martes, enero 14, 2014

Me perseguían en las sombras.




Me perseguían en las sombras.

Con sus caras de perro
y sus brazos de serpientes
me perseguían en las sombras.
Allí ululaban como un viento maligno.
Un ruido aciago
con furor penetraba en mis oídos
y atrozmente me torturaba.
Se enardecían mis terrores atávicos.
La cabeza me empezaba a dar vueltas
perdida en el espacio,
giraba sin control
aturdida por aquellas bestias de tinieblas.
Dentro de mí
me confinaban en una tierra desolada.

Francisco Pérez Perdomo.
             (1930-2013)

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