MANUSCRITOS DE LA MEMORIA
Si marcas un punto de partida y regresas a ese punto, sabrás que el círculo es un punto que se encontró a sí mismo y que la eternidad es un camino que tiene el largo de tus pies.
Si tu memoria te dice que la eternidad se construye con lo efímero como la primavera se edifica en los pétalos, y que desde la tierra a la galaxia existen reinos sobre reinos.
Si el mar está boca arriba o boca abajo; Si el abismo fue un cielo que cayó de espaldas o el cielo es otro abismo que viene cayendo boca abajo, para ti el mar será un diluvio que alcanzó la vejez.
Si ya te parece absurdo venir desde tan lejos sólo para preocuparte de este presente donde envuelta en alas viaja la vida, y en árbol la muerte, sabrás que todo lo que vendrá vendrá a irse y que ya vino todo lo que a quedarse vino.
Si piensas que vienes viajando desde el caos para llegar a este momento donde en una gota de rocío habita un mundo; en las alas de un pájaro una galaxia, en tus pies el planeta y en tu cuerpo todos los cuerpos, ya no serás un recién llegado a este momento.
Si a nadie pides que te espere porque no sabes cuanto tardarás en encontrarte, ni que se apresure en llegar porque con su recuerdo te basta.
Si la única ausencia que lamentas es la de tí mismo sabrás por tu memoria, entonces, que a las manos del otro debes que tus manos sepan de tí y de los otros; que todos somos la parte que al amor le falta y dejarás de ser el objeto de los objetos, ya que todo exceso es delirio de uno mismo, o del misterio que es uno mismo.
Si hoy para tí el amor ya no riñe sino que interroga, persuade o se va, comprenderás que cuando dos quieren caber, tanto en una nube como en una hoguera, es porque se aman. Si de regreso de tu memoria ya no odias a nadie más de lo que a sí mismo se odia, ni lo amas más de lo que a sí mismo se ama.
Si a pesar de lo poco que conoces de un ser, puedes amar todo lo desconocido en él, estás amando su misterio y tu misterio.
Si ya no es doloroso para tí que los demás quieran más y tú, menos; Si ya no te inquietas porque nadie conoce el precio de tu corazón.
Si de nada ni de nadie dependes para ser fuerte o débil, ya no amarás ninguna libertad que te esclavice; ninguna que tengas que cercenar para sentirte libre.
Si aquella arcilla de tu viaje te recuerda que heredaste una fortuna en sueños y una deuda en realidades. Que te cortaron las alas y te declararon culpable por caminar... Que ya fuiste mujer y hombre y que también estuviste en la hoguera y fuiste santificado. Que habitas hoy una choza como ayer un palacio, sabrás que es poco lo que tiene que reunir un hombre para viajar al país de sus hermanos. Y que desde el ayer remoto hasta el hoy, remoto, los devotos del hambre y la codicia aún no han levantado un monumento al pan aunque el hambre siga navegando en el trigo.
Si recuerdas que en una caverna los primeros hombres celebraron el descubrimiento del sol... Si hoy, cada rostro te hace preguntarte por su parecido con el león o la gacela, y toda mano, con la caricia o con las garras, amarás la tierra toda y harás como la tierra que ama todo lo que tiene y todo lo que posee da y por eso te ama a tí, su hormiga más celeste.
Si en tu memoria encuentras vivo aquel antepasado que, al morir, creyó morir.
Si piensas que el futuro es promesa del pasado porque este tiempo que tan suavemente pasa viene borrando -menos la suya- toda inmortalidad, sabrás que tanto el olvido como el recuerdo son una lección de distancia.
Si ya no necesitas ver morir para comenzar a amar la vida, porque cuando alguien muere alguien está corriendo a reemplazarlo y cuando alguien nace, a justificarlo, cuando llegue tu instante comprenderás que con la tuya alguien amará la vida y podrás sonreir porque somos viajeros, no el viaje.
Si en tus laberintos tu sangre te recuerda que a partir del nacer es todo y del morir la nada que vuelve al todo.
Si ya nada empequeñeces para que quepa en tí ni nada engrandeces para que no te devore. Si no elevas plegarias porque luego caen como culpas.
Si ya el vértigo no existe porque eres tú el vértigo ni la calma existe porque la calma eres, aquietarás tu corazón de toda prisa. Calmar su sed y amasar su pan con sus propios latidos será tu obra.
Si ya depende de la altura desde donde miras la altura de lo que miras...
Si para no sentirte sólo arena te imaginas río, y no solo río, nube, sabrás que la nube es un sueño de la tierra que sube para contemplarse y que la tierra es un sueño del infinito amarrado a tu memoria.
Si cuando tropiezas con el misterio hoy caes de rodillas y por eso sabes que ayer las rodillas dieron origen a los altares, el sacerdote al púlpito y el miedo, a Dios, sigue, entonces, -aunque sea doloroso- tropezando con lo invisible y haz de modo que solo se arrodillen tus frutos -como el árbol- pero tus raices, como el árbol, nunca.
Si ya de regreso hacia tí sabes que esta brisa viene de empujar una barca, de dar vida a un recién nacido; de besar a dos enamorados y de llevar el polen a la flor sedienta.
Si sabes que un forjador tanto puede hacer un puñal como una campana y que por igual jornal, tanto trabaja la vida como la muerte, vivirás de cara al Cielo porque así, asciendes y de pie, caminas.
Si la voz de tu memoria te susurra que el mar guarda los tesoros que fueron de la superficie, así como la superficie muestra los restos que devolvió el mar, sabrás que todo el Planeta sigue mostrando -como recientes- antiguos naufragios.
Si sabes que tenemos cinco sentidos porque hasta allí podemos contar, dormidos y tantos como sepamos despertar y contar, despiertos, sabrás que vivir por vivir no tiene sentido y vivir sólo con sentido no es vivir.
Hoy, como ayer, sofocar tu enigma es como impedirle al cielo su relámpago al torrente su música, al árbol su nube y a Dios su misterio.
Si ya sabes de qué hablan tus días con sus noches, el sol con su lámpara, y las estrellas con su galaxia; la luna con su muerte y el pájaro con el aire, sabrás que tu impaciencia no perturba a tu futuro sino que lo envejece, mientras en el desván de tu memoria siguen jugando tus juguetes más preciados y tus dolores más queridos.
Si a ninguna necesidad acudes para que no te convierta en su mendigo.
Si no estás satisfecho con tu destino, pero sabes que tu destino contigo si... comprenderás que, si el sol supiera el suyo, ya habríamos muerto porque -misterio del misterio- en la verdad final comienza la primavera.
Si ella te dice que por qué existen pastores de catedrales en las catedrales y pastores de almas en las almas las verdades pequeñas mueren sin predicadores y las enormes los aplastan.
Si ella te dice que si las conciencias salieran a caminar se desplomaría el planeta...
Sabrás que todos los malvados del mundo no han logrado destruirlo ni todos los santos salvarlo. Y que, aunque la maldad desborde la tierra, es el Bien quien la sostiene.
NEMER IBN EL BARUD
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