumbrada a recibir sin mérito alguno la redistribución petrolera como mana que brotaba del cielo, tal cual el pasaje bíblico contenido en las Santas Escrituras.
Una clase dirigente anquilosada y reaccionaria a los cambios políticos propulsados por CAP en su campaña y en su gobierno, que pretendieron gozar de una renta vitalicia por el solo hecho de haber sufrido cárcel, ostracismo y persecución (lo cual hay que agradecer eternamente, reconocer su rol vital y esencial contra la dictadura perezjimenista, que contrasta con el que desempeñan tanto firifiri que hace política mediática, que no ha oído tres tiros y sufrido cárcel y persecución cuando ya están rellenando el formato de perseguido políticos en Miami o paseando por las tierras incas su condición de sufridos refugiados).
Un sociedad de cómplices notables que no les importó hacer naufragar el país, las instituciones democráticas y el régimen de libertades que sobre ellas se construyó, tan sólo por ver satisfecho su deseo de venganza, alimentado en la crítica sin sentido, en el anclaje del retroceso histórico y del freno a la modernización de una todavía incipiente democracia, pero con un acusado envejecimiento, muda ante los cambios operados en el mundo, mocha para hacer frente a los enemigos de siempre enquistados en un radicalismo ultrozo y trasnochado que permeó los cuarteles y alimentó el militarismo retrogrado de siempre, que frustraron generaciones de políticos con preparación y formación suficiente para convertirse en agentes del cambio pacifico y no traumático, con propuestas serias capaces de enrumbar al país por el sendero del desarrollo y hacer frente a los peligros inminentes que atentaban contra la democracia (pobreza, corrupción, un modelo económico desvencijado, un Estado paquidérmico ineficiente, una sociedad parasitaria y adicta a la perversa droga de la renta petrolera, que vio, favoreció, disfruto y se beneficio de la corrupción para luego bajo los estertores propios de los efectos posteriores de la alucinación prostituirse en el afán de seguir drogándose con la renta petrolera, como de meretriz adicta someterse así a los deseos y perversidad de un explotador y trata de blancas, lo que política y electoralmente se tradujo en la entrega al Teniente Coronel de Sabaneta, hoy aspirante a sustituir el “Barbazas del Caribe” en su monomanía fija y enfermiza de sumir a Venezuela en un “corralón” de miseria, atraso y corrupción so pretexto de instaurar un socialismo del siglo XXI como transición inevitable al comunismo.
Una sociedad en comandita por acciones de odios y rencores donde participaron empresarios, dueños de medios, políticos, intelectuales, jerarcas de la Iglesia, algunos perseguidos y aplastados por el régimen que recorren cual lloronas de cuentos de terror de los llanos escenerarios diversos reclamando sus derechos pisoteados y dignidad mancillada, que en la época de Pérez y en su deseos de figuración, cobro o pase de factura poco les importó someter al país a una postración antihistórica, en encallejonarlo como de reses que llevan al matadero se tratara, a una aventura militarista y populista que hoy la regimenta y hunde en pobreza, frustración y oprobio a la nación.
Fueron los mismos accionistas que llevaron como directores de la sociedad a tipos de la calaña de José Vicente Rangel, de empresarios inescrupulosos – afortunadamente los menos-, de facinerosos disfrazados de políticos de avanzada, de aventureros en busca de poder y riqueza fácil, de los eternos frustrados y resentidos de la izquierda totalitaria, quienes empuñando la daga de la traición los entregaron al circo de la historia, en que Venezuela se ha convertido.
Todos ellos alentaron, incluso antes a la asunción de Pérez al poder en su segunda oportunidad, los sucesos del caracazo, de las intentonas golpistas de, 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Todos ellos en alianza perversa y revanchista y resentida entregaron al país en bandeja de plata a este dictadorzuelo afrodescendiente, no por el la tez de su piel pues no somos racistas, sino por la manera de proceder y conducirse en el poder cual dictador africano. Todos ellos, a pesar que hoy lloran y se quejan contribuyeron a su llegada al poder, coadyuvaron a su consolidación y entronización. Élites que, como afirma Moisés Naím en el libro de Mirtha Rivera, probaron ser muy miopes: por estar defendiendo migajas perdieron la torta.
