SIEMBRA
Cuando de mí no quede sino un árbol
cuando mis huesos se hayan esparcido
bajo la tierra madre;
cuando de ti no quede sino una rosa blanca
que se nutrió de aquello que tú fuiste
y haya zarpado ya con mil brisas distintas
el aliento del beso que hoy bebemos;
cuando ya nuestros nombres
sean sonido sin eco
dormidos en la sombra de un olvido insondable;
tú seguirás viviendo en la belleza de la rosa,
como yo en el follaje del árbol
y nuestro amor en el murmullo de la brisa
¡Escúchame!
Yo aspiro a que vivamos
en las vibrantes voces de la mañana.
Yo quiero perdurar junto contigo
en la savia profunda de la humanidad:
en la risa del niño,
en la paz de los hombres.
en el amor sin lágrimas.
Por eso,
como habremos de darnos a la rosa y al árbol,
a la tierra y al viento,
te pido que nos demos al futuro del mundo...
Miguel Otero Silva
2 comentarios:
me encantó leer su blog.
leí cada poema de los ajenos.
estremecen...
Que belleza, la de la palabra...
Eres siempre bienvenida, ¿preguntas por María Calcaño? Ese secreto ardiente de las letras venezolanas.
Este año salío su obra poética editada por primera vez.
Me gustó el estilo de tus textos, lo comparto.
Saludos.
Leonardo
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