sábado, julio 31, 2010
La poesía por Vicente Huidobro
La poesía
Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada.
En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la palabra que debe descubrir el poeta.
La poesía es el vocablo virgen de todo prejuicio; el verbo creado y creador, la palabra recién nacida. Ella se desarrolla en el alba primera del mundo. Su precisión no consiste en denominar las cosas, sino en no alejarse del alba.
Su vocabulario es infinito porque ella no cree en la certeza de todas sus posibles combinaciones. Y su rol es convertir las probabilidades en certeza. Su valor está marcado por la distancia que va de lo que vemos a lo que imaginamos. Para ella no hay pasado ni futuro.
El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir. Yo tengo derecho a querer ver una flor que anda o un rebaño de ovejas atravesando el arco iris, y el que quiera negarme este derecho o limitar el campo de mis visiones debe ser considerado un simple inepto.
El poeta hace cambiar de vida a las cosas de la Naturaleza, saca con su red todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra de repente rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados.
El valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla. Esto es lo que el vulgo no puede comprender porque no quiere aceptar que el poeta trate de expresar sólo lo inexpresable. Lo otro queda para los vecinos de la ciudad. El lector corriente no se da cuenta de que el mundo rebasa fuera del valor de las palabras, que queda siempre un más allá de la vista humana, un campo inmenso lejos de las fórmulas del tráfico diario.
La Poesía es un desafío a la Razón, el único desafío que la razón puede aceptar, pues una crea su realidad en el mundo que ES y la otra en el que ESTÁ SIENDO.
La Poesía está antes del principio del hombre y después del fin del hombre. Ella es el lenguaje del Paraíso y el lenguaje del Juicio Final, ella ordeña las ubres de la eternidad, ella es intangible como el tabú del cielo.
La Poesía es el lenguaje de la Creación. Por eso sólo los que llevan el recuerdo de aquel tiempo, sólo los que no han olvidado los vagidos del parto universal ni los acentos del mundo en su formación, son poetas. Las células del poeta están amasadas en el primer dolor y guardan el ritmo del primer espasmo. En la garganta del poeta el universo busca su voz, una voz inmortal.
El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación. El que no haya sentido el drama que se juega entre la cosa y la palabra, no podrá comprenderme.
El poeta conoce el eco de los llamados de las cosas a las palabras, ve los lazos sutiles que se tienden las cosas entre sí, oye las voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables. Hace darse la mano a vocablos enemigos desde el principio del mundo, los agrupa y los obliga a marchar en su rebaño por rebeldes que sean, descubre las alusiones más misteriosas del verbo y las condensa en un plano superior, las entreteje en su discurso, en donde lo arbitrario pasa a tomar un rol encantatorio. Allí todo cobra nueva fuerza y así puede penetrar en la carne y dar fiebre al alma. Allí coge ese temblor ardiente de la palabra interna que abre el cerebro del lector y le da alas y lo transporta a un plano superior, lo eleva de rango. Entonces se apoderan del alma la fascinación misteriosa y la tremenda majestad.
Las palabras tienen un genio recóndito, un pasado mágico que sólo el poeta sabe descubrir, porque él siempre vuelve a la fuente.
El lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional fijado de antemano.
Toda poesía válida tiende al último límite de la imaginación. Y no sólo de la imaginación, sino del espíritu mismo, porque la poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es, a su vez, la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda. Al llegar a ese lindero final el encadenamiento habitual de los fenómenos rompe su lógica, y al otro lado, en donde empiezan las tierras del poeta, la cadena se rehace en una lógica nueva.
El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia.
Allí ha plantado el árbol de sus ojos y desde allí contempla el mundo, desde allí os habla y os descubre los secretos del mundo.
Hay en su garganta un incendio inextinguible.
Hay además ese balanceo de mar entre dos estrellas.
Y hay ese Fiat Lux que lleva clavado en su lengua.
Vicente Huidobro
Palabra de Ludovico
"El acto de la creación poética ha pasado siempre por ser un misterio, un acto ritual compuesto por cábalas y cifras mágicas..."
Ludovico Silva
Rolling Stones - Satisfaction Live In The Park
viernes, julio 30, 2010
Palabra de Eleonora Requena
"El poeta ensimismado se traga el aire ralo, cubre con la manta el piano, toma un baño de burbujas, se abotona el traje, barre el aserrín y cierra las ventanas, traza con el dedo alguna clave, sale hacia la calle tarareando alguna endecha, no hay mejor olvido ni peor y da un portazo."
Eleonora Requena
Patti Smith - Smells Like Teen Spirit
jueves, julio 29, 2010
Arquetipos y simbología de la tauromaquia
Arquetipos y simbología de la tauromaquia
El origen sagrado del toro
En torno al toro existen numerosas pinturas rupestres en que abundan las representaciones del uro (el toro de lidia actual procede del extinto uro) localizadas en gran parte de Europa y, de manera especial en España, Italia y Suiza. Según numerosos arqueólogos, estas figuras fueron realizadas con finalidades mágicas para propiciar la existencia de una abundante caza.
