viernes, mayo 30, 2014

Sin Título




Sín Título



I

Ese día en primavera
supe de tu boca
del misterio de tu boca
y como ocurre siempre o casi siempre
regresamos al inicio de  la historia
salpicamos en fulgor síncrono  tus átomos y los míos
tomados de la mano
y me invitaste a viajar por los valles y hondonadas ardientes de tu cuerpo
durante horas-luz y horas-luz
contemplando los encantos de tu piel
blanca-eléctrica

asoma implacable la maravilla ante muros derretidos
mientras descanso en el remanso de tu manantial
amo beber de él
acampar en la planicie de tu vientre salvífico
nutrirme allí
transitar desesperadamente los senderos urgentes de tus piernas
y los caminos de tus pies
compartir vibraciones de tu calofrío ingente
en el péndulo de tus nalgas
entre la cómplice estática de nuestros vellos salados
y fugarnos de a poco a poco de nosotros mismos




II

Amo revelar espontáneamente tus sensaciones más  secretas y fundir mis ganas dentro de ellas  
contemplar ese gozo clandestino, adentrar en las pupilas y derramar los deseos
mientras me envuelves loca en tus gemidos  y contorsiones  escarlata
con esa conexión sublime de espíritu y carne que detiene los relojes,
conexión tuya,  nuestra
 la misma que nos hace  señores  del tiempo y la existencia
fuera del camino
siempre o casi siempre lisérgico y argente.

Sólo así participamos ambivalentes del alfa y el omega en el vórtice subversivo de tu sexo violeta

Ansío re-correr una y otra vez cada una de tus formas tirrenas
perderme en ellas
regresar de ellas
leyendo el futuro en cada uno de nuestros sismos y melismas
regotéandonos en el crepite incesante de tu sal divina 
arcano perenne como el deseo
aglomerarte
blanca-eléctrica
flotando en el paraje insondable de esas tus pupilas verde-gaseosas
en expedición mística hacia  las estrellas fosforescentes de tus pechos
constelación infinita de energías acuosas  en cataclismo paralelo
sin regreso programado


III

Ocurre siempre o casi siempre ante el desnudo de la carne
y su ávido misterio
que los recuerdos melifluos gobiernan
el simple armazón de huesos, músculos y piel
y esas dos manos inocuas no bastan para alcanzar  la pesada sombra que nos circunda
ante el crisantemo abierto sobre el muro cosmogónico de la malicia
ocurre siempre o casi siempre
que un día de primavera ya hace siglos cuando nada existía
supe de tu boca  y del milagro de tu boca
ocurre siempre o casi siempre
solamente piel blanca-eléctrica
manando niebla hermética en la primavera emérita de los cuerpos  
  

Leonardo Melero




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