No obstante, también fuimos culpables quienes por omisión no hicimos nada por frenar el desmadre que se avecinaba; por mantenernos dentro de las cómodas burbujas creadas para que evitar el tema de lo público, por reaccionar como alérgicos a los ácaros frente a la dirigencia político pues los asuntos propios del Estado nos aborrecía.
Fuimos culpables de la doble moral, por convertirnos en usufructuarios de una súbita riqueza que como ente social malgastamos, disfrutamos sin importarnos de donde y cómo provenía, que nos erigimos en niños ricos malcriados y prepotentes convirtiéndonos en formadores de una venezolanidad artificiosa, irresponsable, caprichosa y banal.
Fuimos culpables de criticar y no aportar, fuimos cómplices de que la salida perniciosa y traumática de un Presidente elegido democráticamente, pero que lo sacamos a través de un fórceps institucional que hoy nos tare de cabeza. Hoy pagamos todos por nuestros errores como colectivo por habernos entregado a los cánticos reivindicativos y populistas de un enfermo del poder, que nos ha enfermado a todos y que se ha convertido en una pandemia para el mundo libre y democrático.
Somos culpables de permitir por nuestra abulia que la democracia se derrumbara, dimos martillos y herramientas a unos golpistas incompetentes para arribar al poder por las armas pero eficaces para secuestrarlo por las vías democráticas y demoler sus bases de sustentación a fin de que sacarán a relucir viejos esquemas y pretensiones militaristas salpicadas de aforismos, frases huecas panfletarias y recetas mal calcadas de moldes fracasados y obsoletos, que se han eternizado en el poder mediante la mentira, la manipulación y barrer a la disidencia democrática.
Fuimos culpables que a nuestra generación, los nacidos en los años 60 y 70, se nos sacaran de juego, que se nos impidiera acceder a los espacios de poder, de construir un liderazgo renovado y cultor de la optimización de la gerencia pública como ha sucedido, por ejemplo, en el vecino y hermano país: Colombia.
Fuimos culpables por inocentes, por pendejos irredentos de la llegada de Chávez. Lo peor que lo seguimos siendo, por omisión permitimos que este país siga dividido, postrado y en la cola de Latinoamérica. No sabemos poner freno, sino que nos frenen. No somos actores del cambio sino títeres para el retroceso; la carroña para que los buitres depredadores alimenten sus ansías de poder. Estamos como zombies deambulando en franco descomposición por las calles de la historia, como cadáveres insepultos que se empecina en transitar por el boulevard del fracaso y la ignominia como si once años no fueran suficientes.
No quiero ser exponente de una suerte de postura del negativismo sociológico, que se me acuse de practicar el pesimismo militante que desconoce las fuerzas o poderes creadores y libertarios del pueblo venezolano. No pretendo regodearme en la inclinación militarista y en la tendencia cuartelaria de nuestro país, ni resignarme a vivir en pseudemocracia.
Lo que quiero es desahogar mi culpa, llamar la atención sobre lo acontecido en los últimos quince años en el país y tratar de encarar el futuro a partir de los errores del paso reciente.
Mientras tanto, embebido y absorto en la lectura del extraordinario libro de Mirtha Rivero, un “riguroso trabajo de investigación periodística que analiza la trama de acontecimientos que condujeron al juicio político que produjo la separación de Pérez de la Presidencia de la República aquel 20 de mayo de 1993” , seguiré con el ánimo y la frente el alto, y más convencido de que la “hoguera de vanidades” de Caldera, Escobar Salóm, la ortodoxia de AD, los sanguijuela empresarial que vio afectada sus intereses, la rabieta de los próceres del gomecismo y medinismo, el acervo hereditario de odios y vanidades de pocos, nos llevo al infierno que muchos estamos viviendo.
Ojala que al terminar la lectura de “ La rebelión de los náufragos”, no me de por escribir el “Vivencias de venezolano naufrago” por estos quince años de gobiernos calderista y chavista que han hecho de mi existencia una vida ciudadana en la deriva. Y que perdone el Gabo por asaltar “copionamente” y con carencia de creatividad el titulo de una de sus mágicas obras.
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