Es muy sugerente la hipótesis de que la primera corrida de toros provenga de los pueblos atlantes. Y es que en el Critias y en el Timeo, en los diálogos de Platón, se nos dice que los diez reyes de la confederación atlante se reunían una vez al año para dirimir los problemas de su alianza. Y el filósofo ateniense, que había recibido estas informaciones vía Solón, a través de los conductos herméticos del Antiguo Egipto, nos dice literalmente que para celebrar este acontecimiento organizaban los atlantes una ceremonia durante la cual el matador, trapo en mano, degollaba a una res luego de capturarla con arreglo al ritual programado.
Sí hay constancia del nacimiento del toro como animal sagrado durante la era de tauro -que corresponde a los años 4513 a 2353 antes de Cristo-. En todas las culturas mediterráneas y en el mundo celta, la creencia mágica en las virtudes genéticas del toro y su transmisión al hombre, le hicieron figura sacra y objeto de culto de numerosos ritos religiosos y celebraciones festivas. Una pequeña muestra es el mazdeísmo que profesaba que el toro había sido el primer ser vivo creado. El Indra védico es el Toro divino, como Marduk o Anu en Babilonia incluso como Horus en Egipto. Heliópolis, por ejemplo, era un centro de adoración del Toro de Ra.
Hace seis mil años en Creta, radiante cuna de la civilización pre-helénica, se celebraba el culto al toro con ejercicios taurinos realizados por acróbatas femeninos. Es posible que hubiese una relación entre Creta y el sur de España y hay dos modos de interpretar las rústicas figuras taurinas de la Edad de Bronce en España: como valor autóctono o influencia cretense. Según Diodoro de Sicilia, el toro en Hispania tuvo carácter sagrado desde que Hércules, fundador de Sevilla, regaló tres toros a un reyezuelo nativo.
El culto del dios sol-Mitra pasó directamente del mundo indo-ario al latino, su vehículo de expansión fueron las legiones romanas y tenía al toro como centro de sus ritos. El clero mitraista reprochaba a los cristianos que tomaban de su religión muchas cosas, entre otras que plagiaron, en su purificación por la sangre del cordero, la purificación por la sangre del toro. En el momento en que el emperador Constantino se convierte a la religión de Cristo se intenta acabar con estos ritos. Pero este culto solar estaba profundamente arraigado y el cristianismo tuvo que conservar e integrar elementos de la religión del dios-sol Mitra, para conformar un sistema en mayor o menor medida sincrético. A pesar de adaptarlas, los teólogos -que conocían el origen pagano de las fiestas taurinas- llegaron a calificarlas de “espectáculo de demonios”, no dispensando sepultura cristiana al muerto por asta de toro, al igual que los suicidas. Ni las bulas de León X en 1517 ni la de Pío V en 1570 lograron arrancar al pueblo unos ritos que, sin saberlo, hacían alusión velada a divinidades paganas.
Significación mágico-simbólica
La tauromaquia representa el sacrifico primigenio, que en algún momento no sólo dio sentido al mundo sino que configuró su orden cíclico y cuya vivencia en los pueblos antiguos significaba la preservación de la vida misma, del ordenamiento del mundo.
Jung decía que cuando un ser humano está delante de un símbolo arquetípico, aunque éste proceda de una tradición religiosa, espiritual o cultural distinta, experimenta una emoción a veces inexplicable. El toro es un arquetipo de los pueblos ibéricos o, todo lo más de los pueblos mediterráneos, o, si nos vamos muy lejos, de los pueblos atlantes.
La fiesta de los toros es una opera aperta en la cual confluyen numerosos motivos esotéricos y no esotéricos del inconsciente colectivo. Por ejemplo, la fiesta reproduce el esquema del laberinto. No en balde Teseo se adentra en el laberinto de Knossos para enfrentarse al Minotauro, un ser que simboliza las pesadillas del subconsciente y, en definitiva, el espíritu del mal. Pues bien, al igual que el recinto donde se atrinchera el Minotauro, también el coso es un laberinto, dividido como está entre la andanada, la grada, los tendidos, la barrera, la contrabarrera, el callejón, los burladeros, el centro. Por ello, en la medida en que el laberinto es un arquetipo de todos los pueblos de la tierra, cualquier persona, al margen de su origen ibérico, puede tener acceso a ese mundo mágico de la tauromaquia.
También tiene una explicación erótica relacionada con la fecundidad y la descendencia, cuando el diestro sale a la plaza es yin, mujer. Lleva cinturita estrecha, luce lentejuelas en su atavío, usa zapatos femeninos, y además se contonea, se pavonea, abre la capa. Por el contrario, el toro es yang, es la fuerza viril, el macho por antonomasia. Luego, a lo largo de la corrida, en esta especie de bodas entre el cielo y el infierno, se va consumando una transformación. Al entrar en contacto con la bestia, el torero va convirtiéndose en macho, al tiempo que el toro pierde su fuerza y se vuelve hembra. Cuando llega la hora de la verdad, el diestro ha de introducir un falo -la espada tiene forma fálica- en el hoyo de las agujas, un espacio con forma de triángulo isósceles, el símbolo del sexo femenino desde la noche de los tiempos. Al final, si el falo entra debidamente y alcanza el punto G, el toro cae despatarrado y se rinde. Como sucedía con el esquema laberíntico de la plaza, no hay duda de que esto también es un arquetipo universal.
