Dama de niebla
Dama de niebla que rondas mis horas mis saltos y mis sábanas
Ebriedad que me persigues a mansalva
Deja la forma sinuosa de tu tejado de palomas sobre mi almohada
cuando amaneces en medio de mi tristeza inútil
como un nido desprendido y todavía cálido de plumas
Extranjera que pusiste entre mis dedos tu cubierta de redes
y la inexpresiva piedad del otoño
Extranjera que me hiciste en tu pecho desenfrenado demonio
y creíste en mi amor inmortal
Pues bien Te amo para siempre
Te amo para siempre porque el instante que te amé es parte de la cuerda de la eternidad
y allí colgamos todavía
No sabrás nunca quién marcó el número de tu desdicha
ni qué tambor indio es éste que suena en la callada noche de tu soledad
No sabrás nunca qué callejuela ni qué rincón devoran al amo de tu melancolía
Perdida en el hastío no sabrás nunca beber otro rumbo que el del recordarme
sobre ti y entre ti
mientras mis cuadernos en blanco descansan en la mesa de tus brumas
y mi perro percibe tu olor en la mano que ahora lo acaricia.
Gustavo Pereira
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