viernes, agosto 06, 2010

Profundidad del Amor




Profundidad Del Amor


Las cartas de amor que escribí en mi infancia eran memorias



de un futuro paraíso perdido. El rumbo incierto de mi


esperanza estaba signado en las colinas musicales de mi


país natal. Lo que yo perseguía era la Corza frágil, el lebrel


efímero, la belleza de la piedra que se convierte en ángel.


Ya no desfallezco ante el mar ahogado de los besos.


Al encuentro de las ciudades:


Por guía los tobillos de una imaginada arquitectura


Por alimento la furia del hijo pródigo


Por antepasados, los parques que sueñan en la nieve, los


árboles que incitan a la más grande melancolía, las puertas


de oxígeno que estremece la bruma cálida del sur, la mujer


fatal cuya espalda se inclina dulcemente en las riberas


sombrías.


Yo amo la perla mágica que se esconde en los ojos de los


silenciosos, el puñal amargo de los taciturnos.


Mi corazón se hizo barca de la noche y custodia de los


oprimidos.


Mi frente es la arcilla trágica, el cirio mortal de los caídos,


la campana de las tardes de otoño, el velamen dirigido hacia


el puerto menos venturoso


o al más desposeído por las ráfagas de la tormenta.


Yo me veo cara al sol, frente a las bahías mediterráneas, voz


que fluye de un césped de pájaros.


Mis cartas de amor fueron secuestradas por los halcones


ultramarinos que atraviesan los espejos de la infancia.


Mis cartas de amor son ofrendas de un paraíso


de cortesanas.


¿Qué pasará más tarde, por no decir mañana? murmura el


viejo decrépito. Quizás la muerte silbe, ante sus ojos


encantados, la más bella balada de amor.


Juan Sánchez Peláez


De “Elena y los elementos” 1951

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