En el tercio de la suerte de capa también aparece esta explicación relacionada con rituales mágicos, en tiempos antiguos la capea era parte del rito nupcial, se trataba de un contacto mágico de la capa del esposo (del torero) y el toro, cuya finalidad era recoger en los vestidos la potencia genésica de la res. La protagonista de este ritual mágico de contacto era la mujer, sobre todo en culturas de orientación matriarcal, y es que en el toro es un gigantesco condensador de energías procreativas. En la suerte del estoque también hay un fenómeno religioso, en su origen la muleta eran sábanas de la cama nupcial de color blanco, ésta se fue tiñendo de rojo como reflejo de la costumbre de exponer las sábanas de la reina o la princesa recién casadas para demostrar al pueblo que su matrimonio se había consumado, con lo cual habría descendencia y, por lo tanto, la dinastía tenía asegurada su continuidad.
Significación arquetípica-cósmica
Hace miles de años, por efecto de un tercer movimiento de la tierra, que provoca la precesión de los equinoccios, el sol abordó el equinoccio de primavera, en el signo del zodiaco que recibe el nombre de Tauro. Este signo de la constelación celeste fue considerado como el signo del sol primaveral, del sol fecundador, del Dios sol. El reconocimiento popular y los homenajes rendidos al Sol, se dirigieron naturalmente hacia el signo del zodiaco que era su símbolo, hacia el signo del Toro, el cual siendo partícipe, en alguna forma, de la acción del sol fecundador fue, en este aspecto, identificado con el astro. Se le rindieron honores y se le atribuyeron sus virtudes, poder y beneficios. Este signo abandonó el objeto significado, se convirtió en un dios y se adoraron las representaciones del Toro celeste. El entusiasmo religioso fue más lejos; no sólo se adoraban las representaciones del Toro zodiacal, sino que incluso un toro vivo gozaba de honores divinos. Fue así como el toro, la bestia mágica, signo dibujado, pintado o esculpido, en los zodiacos artificiales, fue identificado con el sol de primavera, se convirtió en TORO-SOL y , metamorfoseado en toro vivo, fue adorado como un dios, un dios solar.
La corrida de toros es una fiesta solar. El color dorado de la tierra del albero reproduce el color del sol en el crepúsculo. Y una de las funciones principales del matador consiste en derramar la sangre del animal más fuerte, el toro, y así devolver a la tierra (simbólicamente el mapamundi) la vida, la energía, la fuerza que está desapareciendo al caer el sol.
En el culto mitraico los monumentos simbólicos al Dios-Sol Mitra muestran un toro que es sacrificado y cuya sangre purificaba a aquellos sobre los cuales se extendía, un rito denominado Taurobolio. Existía la creencia (como vestigio de un rito de regeneración agrícola) que de la sangre del toro brotaban las vides, de la médula, el trigo y de su semen, los animales. En este culto, el toro es visto como fuente de vida, al que es preciso matar, permitiendo así nacer todo: el acto de matar es igual al de crear. En la corrida el torero se viste de luces como vestigio arqueológico del culto mitraico (que empieza en Persia, donde Mitra es dios de luz e intercede entre el hombre y los dioses) como si quisiese ser un trasunto del mismo Mitra, ser un dios solar o, más bien, el torero se convertiría en un sacerdote pagano manejando las energías cósmicas.
En la simbología en torno a estas tauromaquias míticas también se asimila el toro con una divinidad lunar. La posesión de cuernos que representan las fases de la luna y el color negro de muchos de los astados condicionan esta analogía. Si ahora consideramos que la luna es el símbolo de la noche y que la oscuridad es el de la muerte, no resulta difícil comprender este “salto” de una imagen real a otra mitológica. La luna simboliza también la periocidad de las estaciones y, por tanto, de las cosechas. Muerte y Vida vuelven a relacionarse ya que para la mentalidad primitiva no regía el principio de contradicción, no le era absurdo creer firmemente que la sangre del toro poseía un inmenso poder fecundante. El toro negro representa a un dios de la oscuridad al que simbólicamente hay que matar para que el hombre (ser de luz) pueda vivir.
El toro representa en la conciencia de los hombres la energía primitiva y salvaje y, al mismo tiempo, la ultra potencia fecundadora. El hombre debe conducir y disciplinar la fuerza con la inteligencia, debe ennoblecer y sublimar el sexo con el amor. Le corresponde vencer en sí mismo la animalidad primigenia, los elementos taurinos que hay en él: la adoración de la fuerza erótica y muscular igualmente agresivas. Su antagonista más evidente en su voluntad de purificación es el toro. La corrida es la representación pública y solemne de esa victoria de la virtud humana sobre el instinto bestial. Así pues la corrida de toros, a pesar de sus acompañamientos espectaculares, es en realidad un misterio religioso, un rito sacro. Con sus subalternos o acólitos, el torero es una especie de sacerdote de los tiempos paganos, pero al que el cristianismo ya no puede condenar. El torero es el ministro cruento en una ceremonia de fondo espiritual, su estoque no es otra cosa que el descendiente supérsite del cuchillo sacrificial que utilizaban los antiguos sacerdotes paganos. Y así como también el cristianismo enseña a los hombres a liberarse de las sobrevivencias bestiales que hay en nosotros, nada tiene de extraño que pueblos católicos como los nuestros, en Europa y en la América española, concurran a este rito sacro, aun cuando no comprendan con claridad la íntima significación del mismo. Si no con su inteligencia, con sus entrañas, saben que desde hace miles de años adoran al Sol y al toro.
