miércoles, julio 29, 2009

La velada de los poetas agrisados




La velada de los poetas agrisados

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Los poetas, como escribiera Roque Dalton, comen mucho ángel en mal estado y quizá por ello tienen esa característica aleatoria, huidiza, como si tuviesen los pies posados en el aire; especie de nube con pantalones, Maiakovski dixit.

Poetas (en minúscula) y bohemios versificadores he conocido muchos. Sin mencionar que he lidiado con enjambres pintorescos de poetastro y amanuense del verso libre. Y debo concluir que nada he sacado en limpio de dichas relaciones. No obstante mi trato con los Poetas (en Mayúscula) me ha dejado un verso suicidado en la viga de mis días, un soneto garabateado en la pizarra de mi alma, una metáfora que suena como una música en el silencio de mi sangre.

Los poetas (grandes o pequeños) son seres especiales. A veces sus vidas son un desastre, pero su poesía coloca orden en el caos, luz donde las sombras lo manchan todo. Mi predilección por los poetas de barra y amanecer no es fortuita. Los poetas consagrados están como muy pagados de sí mismos y se limitan, en muchos casos, a redactar poemas literariamente correctos, sin alma y con un lenguaje (impecable) trabajado con diccionario y gramática. Son poetas que van quedando para el homenaje y la letra en negrita a la hora de los reconocimientos y la piadosa cartografía de críticos o los aduladores de rigor . Los poetas de barra le cantan a la luna, a los senos de una niña de bar. Van a su ritmo y la gloria les tiene sin cuidado, por esa razón no cuidan el hígado y sus poemas son garabateados con la desesperación que baila en la punta de su estilográfica al filo de la madrugada y luego se van dormir la mona con una sombra suicida en las pupilas.

Los poetas con obra publicada, y medianamente reconocidos, me dan mala espina porque casi siempre son insidiosos, vanidosos, engreídos y envidiosos. En la mayoría de los casos son malas personas; claro, su poesía es una didáctica del vivir y el beber, cuestión que se agradece en cantidad.

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La proliferación de poetas hoy en día es como exagerada. Yo también me inicié como poeta maldito, luego me percaté de que tenía más de maldito que de poeta y dejé una noche mis versos calcinándose en una plaza. Comprendí que era un sordo irrecuperable del corazón para escribir versos. Poetas veniales y versificadores de casa de cultura hay a patadas, pero poetas con un dominio extenso del lenguaje y con un enorme sentido por la forma arquitectónica del poema hay muy pocos.

Si me piden alguna explicación sobre la utilidad de los poetas en la sociedad me perdería en retóricas vanas. Un poema es un acontecimiento espiritual tan importante como la construcción de una pirámide. También me gusta una idea de Auden: “La naturaleza social del lenguaje permite al poeta relacionar a los seres y acontecimientos sagrados entre sí”. Ante esta responsabilidad del poeta no es casualidad que Platón, en su República utópica, gentilmente les mostrara la puerta para que abandonaran la ciudad. No era por temor, sino debido a que para él los poetas eran unos preciosistas del lenguaje que nadie entendía, para el eran sólo jarrones chinos, o sea objetos bellos, pero inútiles. Quizá Platón hubiese agradecido aquella frase de George Steiner: “El silencio es una alternativa. Cuando en la polis las palabras están llenas de salvajismos y de mentira, nada más resonante que el poema no escrito”.


Carlos Yusti

2 comentarios:

Ophir Alviárez dijo...

Me gusta el estilo de Yusti, es tan real. Alguna vez, por azares de la vida y geografía, estuve en una mesa con él y varios de esos poetas que menciona. Recuerdo haber oído desde las des-ventajas de asistir a un taller de poesía hasta de los amores de uno y los desvelos de otro en versos libres y garabateados en una sucia servilleta.

Fue una velada linda y aunque había poetas "consagrados" y la mayoría eran grises, para mí fue una noche roja y muy acalorada.

Un beso y gracias por la evocación

Ophir

Ophir Alviárez dijo...

Yo te dejé un comentario aquí, pero creo que se perdió...

:(

OA