lunes, abril 11, 2011
En las alturas
EN LAS ALTURAS
Mira a los doctores
obsérvalos bien
parecen antiguos fantasmas de la nobleza
incapaces de espantar a nadie
pues –quizás- ya no es asunto de su interés
No portan la toga
mas caminan pensativos
con estudiada pose
como si la llevasen –la toga, decimos-
en el alma
Ni un saludo
ni una mirada siquiera
-aunque sea fría-
a quienes osan pasar a su lado
perturbar su aura
Mira a los doctores
que cuidan o descuidan
cada detalle
incluso hasta la forma en que su sombra (también docta)
debe proyectarse en estos ancianos y sabios suelos
Son parte de estas piedras
de estos muros ancestrales
Su sabiduría ha quedado fijada
en la sangre que diseña su gloria
en las paredes del palacio
Peor aún
mira a esos aspirantes a doctores
migrados de otras tierras
que ya calcan fielmente las maneras
para ser dignos hijos de estos lares
Sueñan algún día
con el laurel que ciñe sus sienes
objeto que encarne
la distancia y la categoría
Pobres
pequeños
iniciados
su esencia bisoña
no les permite atisbar
que lejos están y estarán
de los doctores
que la tierra bárbara se lleva
no ya en las suelas de los zapatos
sino profundamente en el alma
En cambio
vuelve a mirar a los doctores
deambulan majestuosamente
por estos pasillos de sabiduría
como si no pisaran la piedra
como si la tierra
orgullo y tradición
fuese ya ajena
a su etéreo andar
Mira a los doctores
no dejes de mirarlos
pobres
Nosotras sí
tenemos motivos de qué enorgullecernos
pues las alturas son hábito y memoria
y ni siquiera nos importa
ni nos ufanamos de haber nacido en estas tierras
porque fuimos engendradas criadas educadas
en estos aires
Nosotras sí tenemos por qué sentir vanidad
nobles y virtuosas
nos jactamos de nuestra condición
mas no la mostramos
a los sabios
los portadores de la doctrina
prudentes
hieráticos
doctores
Nosotras
que sí vivimos en lo más alto
de este vetusto palacio
que es nuestro reino
Nosotras
las cigüeñas
crotoramos día a día
en franca lid con los campanarios
y jamás
jamás de los jamases
hemos sido reconocidas
en nuestra
sabia
santa
y verdaderamente docta
condición
Miguel Marcotrigiano
Salamanca, España, mayo de 2006
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