viernes, septiembre 30, 2011

30 años de la muerte de Rómulo Betancourt



BETANCOURT Y SU HUELLA


Entender la personalidad del ex presidente Rómulo Betancourt no es algo fácil. En 1972, Nueve años antes de su muerte cuando apenas contaba 57 años de edad y ante las expectativas que creaba su probable aspiración a volver a la Presidencia, decidió retirarse de la escena de la política cotidiana.

Comprendió que el pasado no se borra. Fue un ejemplo en su comprensión de la historia venezolana, pues la conocía, la estudiaba, y eso fue fundamental para su proyección como gran líder popular.





A continuación, lea el editorial publicado en el diario El Nacional este jueves:



Se cumplieron ayer 30 años de la muerte de Rómulo Betancourt, ocurrida en Nueva York el 28 de septiembre de 1981. Para un país que cultiva poco la memoria histórica es fundamental volver los ojos a quienes jugaron papeles de significación en nuestro proceso de pueblo. En el caso de quien ejerció tan notable influencia como Betancourt, vale la pena anotar ciertos hechos de su vida política que contribuyen a comprender su personalidad.

Nueve años antes de su muerte, en 1972, cuando apenas contaba 57 años de edad y ante las expectativas que creaba su probable aspiración a volver a la Presidencia, decidió retirarse de la escena de la política cotidiana.

No fue un gesto banal ni simbólico o de resignación, porque tenía todas las de ganar como jefe del partido mayoritario. Prefirió ocupar otra posición, la de contribuir en lo posible a despejar el horizonte del país en momentos que demandaban decisiones de gran conocimiento y ponderación, como por ejemplo la nacionalización de la industria petrolera.

Su intervención en el Senado contribuyó a darle claridad al debate y a señalar el rumbo equilibrado que propició una transición ejemplar. Había trascurrido más de medio siglo de explotación petrolera bajo la responsabilidad casi exclusiva de las grandes compañías trasnacionales y, como es obvio, se requería equilibrio y voluntad para llevarlo adelante.

Para las nuevas generaciones, el conocimiento de la historia del país es fundamental. No se trata de idealizar ni denostar del pasado, sino de conocerlo. Abundan los que prefieren falsificarlo, ignorarlo, como si no hubiera existido y como si la historia estuviera comenzando con ellos. Nada más ingenuo.

Desde joven, Betancourt comprendió que el pasado no se borra. Que se analiza y se señalan sus logros o sus errores, porque la misión del político democrático es avanzar y no rendirse en el Muro de los Lamentos.

El difundido complejo que nos lleva a malinterpretar el pasado no nos permite comprender el presente ni ver con confianza el futuro. Un dictador portugués quiso justificar la censura del pasado con el alegato de que "los pueblos felices no tienen historia".

Era una tontería, pero sonaba bien y complacía al personaje. Betancourt fue un ejemplo en su comprensión de la historia venezolana. La conocía, la estudiaba, y eso fue fundamental para su proyección como gran líder popular.

Frente a una figura de tan prolongada influencia en la política venezolana ¬desde el gran movimiento de la Semana del Estudiante en 1928, desde su regreso del exilio a la muerte de Juan Vicente Gómez en 1936, su papel en la crisis de octubre de 1945 o su ejercicio de la Presidencia de la República¬ nada más pertinente que el estudio de su legado. Afortunadamente, entre sus pasiones dominantes estuvo la valoración del documento y su conservación. Gracias a ello dejó a los venezolanos uno de las archivos más importantes del siglo XX.



http://el-nacional.com/noticia/2969/16/Betancourt-y-su-huella.html


http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%B3mulo_Betancourt


http://www.fundacionromulobetancourt.com/


http://fundacionromulobetancourt.com/images/pdf/carrera_damas-%20romulo_historico-%2022-2-2011.pdf

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