Has llegado tan impuntualmente a mi vida
que he decidido corregir todos los relojes
hacia tu posibilidad.
Que este poema te suba la falda
que te arrime hacia la mesa
lubricándote el cierre
abriéndote las ganas
que te humedezca lentamente
gastándose en el fin de tus piernas
en tus últimas partes
que te incendie contra la pared
alzándote, removiéndose, luchándote
contigo en las uñas, el grito mínimo, en el cuello
que te sea enorme, violenta y penetrada
que este poema te rasgue el deseo
que gimas entre tus brazos
¡ah! Esta caricia desquiciada
y la furia el jadeo
hasta sangrarnos
que he decidido corregir todos los relojes
hacia tu posibilidad.
Que este poema te suba la falda
que te arrime hacia la mesa
lubricándote el cierre
abriéndote las ganas
que te humedezca lentamente
gastándose en el fin de tus piernas
en tus últimas partes
que te incendie contra la pared
alzándote, removiéndose, luchándote
contigo en las uñas, el grito mínimo, en el cuello
que te sea enorme, violenta y penetrada
que este poema te rasgue el deseo
que gimas entre tus brazos
¡ah! Esta caricia desquiciada
y la furia el jadeo
hasta sangrarnos
Leonardo Padrón
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