Es realmente sorprendente que, en los veinte minutos que dura la lidia según el Reglamento taurino, se hayan condensado rituales y conductas de tan distinto origen y significación. Y es que aplicando una de las leyes de la termodinámica al campo de los mitos, en el inconsciente colectivo nada se pierde ni se destruye, sino que sólo se transforma.
Vuelve el Santo Oficio
FERNANDO SAVATER la lidia
Vuelve el Santo Oficio
FERNANDO SAVATER 29/07/2010
Por supuesto, no es el caso presentar argumentos a favor o en contra de mantener las corridas de toros, como suele decirse: quienes tienen que justificar la insólita medida son los que han decidido prohibirlas parlamentariamente. Hay gente a la que le gustan los toros y otros muchos que no han pisado una plaza en su vida o que sienten repugnancia por la fiesta: es la diversidad de los hijos de Dios. Pero que un Parlamento prohíba una costumbre arraigada, una industria, una forma de vida popular... es algo que necesita una argumentación muy concluyente. La que hemos oído hasta la fecha dista mucho de serlo.
¿Son las corridas una forma de maltrato animal? A los animales domésticos se les maltrata cuando no se les trata de manera acorde con el fin para el que fueron criados. No es maltrato obtener huevos de las gallinas, jamones del cerdo, velocidad del caballo o bravura del toro. Todos esos animales y tantos otros no son fruto de la mera evolución sino del designio humano (precisamente estudiar la cría de animales domésticos inspiró a Darwin El origen de las especies). Lo que en la naturaleza es resultado de tanteos azarosos combinados con circunstancias ambientales, en los animales que viven en simbiosis con el hombre es logro de un proyecto más o menos definido. Tratar bien a un toro de lidia consiste precisamente en lidiarlo. No hace falta insistir en que, comparada con la existencia de muchos animales de nuestras granjas o nuestros laboratorios, la vida de los toros es principesca. Y su muerte luchando en la plaza no desmiente ese privilegio, lo mismo que seguimos considerando en conjunto afortunado a un millonario que tras sesenta o setenta años a cuerpo de rey pasa su último mes padeciendo en la UCI.
¿Son inmorales las corridas de toros? Dejemos de lado esa sandez de que el aficionado disfruta con la crueldad y el sufrimiento que ve en la plaza: si lo que quisiera era ver sufrir, le bastaría con pasearse por el matadero municipal. Puede que haya muchos que no encuentren simbolismo ni arte en las corridas, pero no tienen derecho a establecer que nadie sano de espíritu puede verlos allí. La sensibilidad o el gusto estético (esa "estética de la generosidad" de la que hablaba Nietzsche) deben regular nuestra relación compasiva con los animales, pero desde luego no es una cuestión ética ni de derechos humanos (no hay derechos "animales"), pues la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza. Precisamente la ética es el reconocimiento de la excepcionalidad de la libertad racional en el mundo de las necesidades y los instintos. No creo que cambiar esta tradición occidental, que va de Aristóteles a Kant, por un conductismo zoófilo espiritualizado con pinceladas de budismo al baño María suponga progreso en ningún sentido respetable del término ni mucho menos que constituya una obligación cívica.
¿Es papel de un Parlamento establecer pautas de comportamiento moral para sus ciudadanos, por ejemplo diciéndoles cómo deben vestirse para ser "dignos" y "dignas" o a que espectáculos no deber ir para ser compasivos como es debido? ¿Debe un Parlamento laico, no teocrático, establecer la norma ética general obligatoria o más bien debe institucionalizar un marco legal para que convivan diversas morales y cada cual pueda ir al cielo o al infierno por el camino que prefiera? A mí esta prohibición de los toros en Cataluña me recuerda tantas otras recomendaciones o prohibiciones semejantes del Estatut, cuya característica legal más notable es un intervencionismo realmente maníaco en los aspectos triviales o privados de la vida de los ciudadanos.
En cambio no estoy de acuerdo en que se trate de una toma de postura antiespañola. No señor, todo lo contrario. El Parlamento de Cataluña prohíbe los toros pero de paso reinventa el Santo Oficio, con lo cual se mantiene dentro de la tradición de la España más castiza y ortodoxa.
Fernando Savater es escritor. En septiembre aparecerá su libro Tauroética, un ensayo sobre nuestro trato con los animales y la cuestión taurina.
