Primera declaración
El mundo está ahí para mis ojos
para que yo desnude a las cosas de su tiempo
y les restituya el temblor nebuloso
del instante que no pasa.
Porque a este mundo se le han roto los huesos
le han amanecido jaguares en la piel
empapados de sangre y rugido oscuro
y teme que un pájaro de ceniza
se le pose en la frente
por eso me ha estado esperando
para que yo le escriba una carne sin historia
una imagen lúcida, eterna
una piedra cuyo envés
sea la nada.
Pero ni el mundo ni yo nos desharemos
de la traición inevitable de los días
porque no conozco las sílabas cabales
que conjuran el milagro
de la tierra que contiene su respiración
sobre la página
y sólo sé balbucear
unos pocos versos
como hojas en llamas
como guijarros fosforescentes
que encajan en mis manos
y nada más.
Adalber Salas
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