domingo, abril 10, 2011

Entre dos aguas a través del tiempo






¡Sin duda el arte más fino del mundo, disfrútenlo! Por supuesto viene de España ; )



La difusión internacional del cajón peruano se debió a su adopción por parte de Paco de Lucía para el flamenco en 1977.Lo descubre Rubem Dantas al conocer a Caitro Soto, músico, cajonero y cantautor afroperuano y, el primer tema interpretado fue “Solo quiero caminar”. Aquella decisión creó escuela y marcó para siempre al flamenco, que lo adoptaría como propio. Desde ese día, el cajón se ha convertido en un instrumento imprescindible para cualquier formación flamenca.
Sucedió que durante una gira de Paco de Lucía por latinoamérica hacia 1977, llegó a manos del percusionista de la banda un cajón peruano en una fiesta organizada por el embajador español en Perú. Rubem Dantas lo incorporó a la música del sexteto del guitarrista que, como marcaba (y marca) la pauta, suponía incorporarlo directamente a la música del flamenco. Manolito Soler estuvo presente en el momento de la adopción, pues iba en el grupo como bailaor y hasta “tocando unos bonguitos”. Según comentó en una entrevista concedida a Flamenco-world.com en 1998, “el cajón era más sobrio para el flamenco” que otros instrumentos de percusión que ya se habían empleado como las congas, los bongos o la batería.2
Silvia Calado, «Érase una vez... un nuevo instrumento», Flamenco-world.com, 2005.
Con la adopción del cajón peruano por parte de la comunidad de la música flamenca surgieron uno tras otro los percusionistas que encontraron en el nuevo instrumento la quintaesencia de la percusión dentro del flamenco contemporáneo:
Veinticinco años después de que Paco de Lucía lo importara de Perú, el cajón ocupa ya un hueco irreemplazable en el flamenco. La clave de tan natural integración es que “está a medio camino entre las palmas y el taconeo”. El instrumento se hizo a la música jonda al compás que marcó Rubem Dantas dentro del mítico sexteto. Al percusionista brasileño lo siguieron los músicos Antonio Carmona, José Antonio Galicia, Manuel Soler, Tino di Geraldo y Ramón Porrina. Y, poco a poco, se va afianzando una ‘segunda generación’ de cajoneros en la que destacan nombres como Piraña, Bandolero, Chaboli, Antonio Coronel, Cepillo, Guillermo McGill... Golpe a golpe, va limando los criticados excesos, encontrando su equilibrio y dirigiéndose a convertirse en la cuarta modalidad del flamenco.3
Silvia Calado, «Entre la palma y el taconeo», Flamenco-world.com, 2005.
La frase "cajón flamenco" se acuñó entonces a partir de la generalización del uso del cajón peruano dentro del flamenco, generalización que lo expuso a experimentar variaciones en su construcción. Quienes emplean la frase sostienen que las variaciones contemporáneas al cajón peruano introducidas por el flamenco, como el uso de cuerdas en el interior y el modo de fijación de la tapa acústica a la estructura de la caja, son suficiente razón para merecer la denominación.
La controversia más notable surge entonces por la difusión mediática e indiscriminada de la frase "cajón flamenco" o "cajón español", que lleva equívocamente a hacer suponer erradamente un origen ibérico de ese instrumento. En innúmeras ocasiones, por ejemplo, conjuntos de música afroperuana en gira por Europa y artistas peruanos de talla internacional —como la cantautora ganadora del Grammy, Susana Baca— han debido precisar a los medios europeos que la música afroperuana no usa el cajón flamenco, como ellos suponían, si no que es exactamente lo opuesto.

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