Regular no es destruir
RAFAEL DE MENDIZÁBAL la lidia
Regular no es destruir
RAFAEL DE MENDIZÁBAL 29/07/2010
El toro, fiero animal, mítico y mágico de la Europa mediterránea, ha formado parte de la cultura ancestral de los pobladores de la península ibérica, cuya forma recuerda la de su piel desollada. El transcurso del tiempo, sin embargo, ha transmutado el rito en espectáculo, humanizando lo que en principio fue religioso. Ahora bien, como cualquiera otra actividad humana tiene sus entusiastas y sus detractores, radicales porque despierta significados ocultos en el subconsciente colectivo y levanta pasiones, irracionales por definición, sean en su pro o en su contra. El Parlamento suprimió las corridas en Cataluña, como ya sucediera en nuestro archipiélago canario aunque con otras connotaciones. A tal efecto, se permitió a algunos de los representantes del pueblo una ilusoria libertad de voto que a nadie puede engañar, pues se trata de un truco del Partido Socialista para no comprometer en esta lidia parlamentaria su cercano futuro electoral. Esa libertad otorgada les viene de la propia Constitución (y sus desarrollos estatutarios) donde se proscribe el "mandato imperativo" al uso, que en la realidad impone la "disciplina de partido". No parece dudoso que las comunidades autónomas han asumido la competencia para regular los espectáculos públicos que en ellas hayan de celebrarse, pero regular supone implícitamente conservar lo que se regula, no destruirlo. Solo así se respeta la libertad, aun cuando toda regulación conlleve limitación. Para comprender cuanto digo invito al lector a que imagine otros espectáculos, el cine, el teatro, los conciertos, el circo o cualesquiera manifestaciones deportivas, y muy especialmente el boxeo.
Nadie entendería hoy (ayer y anteayer, sí) que una ley de quien fuere competente prohibiera las representaciones escénicas en bloque y ni siquiera en aspectos sectoriales como la zarzuela, la ópera, la revista o cualquier otro tipo de función, ni que eliminara los rings de la lucha libre o hiciera desaparecer las carpas bajo cuyas lonas exponen la vida tantos artistas y se juega con animales enjaulados cuya sumisión se consigue con un proceso educativo muy duro y a veces cruel.
Desde esta perspectiva, suprimir el objeto de lo que ha de ser regulado por el legislador autonómico, catalán en este caso, atenta contra la libertad personal que la Constitución proclama desde el primero de sus artículos y que luego garantiza como derecho fundamental, un derecho esencial pero poliédrico, "uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos", como explica don Quijote a Sancho. En consecuencia, la competencia por razón de la materia no puede amparar tamaño desafuero. En la vida real no valen las abstracciones, ni los conceptos son unidimensionales sino complejos, con muchas facetas. En la tauromaquia hay espectáculo con sangre, sufrimiento y muerte pero también arte, el arte de Cúchares, valor, ritmo y gracia, belleza en suma y reconocimiento de la dignidad del toro de lidia, producto ecológico y muestra de la biodiversidad. Al toro le conviene también tal que al hombre la calificación de Heidegger como "ser para morir". Y en fin, hay un público. Sin él las corridas como espectáculo no podrían existir. La gente es un elemento esencial. Ese público no es una masa sin rostro, un gentío vociferante a veces y otras en silencio, un silencio estremecido cuando la lidia se sublima en belleza o ronda la muerte. Es una suma de personas cuyo denominador común es la afición, el gusto por la fiesta y su deseo de estar allí, respetable como el distanciamiento, la indiferencia o la aversión de quienes se quedan fuera del coso. En nombre de esa división de opiniones, de esa bendita heterogeneidad social y cultural, sentimental también, base del pluralismo político, tengamos la fiesta en paz y respetemos la libertad de ir y de marchar, de estar y de quedarse, sin imposiciones ni trágalas que manchan y degradan la convivencia democrática.
La democracia es un conjunto de valores, más que una forma de gobierno. Lo dijo Woodrow Wilson, presidente de EE UU y hombre de nobles ideales, a principios del siglo XX. La convivencia auténticamente democrática exige el reconocimiento del otro, ese tan distinto de mí, no como enemigo y ni siquiera como rival por el poder, sino como compañero, como alguien necesario para andar el camino y que mi vida tenga sentido pleno. Dejemos, pues, a quienes defienden o atacan la fiesta de los toros en su debate sin fin pero sin acudir al remedio fácil de prohibir lo que nos disgusta como individuos o como grupo. Eso se ha llamado desde antiguo censura y exhala un inconfundible tufo totalitario.
Rafael de Mendizábal Allende es magistrado emérito del Tribunal Constitucional y académico numerario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Lágrimas de Cocodrilo
Lágrimas de cocodrilo
ANTONIO LORCA 29/07/2010
La prohibición, tristemente, se hizo realidad. El brazo ejecutor ha sido la política, que rechaza la fiesta de los toros por su identidad con España, pero el terreno estaba abonado y en celo desde que en 1965 falleció Pedro Balañá Espinós, uno de los más grandes empresarios taurinos de la historia. Muerto don Pedro, nadie siguió su estela, y, mientras languidecía la afición, ocupaba su terreno la política, que ha minado, sin prisa pero sin pausa, todos los cimientos taurinos de Cataluña hasta alcanzar su objetivo final.
La política ha entrado en tromba por la puerta de cuadrillas, y la libertad ha salido cabizbaja, magullada y herida por la del desolladero. Flaco favor ha hecho a las gestas acaecidas en el Torín, en Las Arenas y en la Monumental, tres plazas que convirtieron a Barcelona en el centro del mundo taurino, y en tantos otros cosos repartidos por toda Cataluña. La política ha pretendido apuntillar el sentimiento, el arte, la emoción y la grandeza de la tauromaquia. Y lo peor de todo es que lo ha hecho sin necesidad. Es verdad que los aficionados catalanes son escasos; pero ¿por qué prohibir un derecho de una minoría a disfrutar de un espectáculo que, además, carecía por sí mismo de pulso vital para continuar? ¿Para proteger a los animales? Los diputados abolicionistas saben que no es verdad. El toro, en este caso, no ha sido más que una excusa.
Gravísima, pues, la decisión adoptada por el Parlamento catalán; pero no menos grave que la que corresponde al mundo del toro que, quizá por vez primera en la historia del toreo, queda completamente desnudo frente a sus lacerantes miserias.
Porque el problema más grave es que muchos aficionados de bien desertan cada año de las plazas, cansados de soportar con estoicismo un espectáculo caro, caduco, aburrido y manipulado. Es un hecho que se ha desnaturalizado al toro, y ya no es ese animal poderoso y altivo de otros tiempos, sino un enfermo inválido que produce lástima y pena. El fraude se ha abierto paso con arbitraria impunidad. Ya no se habla del afeitado, pero existe la sospecha generalizada de que pocos toros salen con los pitones intactos; hablar de sustancias que modifican el comportamiento de los animales -drogas, al fin y al cabo- está maldito. Se ha perdido el respeto por el protagonista de la fiesta. Y los toreros ya no son héroes, sino enfermeros con aspiración de bailarines. Se juegan la vida, claro que sí, pero no emocionan. Los ganaderos están al servicio de las llamadas figuras, no mandan en sus fincas y se han despojado libremente de la distinguida dignidad que les confiere su condición de genetistas autodidactas. Entre todos ellos, toreros, ganaderos, empresarios, apoderados, etcétera, han convertido la fiesta en una farsa; en un engaño...
¿Alguien ha escuchado a las figuras actuales, a los ganaderos de postín, a los empresarios de plazas de primera o a los apoderados famosos hablar de modernización del espectáculo o de la regeneración del toro bravo?
Es un colectivo curioso este de los taurinos. Parece gente anclada en otra época, sin sentido alguno de la modernidad; insolidaria, astuta, desconfiada e interesada. Incluso los chavales que empiezan se contagian del virus y pronto parecen jubilados. Al taurino, como personaje genérico, lo que le preocupa, de verdad, es él y el dinero que pueda ganar con rapidez, y no el presente y el futuro de la tauromaquia.
Algo de todo esto explicaría que el taurinismo se haya dejado ganar la partida en Cataluña. Ante un paulatino cambio de usos sociales y la presión continuada de los nacionalistas, los taurinos se retiraron a sus cuarteles de invierno y dieron por perdida una comunidad que había sido santo y seña de la fiesta de los toros. La nueva situación exigía planteamientos imaginativos y nuevos métodos, y eso es pedir demasiado a un colectivo tan inmovilista. Por el contrario, los taurinos huyeron y dejaron el campo libre a los abolicionistas.
Sería injusto olvidar otro extremo no menos importante: las corridas de toros nunca echaron raíces en Cataluña, ni la tauromaquia se convirtió en un elemento vertebrador. Con la misma intensidad que se llenaron las plazas en los tiempos gloriosos de Pedro Balañá, comenzaron a quedarse vacías cuando este falleció.
De cualquier manera, ahora toca el llanto y el crujir de dientes; el lamento, las acusaciones varias y hasta el insulto a los enemigos de la fiesta. Pero está por ver, y seguro que no se verá, un serio examen de conciencia del papel jugado por los taurinos en la debacle catalana.
Es más, hace tiempo, muchos años ya, que Cataluña dejó de interesar a los taurinos; incluso al actual dueño de la plaza Monumental, -nieto del famoso don Pedro- que ya intentó cerrarla en 2007, y que ahora guarda un más que sospechoso silencio, quizá a la espera de una sabrosa indemnización que le podría llegar caída del cielo.
¿Cuántos de todos estos, que tanto se lamentan hoy, han apoyado de verdad a los aficionados catalanes, que se han dejado la piel en el intento solitario, tan osado como ingenuo, de hacer frente a los políticos?
Todos ellos, los taurinos, saben que Cataluña es solo el principio. Antes de que llegaran los vetos nacionalistas, los aficionados habían abandonado las plazas. La imagen que ofrecía el pasado domingo la plaza Monumental, con poco más de un cuarto de plaza, era fiel reflejo del escaso eco de las corridas de toros en la sociedad catalana. Con toda seguridad, habrá nuevos sobresaltos, pero el más duro y el más peligroso seguirá siendo, sin duda, el abandono constante de un espectáculo que ha perdido todo el interés de antaño.
Éste es el verdadero problema y no el lamento vano. ¿Será posible que el taurinismo andante deje de mirarse el ombligo y afronte el presente y el futuro de la fiesta con la crudeza necesaria? ¿Seguirá siendo una utopía la presencia del toro bravo? ¿Alguien pondrá coto a la sangría que sufre la fiesta?
Mientras tanto, solo queda lloriquear como un niño lo que no se supo defender como un hombre. Ahora, solo queda derramar lágrimas de cocodrilo... Lágrimas que parecen fingidas.
miércoles, julio 28, 2010
Habana Eva
"La película es un homenaje a la libertad de decidir, es el espíritu de una diseñadora que prevalece por encima de lo pautado, de lo exigido. Eva no solo diseña ropa, ella es capaz de diseñar también nuevos caminos para ser verdaderamente libre, auténtica y feliz, yo creo que en estos tiempos nos está haciendo falta mucho de esa tenacidad. Habana Eva puede ser para cada espectador drama, comedia, sátira, pasión, ficción, reflexión y mucho más."
Fina Torres
III
¿Por qué no tu boca aquí,
por qué no sobre mi piel tu aliento,
por qué no adentro yo de tus abismos?
Darío Jaramillo
Unión Libre
UNIÓN LIBRE
Mi mujer con cabellera de llamaradas de leño
con pensamientos de centellas de calor
con talle de reloj de arena
mi mujer con talle de nutria entre los dientes de un tigre
mi mujer con boca de escarapela y de ramillete de estrellas de última magnitud
con dientes de huella de ratón blanco sobre la tierra blanca
con lengua de ámbar y vidrio frotados
mi mujer con lengua de hostia apuñalada
con lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
con lengua de piedra increíble
mi mujer con pestañas de palotes escritos por un niño
con cejas de borde de nido de golondrina
mi mujer con sienes de pizarra de techo de invernadero
y de cristales empañados
mi mujer con hombros de champaña
y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
mi mujer con muñecas de cerillas
mi mujer con dedos de azar y as de corazón
con dedos de heno segado
mi mujer con axilas de marta y de bellotas
de noche de San Juan
de ligustro y de nido de escalarias
con brazos de espuma de mar y de esclusa
y de combinación de trigo y molino
mi mujer con piernas de cohete
con movimientos de relojería y desesperación
mi mujer con pantorrillas de médula de saúco
mi mujer con pies de iniciales
con pies de manojos de llaves con pies de pájaros en el momento de beber
mi mujer con cuello de cebada sin pulir
mi mujer con garganta de Valle de Oro
de cita en el lecho mismo del torrente
con senos nocturnos
mi mujer con senos de montículo marino
mi mujer con senos de crisol de rubíes
con senos de espectro de la rosa bajo el rocío
mi mujer con vientre de apertura de abanico de los días
con vientre de garra gigante
mi mujer con espalda de pájaro que huye en vuelo vertical
con espalda de azogue
con espalda de luz
con nuca de canto rodado y de tiza mojada
y de caída de un vaso en el que acaban de beber
mi mujer con caderas de barquilla
con caderas de lustro y de plumas de flecha
y de canutos de pluma de pavo real blanco
de balanza insensible
mi mujer con nalgas de greda y de amianto
mi mujer con nalgas de lomo de cisne
mi mujer con nalgas de primavera
con sexo de gladiolo
mi mujer con sexo de yacimiento aurífero y de ornitorrinco
mi mujer con sexo de alga y de viejos bombones
mi mujer con sexo de espejo
mi mujer con ojos llenos de lágrimas
con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
mi mujer con ojos de pradera
mi mujer con ojos de agua para beber en prisión
mi mujer con ojos de bosque eternamente bajo el hacha
con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego
De Colección
Anverso de la moneda conmemorativa de 10 rublos de la Unión Soviética con ocasión de las Olímpíadas de Moscú 1980, acuñada en plata
Reverso de la moneda conmemorativa de 10 rublos de la Unión Soviética con ocasión de las Olímpíadas de Moscú 1980, acuñada en plata
La poesía como el amor
La poesía como el amor
La poésie se fait dans un lit comme l´amour
Ses draps défait sont l ´aurore des choses
André Breton
La forma nebulosa se disipa
Se me hace más cercano tu cuerpo más extraño
Tu cuerpo
¡Qué bueno sentirnos juntos respirar
a un mismo ritmo venido de muy lejos!
¡Qué sabroso tener el calor que nos toma
Y el saber del sabor en la lengua!
Variación saboreada traspasándonos
Al rozar los instantes erectos
Y el tiempo que se extiende cuando nos despertamos
Cuando nos adormece
Te doy y me das cuerpo vamos a descampado
Nos adentramos en el sinfín adentro
Hasta el espasmo entrando en centella pulposa
Que nos arropa luego
Lentamente
Alfredo Silva Estrada
martes, julio 27, 2010
Construyendo El Dorado
Sucre Figarella de estreno |
La película acerca al espectador a la vida de Sucre Figarella, un servidor público venezolano que se entregó durante casi 50 años a la construcción del país |
“El Dorado, como ficción no existe ni podemos descubrirlo; pero El Dorado como fuente de trabajo, empleo, producción de energía y de riqueza; como palanca y motor de nuestro desarrollo, podemos y debemos construirlo” Leopoldo Sucre Figarella
Caracas, 20 de Julio de 2010.- Al recorrer las avenidas y autopistas de Caracas, al voltear la mirada sobre la Guayana de hoy, es posible observar la obra de un servidor público venezolano que se entregó durante casi 50 años a la construcción del país. Su historia y ese legado de concreto que debe ser reconocido por las futuras generaciones, impulsaron la realización de la nueva producción documental de Cinesa: “Leopoldo Sucre Figarella, construyendo el Dorado”.
La película acerca al espectador a la vida de Sucre Figarella, quien nace en la población de Tumeremo, estado Bolívar en 1926 y, al graduarse de bachiller, se traslada a Caracas para ingresar en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela. Atraído por las ideas de Rómulo Betancourt, se inscribe en el naciente partido Acción Democrática, compartiendo sus estudios con la política universitaria, y posteriormente, distribuyendo su tiempo entre la profesión y una lucha política que conlleva a la persecución y a la cárcel. Con sólo 34 años de edad, se convierte en Gobernador por el estado Bolívar, iniciando una larga trayectoria de cargos públicos como Ministro de Obras Públicas; de Transporte y Comunicaciones y Ministro Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana.
Durante 32 minutos, la película reúne una diversidad de testimonios, que se encargan de relatar las experiencias personales y laborales junto a Sucre Figarella; de igual forma, presenta una exhaustiva selección de imágenes históricas del constructor de Guayana desde sus distintos ámbitos de acción, así como gran parte de su obra: el primer puente sobre el río Orinoco; Santo Tomé de Guayana, hoy Ciudad Guayana; la segunda etapa de la presa Raúl Leoni; las autopistas Ciudad Bolívar-Ciudad Guayana y Ciudad Guayana-Upata; así como la Avenida Libertador, las Autopistas del Este y del Valle, entre muchas otras.
Para la realización del documental, fue necesaria una extensa investigación bibliográfica y audiovisual que tomó cerca de un año, y el trabajo de un equipo de profesionales, conformado por Andrés Crema (Guión y Dirección), Ana Karina Cabello (Producción General), Yhonnathan Muñoz (Post-producción), Daniel Espinoza (Música) y Jaime Suárez (Locución).
El estreno privado de la película se llevará a cabo el lunes 26 de Julio, a las 7:00 p.m. en el Centro Cultural Chacao y, las funciones para todo público se efectuarán durante el mes de agosto y serán notificadas próximamente. Asimismo, el documental podrá ser adquirido en los puntos de venta ubicados en Tecniencia, Esperanto, El Buscón, Fundación La Previsora, Librería Lea, Librería del IESA, Tienda del Cine (CELARG), Xinemanía, Oficinas de Cine Archivo B.F y Librería La Ballena Blanca.
El nuevo título de la Colección Cine Archivo: Leopoldo Sucre Figarella, construyendo El Dorado, es la biografía de un hombre de estado con visión de país, con mirada e ideas de largo plazo; es la historia de un venezolano que logró descifrar el acertijo de El Dorado.
FICHA TÉCNICA
GUIÓN Y DIRECCIÓN Andrés Crema
ASESORÍA CINEMATOGRÁFICA Carlos Oteyza
PRODUCCIÓN EJECUTIVA Luis Guillermo Villegas, José Ignacio Oteyza, Verónica Cañas
COORDINACIÓN DE PRODUCCIÓN María Eugenia Ríos, Maithe Caicedo
PRODUCCIÓN GENERAL Ana Karina Cabello
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA Y CÁMARA Andrés Crema,
Dalny Rago
COORDINACIÓN DE SERVICIOS CREATIVOS Maryorie Dugaro
POST- PRODUCCIÓN Yhonnathan Muñoz
LOCUCIÓN Jaime Suárez
MÚSICA Daniel Espinoza
GUIÓN Y DIRECCIÓN Andrés Crema
ASESORÍA CINEMATOGRÁFICA Carlos Oteyza
PRODUCCIÓN EJECUTIVA Luis Guillermo Villegas, José Ignacio Oteyza, Verónica Cañas
COORDINACIÓN DE PRODUCCIÓN María Eugenia Ríos, Maithe Caicedo
PRODUCCIÓN GENERAL Ana Karina Cabello
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA Y CÁMARA Andrés Crema,
Dalny Rago
COORDINACIÓN DE SERVICIOS CREATIVOS Maryorie Dugaro
POST- PRODUCCIÓN Yhonnathan Muñoz
LOCUCIÓN Jaime Suárez
MÚSICA Daniel Espinoza
sentencia gala
"Los hombres y mujeres ya no tienen tiempo para conocer nada; compran las cosas ya hechas a los comerciantes; pero como no existe ningún comerciante de amigos, (...) ya no tienen amigos."
Antoine de Saint Exupéry
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